lunes, 31 de diciembre de 2012

Libro "Z" – Capítulo 16


¿LO DEMÁS?
Podemos viajar por el espacio, por el tiempo, por y con nuestra imaginación; por y con nuestros sueños. Podemos pensar, meditar, reflexionar, idear, crear cosas, inventarlas, modificarlas, pulirlas, etc., etc.
Lo que si no podemos es saber nuestro origen; porque en este caso particular el inventado es el inventor. Tendríamos que tener, contar, con un espejo tal, en el cual nos podamos ver.
¿En qué momento comenzamos a pensar? Este no es un punto en el espacio ni un instante en el tiempo, es algo extendido en el espacio y en el tiempo, modificable por elementos finitos, tangibles, pero a la vez diminutos.
Por ejemplo cuando se forma o se crea un rayo. En primer lugar el primero rayo, fue producto de que el agua que cubrió a la tierra, por el choque de uno o vario cometas; esta agua debido a la cercanía del sol, se comenzó a calentar, a evaporar; pero a la vez ella en su estado gaseoso no estaba libre de las garras de la tierra, es decir de la fuerza de gravedad, ni de las demás pequeñas garras de los demás astros.
Estas nubes, mejor dicho este estado del agua, estando en un estado semi - desprendido, fueron sujetas a las demás fuerzas que actúan sobre la tierra, como es la de los demás astros, y a las fuerzas producidas por el movimiento de la tierra en sí.
Todo esto, todo este movimiento del agua en estado gaseoso llevó a la creación y a la formación de la atmósfera, de los vientos, etc. La presencia de nitrógeno en la atmósfera fue posterior y se debió a la cantidad de polvo que los vientos levantaron cuando parte de la tierra quedo al descubierto, pelada.
El primer rayo se formó cuando estas nubes, esta agua evaporada se cargó de electricidad por el roce entre sí de sus elementos, luego la descarga, el rayo, no solo entre las nubes y la tierra; sino entre ellas también.
Es muy interesante la formación de nubes compuestas por pequeños bloques de hielo, es decir agua en estado sólido. Cuando se forman estas nubes, dentro de ellas los bloques giran, se mueven y son expelidos como proyectiles, y caen sobre la tierra produciendo destrozos. Da la casualidad que en esto nicroclimas y no en otros, es cultivada la mejor vid, de donde sale el vino.
¿Cómo se forman estas nubes? ¿Qué fuerzas se forman o nacen en ellas como para transformarse en partes sólidas? ¿Cómo pueden mantener estos bloques, venciendo a la fuerza de la gravedad, sólo con el movimiento? ¿De qué fuerzas dentro de la nube hacen o nacen, estas otras, si todo fue producto de la evaporación?
Acaso nuestro cerebro, nuestra mente, no es un lugar en donde se repiten, en donde se forman estas fuerzas capaces de vencer, de mover masas, y llevarlas a la destrucción. ¿Qué es sino la ira, un desorden sino una consecuencia de fuerzas que actúan sobre nuestras neuronas, entre nuestras sinapsis?
Un rayo es la consecuencia, un fenómeno resultante, una fuerza resultante de un conjunto de fuerzas, de fenómenos, que actúan: ¿Sobre qué?
Que pregunta tan interesante, porque en si hasta el big –bang debe ser una resultante, una consecuencia, un resultado de varios fenómenos y /o fuerzas.
Pero debe haber algo original, sobre lo que se actúa. Debe haber una matriz, en ultimo caso una nada, un vacío, sobre lo que y donde las fuerzas actúan.
A ese campo de batalla lo podemos llamar espacio, base, cimiento. Al tiempo se lo puede comprender como deducción de la existencia de la velocidad.
Entonces tendríamos espacio y movimiento como elementos básicos. Un lugar vacío y algo que se nueve, que en sí es movimiento. La fuerza seria lo que agrupa, lo que dispersa, aquello que esta moviéndose, dentro del espacio.
Se forman los universos, los rayos, las ideas, para luego desvanecerse. ¿Juego solamente? ¿Azar? O un ser, algo que existe como tu o yo: un organismo vivo, incompleto, imperfecto sobre algo que será, partiendo de algo que fue.
Es o somos, una hamaca extendida entre lo finito y lo infinito, entre lo presente y lo eterno, entre la nada y el todo, etc., etc.
Es decir nos tensamos entre los límites y dentro de ellos vibramos, y vibraremos eternamente.
Esta es nuestra eternidad, nuestro verdadero patrimonio, nuestra riqueza, nuestro saber y nuestra ignorancia a la vez.
Seres en movimiento eterno. Átomos que se agrupan, quartz que viajan por el espacio moviéndose eternamente, agrupándose, dispersándose, y produciendo este estelar espectáculo que es el universo, el mundo, tu y yo. Lo demás es nada.
Karigüe

PRÓXIMO CAPÍTULO: lunes 31 de Diciembre

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Gracias. Karigüe

lunes, 17 de diciembre de 2012

Libro "Z" – Capítulo 15


VERDADERA MORADA
Caminando entre mis propias sombras, entre esos álamos que crecieron a lo largo de ese mi camino, que fui abriendo paso a paso. Cómo desde siempre fui temeroso, miedoso tal vez de que algo sucediera, que algo malo como un terremoto ó como una sorpresiva golpiza a correazos de mi padre.
Miro hacia atrás y todo quiero comprender, perdonar. Miro hacia adelante y no quiero mirar, ya que vuelve ese miedo infantil, que desde siempre me ha tenido en sus manos.
Pareciera que no pudieses retobarte, revelarte, quejarte, de aquello que tu considerar injusto; pero que la vida te lo dio. No puedes ni quejarte porque la vida en si te vuelve a golpear, tienes que mantenerte atado a la proa del barco, aún cuando las olas te golpeen, tienes que soportar, resistir a cuanto embate te dé ó te presente la vida.
Pero, ¿Quién es este señor, este dios, este ser vida del cual solo soy un transmisor? ¿Por qué, por mi sangre transita odios, miedos, rencores, deseos, deseos de ser feliz? ¿Por qué no ser como la piedra inmóvil, en cuanto nadie la mueve, en cuanto nadie la alza, la tira, o la hunde, allí en donde nadie sepa mas de ella?
Nosotros queremos ser recordados, queremos que nos amen, nos respeten, nos quieran, nos aprecien; pero no es así en cuanto te hayas descuidado, en cuanto te hayas dormido por un poco más de la cuenta asignada, de lo normal. Veras como te devoran los otros, animales, los fenómenos, los movimientos puros inclusive.
Cada uno con su función, aún el yo atento siempre, despierto, gozando con lo asignado, con lo dado, ya sea talento o terreno ganado, al final es lo mismo llegaremos a estar confundidos con el barro.
Pero es que pienso, he pensado: ¡quiero revelarme! pero no se contra quién; todos los rostros cambian, pueden ser hasta amados como odiados casi un instante después.
Acaso la vida no se mira en el otro, así ella sabe que está, ¿no es la manera de estar ella siempre atenta, ya sea en uno u otro, en una persona, en un animal, en una cosa, en un ser, en una palabra, en una idea?
Todo un mundo de ideas, de conceptos, de preceptos, de dogmas, de miedos, de anhelos de felicidad, nos habitan; moran como cuervo arriba de nuestras arterias, de nuestras venas, como si ellas fueran ramas de un árbol que eres tú.
Desde allí se lanzan en picada cuando te has aflojado, cuando te has caído ó tropezado. Después de mucho tiempo tratas de ver, de verte y solo encuentras arrugas, pieles deshechas, huesos roídos por ese animal que nos devora, que no nos deja de devorar ni un instante: el tiempo.
El tiempo allí constante, golpeándonos como olas sobre nuestro rostro, en nuestro rostro; carcomiéndonos célula a célula, gen a gen, intención a intención, sacándonos, socavándonos las fuerza dadas, donadas, en el tiempo primero, en un tiempo en el cual comenzamos a caminar, respirar, pensar.
¿Qué hubiera sido si no hubiera pensado? Tal vez hoy hubiera estado en animales microscópicos, como partes, como partes de ellos o tal vez hubiera estado feliz ignorando, suspendido en las olas que las cosas tienen, contienen dentro de sí.
Algunas bien otras no tan bien y en otras mal o muy mal, no se podría saber, sin embargo estoy ahí viendo lo que soy, lo que he llagado a ser; y tengo miedo de describirme porque tal vez a la vida le resulte ingrato.
O no es que nosotros, a través de ese soñador de castigos que fue el Dante, no puso a la ingratitud como el último escalón del infierno, acaso él con esa religiosidad que aun resuena en nuestra alma, en nuestro espíritu como pecado. Acaso el no inventó el purgatorio para ser más lenta nuestra agonía.
Creamos sueños, cosas, herramientas, con las cuales creemos que manejamos a las cosas; pero por lo general terminamos manejadas por esas herramientas; acaso en nuestro tiempo no es así la computadora.
Tenemos que saber. Un hombre normal sabe aprovechar las herramientas que inventamos, porque a toda cosa le debemos de sacar la utilidad, porque hasta la cosa más mala tiene dos caras buenas, tantas maneras de sacar alguna conclusión, algún provecho de lo que nos sucede. Bendice todo lo que te pasa y se propenso a la alegría.
Siempre tratándonos de contentar, de no desilusionarnos de la vida, de respetarla, de amarla, de conocerla.
En ultimo caso la vida o la tierra, es la mama pacha, desde donde hemos brotado, acaso no se debe respetar a la madre, al ser desde donde hemos brotado, hemos salido, hemos nacido.
En ultimo caso es el ser por el cual estamos aquí y si en realidad no nos gusta tenemos alternativas, nadie nos ata las manos, ni menos la mente y la imaginación.
Sin embargo por más que reneguemos, por más que nos quejemos, debemos admirar, debemos reconocer a nuestros padres, al esfuerzo que ellos han hecho, para que estemos en este momento leyendo lo que se ha escrito o escribiendo lo todavía no escrito.
Células, genes, cromosomas, elementos que desde la nada, o mejor dicho desde la casi nada ha hecho, ha fabricado, al hombre.
Acaso tu en tú corazón no siente esa agradable nostalgia o ensueño, que te hace escribir, que cuando escribes piensas que tal vez uno de los hijos de tus hijos que vendrán, leerán esto que escribes, esto que piensas, esto que odias, esto que temes, y ellos seguirán como tú estas siguiendo hasta ahora.
Hay algo, un reloj, una especie de cosas que están dentro de todas las cosas, entre y dentro de todos los seres, que hace de ellos la durabilidad.
Es como si fuera un salmón que nada contra la corriente, contra la corriente del tiempo desafiándolo, consumiéndolo.
Quien dirá que el hombre puede consumir tiempo, pero es así, el tiempo es algo que esta ahí, estemos o no estemos está allí para pasar de un punto a otro, para el movimiento, para el riesgo, para el desafío, como si fueran el agua de un mar, como si fuera el aire, están allí para aplacar nuestra sed, nuestro hambre y a nuestro espíritu.
Porque en si él se repliega sobre sí, como una serpiente, se arrolla, se arroba, solo para permitir que el tiempo se extienda como una presa cerca nuestro, entonces damos el salto, el salto atrevido de crear, de pensar, de desafiar lo establecido entonces volamos, pensamos, creamos un mundo de ideas, de sueños, de seres ausentes, de recuerdos que ya no están dentro del tiempo, están afuera de él.
Nuestro yo aquel que imagina puede viajar a velocidades inimaginables, a velocidad en donde el tiempo es cada vez más diminuto, cada vez más cerca de vencerlo, de superarlo, de pasar para el otro lado en donde el tiempo es negativo, en donde el tiempo no quita, sino entrega. Es el mundo de lo eterno, de los dioses que no podemos todavía crear, ni menos imaginar.
Pero están allí adelante, como sueños agazapados, entumidos, solo porque todavía no es tiempo de salir, de dar el salto.
Un sueño en algo nuestro, que viene desde los tiempos remotos, en casi un instante podemos sentir lo que sucedió hace miles de años, hace algunos instantes, y algo que sucederá, más aun que podrá suceder.
¿No es así que nuestro yo profundo, es el que trata de y con el tiempo diferentemente que el yo presente, el de la conciencia?
Luchamos contra el tiempo y algunas veces lo vencemos, el nos da, nos entrega el aliento, pero nos cobra, nos quita vida. Una vez afuera en la intemperie, somos presa del tiempo, él nos cultiva para luego devorarnos, como nosotros hacemos con los animales domésticos.
Que no lo veamos, que no lo podamos ver, eso ya es otra cosa, eso ya es nuestro problema.
El equilibrio, la plenitud, es algo especial, es algo nuestro, que como seres que piensan pueden lograr, no aturdirnos, ni quedarnos quietos esperando que la vida pase, como pasa un transeúnte.
Un punto medio, un punto tal que nos imagináramos como un colibrí que revolotea, sin que aparentemente los demás vieran que nosotros movemos las alas tan rápido que no se ven. Las que las hemos vuelto invisibles.
No es acaso así la idea, el gesto, la palabra, cosas tan sutiles, pero a la vez tan reales, que solo el que puede ver, el que puede escuchar, el que puede pensar, sabe de su existencia.
El pensar en la sima. Nadie ve que piensas, hasta que al pensamiento lo pones dentro de la palabra y lo dices, lo trasmites. Un libro es algo que contiene vida, en forma de pensamiento, de ideas, palabras escritas que al leerlas, al entenderlas se instalan como vida nuevamente dentro de nosotros.
Cosas que se crean, que se envasan, que se guardan, para que alguien la instale dentro de sí nuevamente, y sea vida nuevamente, ¿no es así, acaso una semilla?
Estamos buscando formas de lidiar con el tiempo, de buscarle la vuelta, de hacer que el no nos devore, ¿no es acaso el escribir un libro, algo que supera al tiempo? lo esquiva, o vence digamos de alguna manera.
Pero el tiempo es inflexible, es un dios superior a la vida joven, adolescente niña, y nosotros sus ojos, su espíritu compartido con todo lo que es ella, en la tierra, dentro de la tierra.
Vida como ser que llegó a la tierra, al vientre de una madre, se instaló, se multiplicó, y ahora trata de emprender vuelo, viajar nuevamente entre las estrellas, su verdadera morada.
Karigüe

PRÓXIMO CAPÍTULO: lunes 24 de Diciembre

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Gracias. Karigüe

viernes, 14 de diciembre de 2012

Poema - Allí, más abajo

El reposo del agua sobre esa
cuenca cerrada que era el
lago

se encrespaba por el viento que
bajaba de la montaña, se formaban
como crestas de luz, pequeños
soles como eco

miraba mi imagen en su vientre
era más pura que la del espejo,
más flexible, más humana

allí mas abajo se veía el
fondo, formado de piedras y
barro; piedras de muchos
colores, barro gris oscuro

mi alma se estremecía al ver
ese fondo; tan pesado es la
conciencia que ella atrapada ahí
respirase solo
como aliento.
Karigüe

miércoles, 12 de diciembre de 2012

Poema - Paraíso perdido

manantial de agua pura,
ese café con leche que tomabas
caliente por las mañanas,
ese pan con mantequilla

tenías que salir, ir al colegio
pero tu no querías, querías
permanecer en tu jardín, viendo
a las rosas que dejaron de ser capullo
a los claveles cada vez mas enroscados,
a la retama, la tumbo
que creció y broto amarrado
al sauce

era tu mundo del cual te arrancaban
cada mañana hasta lograrlo

ahora que estas desprendido y solo
¡cómo recuerdas con amor
aquel paraíso perdido!
Karigüe

lunes, 10 de diciembre de 2012

Libro "Z" – Capítulo 14


LO QUE VUELVE A NOMBRAR
“Hay golpes en la vida tan fuertes, no lo sé, como si la resaca de la vida se depositara en el fondo del alma… “ Vallejos.
No tenemos empatía, no nos damos cuenta hasta que el vaso está rebalsado; cuando el agua o las lágrimas fueron vertidas afuera del vaso, afuera del corazón.
Como saber el límite, como detenerse un poco antes, como saber determinar la medida, la relación adecuada frente al otro, frente a una determinada situación.
Sin embargo tenemos que seguir, seguir viviendo, conviviendo con el otro, con los demás. Estamos no sólo atados por hilos de seda invisibles, sino a la vez irrompibles; ya que no se trata de dejar, de irse, de abandonar, porque afuera de eso hay muy poco, o nada tal vez; y, nosotros aunque resulte teóricamente posible de dejarlo, no lo podemos hacer.
No se trata de justificar, no se trata de huir de la realidad, se trata de enfrentarla.
Nunca es tarde para aprender, para modificar comportamientos, actitudes, formas de ver, de comprender a la realidad; en aquel campo de fuerzas que es el mundo, que es la humanidad.
Nos guste o no darnos cuenta, pero las cosas que son las sabemos, nos damos cuenta de ellas, aunque con dificultad; debe haber una alteración considerable, dentro de nuestra mente para no ver, para no saber cual es el camino a seguir, a tomar.
Pero ha la vez hay un manto, una niebla que brotan o nosotros mismos hacemos brotar de las cosas, para no verlas.
En el temperamento también está incluida, incrustada, como si fuera una aguja en un pan, en un pedazo de carne. Eso que es, como si fuera aquello que lo hemos llamado maldad, el demonio, aquello que nos hunde debajo del nivel de agua, nos sumerge como si fuera ello, esa actitud una forma de protegernos, de hacer que el sol de la vida no nos consuma, no nos dañe.
En este crisol de cosas que es el mundo, en donde se funden los seres y las cosas, haciendo un compuesto capaz de soportar las presiones y las temperaturas que tenemos que soportar en estas nuevas eras, en estos nuevos tiempos, en donde los cambios son para ser claros, independientes casi del tiempo.
No se entiende ahora en esta etapa de nuestra evolución a las cosas y a los seres como elementos separados, no es que algún día lo estuvieran, sino que al ser los cambios lentos se podía ver por un lado a los seres y por otro a las cosas.
Hoy en día, en nuestro tiempo, en el crisol de la vida, nos fundimos seres, hombres, cosas, animales, vegetales, fenómenos, fuerzas y demás hiervas.
Es como fabricar acero, con hierro y carbón, y algunos agregados más. Hoy nuestro mundo no se entiende sin los medios de comunicación, sin la computadora, sin el microscopio, sin el telescopio, sin los libros, sin los hombres de ciencia, sin los filósofos.
Todo ello hoy forma un enjambre, una red, en donde se empolla nuestro futuro. Aunque resulte extraño, somos más futuro que pasado, más aún que presente.
Un poema de Karigue decía: “Un poema es el acto por el cual el hombre nombra, pone nombre al presente, allí en donde el instante se sumerge de sí, en su propia profundidad”.
El hombre comenzó a nombrar, comenzó a poner nombre a las cosas, inclusive a los seres; los comenzó a llamar por su nombre, nombrándolos, reconociéndolos después. Antes de esto, no hace mucho, el hombre enviaba una señal por vez a través de un cable de cobre, hoy en día envía un bus, es decir un conjunto de señales, de información. Ahora envía un paquete de señales.
Así está sucediendo; o mejor dicho desde hace mucho el hombre a través de poeta ya no solo nombra sino que describe realidades, describe instantes, presentes, situaciones. Una situación es un conjunto de actos, comenzando por uno.
Decía luego Karigue: “La mañana fresca, clara, transparente / nos acompaña, nos cubre con su manto de silencio / haciéndonos soñar”.
Describe un momento, nombrándolo ya no solo con una palabra sino con un sentimiento. Quedó gravado ese instante en que la mañana era clara, en el que el silencio, aquel reposo del espíritu hacia, lo hacia soñar, soñar aquí significa elevarse de sí, imaginar aquella felicidad, prolongarla, hacerla que dure en el tiempo.
El poeta escribe el verso, y así el instante se graba, queda como atrapado en su propia profundidad, en su propia intensidad sentida, vivida. Un presente que puede ser futuro y que es futuro desde que es descrito, recordado, nombrado, leído nuevamente.
Ya no podemos ir nombrado a las cosas, ellas ya no son elementos, ahora son compuestos. Hace mucho que creamos el acero, y aunque ahora lo seguimos fabricando pero también hay otras cosas, otros materiales fabricamos con otros procedimientos.
Es entonces, que nuevamente es necesario volver a nombrar, volver a identificar a aquellos compuestos que el hombre usa, emplea, como lo hace o como lo suele hacer una máquina. Lo adecuado para la necesidad, lo conveniente, lo indicado como útil.
No hay duda que así los pueblos se hacen fuertes, convenientes para soportar y aun para conquistar a los otros. Animales puros de raza, de especie, que sobrevivirá a los otros, animales puros es la palabra – frase, adecuada para nombrarlos.
Pero que de aquellas almas delicadas, de aquellas almas sensibles, de aquellos seres que cultivan los jardines, las flores; tejedores del paño de seda extendido, por donde los hombres descalzos, caminan.
Qué de ellos, acaso dejarlos que mueran de sed, dejarlos abandonados a su suerte. Ellos no quieren entrar al campo de batalla, al campo en donde los animales se degüellan, se muerden, se destrozan, por un pedazo de poder, de dinero, de gloria. Animales finos, delicados para las cosas delicadas, que el hombre del futuro cada vez necesitará menos.
Tal vez son como la piel que hay que abandonar, dejar; sin embargo la sed del alma, el hambre del espíritu reclama su participación, porque de ella vive y vivirá.
El espíritu del hombre abre surcos, cultiva, cosecha; pero solo el vino, la vid convertida en vino satisface su sed. Lo mismo el alma, ella necesita de plenitud, la plenitud, aquel o aquellos momentos, instantes de armonía entre las cosas, los seres y, el mundo, aquel pacto de hermandad, aquel reconocimiento mutuo de que son partes de un todo, de que todos son necesarios y a la vez suficientes.
Sin este acto aristocrático que es la cultura no se podría seguir, no se puede continuar, de vez en cuando es bueno y necesario parar y beber el agua, y comer el pan. Ese reloj biológico por el cual todos lo Jacarandá florecen, comienzan a florecer el mismo día, que no siempre es el mismo día en el calendario del hombre, pero ¿por qué ellas comienzan a florecer en mismo día?
Bueno así también hay un reloj biológico dentro del cuerpo del hombre, que nos marca, que nos recuerda, el tiempo de pensar, de reconocer, de volver a escuchar a los poetas, a lo que ellos ya nombraron.
Mirar y de por sí, así los han hecho todos lo hombres que nos antecedieron; mirar, ver, escuchar, a aquellos hombres que siguen y seguirán nombrando, seguirán diciendo aquello que nos está sucediendo, pero no solo el camino, sino acerca del peregrino, porque el peregrino es un camino, que el mismo no puede ver.
El poeta al nombrarlo lo dice, los describe, describe sus recodos, sus veredas anchas, por donde es mejor caminar, su camino de montaña, de cabra, sus ríos, sus valles que se pierden en el bosque para aparecer nuevamente en el mismo lugar de encuentro; como cuando las flores del Jacarandá comienzan a floreces el mismo día.
Así la palabra poética florece, se dice, es dicha por los hombres atentos, que quiere escuchar. Escuchar aquello que es rumor entre las olas del mar, y el viento que habla un idioma en el pajonal; que el pájaro repite y el hombre imita.
Karigüe

PRÓXIMO CAPÍTULO: lunes 17 de Diciembre

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Gracias. Karigüe

viernes, 7 de diciembre de 2012

Poema - ¿Para quién?

La Luna en la oscuridad es
un ojo del sol

como si el sol viera a través del
del brillo, a través del
rebote de sus rayos sobre
las cosas

así de noche cuando todos
creen que está ausente el sol
ve, no deja de ver y cuidar
a uno de sus miembros,
de sus tentáculos: la tierra

de la tierra hace brotar la
savia, aquel ser, que une
el agua con el sol y que lleva
en esta unión aquello que
es flor, fruto, perfume

¿Para quién?
Karigüe

miércoles, 5 de diciembre de 2012

Poema - Otro Mundo

sólo estuviste solo cuando eras niño
ya que eres suficiente

los que están llegando al mar
tienen seres queridos del otro lado
en sus menoría como recuerdos
como afectos que parecen un jardín

te poblaste de tal manera que
parece el parlamento de un país,
tan diferente son las opiniones

pero es ese aire de afectividad
ese recinto al que haz llamado
corazón, que late

formando otro cuerpo más
sutil, más efímero, pero
más real

al que entras como en punta
de pie, para no despertar a los
que están dormidos.
Karigüe

lunes, 3 de diciembre de 2012

Libro "Z" – Capítulo 13


DE OPINIONES A CONJETURAS
El hecho de avanzar, de seguir, conseguir, continuar, es un signo vital; es el sentido real de la vida.
La vida es un impulso, es nuestro impulso. Es el deseo de estar, de estar aquí sobre la tierra, el de ver, el de oler; de sentir que las cosas nos rozan y nosotros rozamos con ellas, en ellas. El hecho de escuchar al viento, al rumor de los ríos, de las olas; de contemplar el cielo, los montes, el mar. Los paisajes, aquella naturaleza y aquello que supimos pulir, copiar de lo que ya está, y con los que hemos hecho catedrales, monumentos, dibujos, pinturas, melodías, poemas.
Tanto es la vida que pareciera que es todo para nosotros; sin embargo la vemos, la podemos describir, la podemos describir como los existentes, aquello que está y a demás ven, describen lo que son.
No; hay algo que es más que vida. Somos por la vida y ella esta aquí sobre la tierra siendo musgo, pasto, árboles, animales. La vida es un ser que quiere vivir, que quiere estar aquí en la tierra y permanecer también todo cuanto pueda, todo cuando los fenómenos que la rodean y además la forman, se lo permitan.
Como una garrapata ella se sostiene, se mantiene, se sujeta, siendo hormiga, siendo dinosaurio, siendo hombre, siendo inteligencia, pensamiento, idea, concepto. La vida mantiene nuestro fulgor, nuestras fuerzas, potencias o espíritu, con la lucha, con el combate permanente que tenemos que lidiar, primero con nuestro semejantes, luego lentamente con los que nos rodea. A través de esta lucha, de ese combate, es que el hombre pudo llegar a donde llegó.
Ha creado un castillo transparente llamado ciencias, allí se refugia, allí construye sus armas, sus herramientas, no solo para imponerse al medio, para asegurase una morada, su morada; sino que con ellas forma o trata de formar una cierta común - unión, es decir una comunidad.
Si bien ello lo vemos en algunas especies de una forma clara, como en las abejas, en las hormigas, en las manadas de animales de mayor tamaño, y con mayor evolución; no nos dejara de sorprender lo maravillo de las formas alcanzadas, de la organización física de sus cuerpos, de sus sentidos, de sus sentidos de comunidad también. Solo a través de nuestras ciencias estamos alcanzando a ver, a comprender, a estudiar, sus naturalezas y nuestra naturaleza.
Lo alcanzado, lo logrado, se está tratando de ver así mismo, de comprenderse, de conocer los mecanismos del conocimiento, del aprendizaje, de ese micro mundo que habita dentro del cerebro del hombre.
Tormentas luminosas, reacciones químicas, eléctricas, electrónicas, microscópicas a niveles de átomos, a niveles de electrones, de memorias, de recuerdos que se acumulan, se guardan; como si fuera acorazados hundidos, abatidos por otras fuerza superiores, pero que de vez en cuando pareciera que se despertaran y lanzaran sus misiles, sobre blancos estudiados, sobre blancos inimaginables para los hombres.
Y es que la vida, la naturaleza, la tierra, los astros, los universos, se manejan por leyes desconocidas, ignoradas; y tal vez nunca logremos desentrañar sus principios, sus leyes, sus formas de relacionarse como elementos y como fuerzas.
Decía Demócrito “En el universo hay átomos en movimiento y opiniones” No deja de separar las aguas. Desde entonces parecería que para nosotros los seres que describen, son los hombres, aquellos que crean sus propias relaciones de fuerzas y tratan de comprender aquellas que desde siempre los forman.
Estos monos que piensan han dividido al universo: el universo visible y el invisible; pero sabemos ya a través de nuestras ciencias que tanto los universos visibles como los no visibles se relacionan estrechamente. Son cosas, mundos, concurrentes.
Hemos dividido la materia, la energía, las fuerzas, Einstein creo la formula E= mxc2. Es decir que si viajásemos por el universo hechos o convertidos en un quartz, ¿veríamos a otros quartz nada más? Bueno inclusive nuestra imaginación no nos da para contestar esta pregunta.
Pero veamos que tenemos hoy. Sabemos que la materia es energía acumulada, que energía es una fuerza, contenida acumulada dentro de una forma, que al ser liberada se convierte en lo que es capaz de mover a otros cuerpos, de movilizar también.
Desde este punto de vista el líder actúa sobre sus seguidores como si este tuviera la energía suficiente o por lo menos superior a la de los demás; así como cuando un dique acumuló agua, ésta agua puede ser liberada y así no solamente producir inundaciones, sino que pueden ser empleadas para al riego, si se la utiliza de una manera racional.
Si en el sistema solar, si en nuestra galaxia, si en nuestro universo hay astros que se relacionan a través de la masa, de sus fuerzas, porque no, o mejor dicho ¿por qué no seria esta forma la de la relación de los hombres?
En realidad no es diferente sino que pareciera que la energía, y sus consecuencias, las fuerzas, se están convirtiendo sutiles en los hombres. Las sinapsis que tienen en el cerebro los hombres, es una metáfora o mejor dicho se repiten de una forma casi simétrica por no decir similar en las relaciones de grupo, en las relaciones sociales.
Es la forma en la que se crea el mundo; pero además como si fuera una contra ola del mundo, vuelven fuerzas, formas de relacionar que influyen sobre las sinapsis en el cerebro de los hombres.
Esta realimentación es lo formidable que tiene nuestro mundo, una generación autosuficiente. El hombre crea a sus dioses, crea a sus opiniones, pero estas a la vez cuando se abren, se expanden, golpean sobre las orillas de la materia, la riegan, y de ese cultivo se alimenta, pero no solo físicamente sino espiritualmente también, como es el caso de la belleza, como es el caso de los paisajes cultivados.
Este batir de alas que es el mundo. Las alas casi no se ven. Es como el colibrí. Vemos a un mundo aparentemente quieto, pero en si es un mundo inquietantemente inestable, en movimiento permanente para sostener lo que hemos logrado hacer, nuestro vuelo. Ese mundo tan agradable, tan bello, tan informe, tan injusto, tan honesto, tan amargado, tan dulce, tan amable, lleno de cariño, honor, amor y fidelidad; como los opuestos.
Si por algunos segundos observáramos con claridad lo maravilloso que es el cuerpo de un gusano, de una mariposa, de una abeja y por supuesto de un hombre también; no creo que lo podamos resistir en su totalidad, es demasiado para la poca capacidad de nuestra mente, de nuestro corazón y más aun de nuestra capacidad de sorprendernos.
Heráclito, aparece en nuestra memoria y nos dice. “La armonía invisible es superior a la visible” Que infantil ahora nos resulta esta frase si pudiéramos proyectarla al conocimiento logrado desde que Heraclito nos la dijera. ¿Cuanta armonía invisible se ha hecho visible desde entonces?
Inconmensurables, y ¿cuanta se nos hará visible en diez años, en cien, en miles de años? No es posible ni siquiera suponer.
Nos adentramos a un mundo cada vez más denso, más rico en cosas, en hechos, en ideas, en conceptos, en fuerza que vemos y presentimos, en creaciones. Los Da Vince de nuestro tiempo deberán estar trabajando mucho, deben estar imaginando lo que vendrá.
Crecemos a medida que comenzamos a ver, a vernos, a comprendernos, con ese nuevo sentido del alma, del espíritu que es el pensamiento, creador de las ideas, de las ciencias.
Pero está naciendo uno nuevo, un sentido que tal vez ni siquiera aún lo percibimos, él que tenga subordinado al pensamiento.
Es interesante ver, comprender, como el sentido de la vista, un sentido superior dentro de la evolución haya quedado subordinado al pensamiento, a la razón, a las ideas, a los conceptos.
Que pasa si ahora dejamos volar sin retenerlo a nuestro pensamiento, ya que el ahora, en este nuestro tiempo el pensamiento es como lo único que tenemos para avanzar, es como si él fuera nuestro bastón.
Que pasa si dejamos ese bastón, si nos largamos a caminar sin el. Y observamos, pero ya no con los ojos del cuerpo, ni los ojos del alma como es la reflexión desde donde broto el pensamiento.
Ahora deberíamos comenzar a caminar con los ojos de nuestro espíritu. Observar, dejar que entren las cosas, los hechos del mundo, sin tener que retenerlos con los centuriones que solemos tener o contar como son los preceptos, los conceptos. Un mundo libre sin fronteras, sin fronteras entre lo visible y lo invisible, entre lo vivo y lo inerte, entre la materia y las ideas, entre lo eterno y lo presente, entre el tiempo y el espacio.
Como si el universo, la falla, la herida producida en el silencio, en la oscuridad, se contrajera, se comprimiera y quedara solo el origen, como si el mundo se callase, la luz se apagara.
No estamos pensando en la muerte, aunque ella sea así, sino en una vida plena, en una vida en donde la vida sea solo un latido, unido a la muerte. Un latido, una herida, que se abre y se cierra.
Ver a la vida por ejemplo, como lo que se abre, como el día, como el universo, y ver a la noche, al silencio, a la oscuridad, como la muerte en donde la vida solo vuelve a donde partió.
Como el corazón, un poco para adentro otro poco para afuera; pero para ésta función, para ésta nuestra existencia desde algún lugar llega el aliento, esa fuerza que es capaz de movilizar a nuestros pulmones, y extraer el aire, la luz, del medio en donde estamos.
Ola y contra ola, espíritu y universo, desde las y con las cuales aleteamos para estar aquí, todo lo demás son conjeturas.
Karigüe

PRÓXIMO CAPÍTULO: lunes 10 de Diciembre

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Gracias. Karigüe

lunes, 26 de noviembre de 2012

Libro "Z" – Capítulo 12


EL CUERPO MUDO
Los días pasan, los años, la vida se va yendo, se va retrayéndose sobre sí misma.
Cuando he escuchado que la vida se va, que la vida nos deja, nos abandona, nos lleva, nos saca; he sentido la sensación de que ella es algo que no es nuestro o si es nuestro, o si compartimos el tiempo, un determinado tiempo, es por que ella nos necesita.
“Somos transmisores de vida” decía D.H. Laurenci. Ella pasa por nosotros, por nuestro cuerpo, nuestra sangre, nuestras venas, nuestra alma. Mientras estamos vivos somos ella, una parte, un tentáculo, un miembro, una ramificación; y cuando no estamos no somos ella; hemos dejado de ser, de existir.
Pero mientras estamos vivos, mientras somos vida; somos, tal vez, aquel ser que ve, que la ve con más claridad que los otros, que sus otras partes. Y la seguimos, seguimos sus rastros, sus huellas; tratando de saber más de ella, de describirla, de entenderla, de saber cómo es, qué es, qué sentido tiene, hacia donde va, hacia adonde quiere ir, quiere crecer.
Es entonces el yo, la conciencia, nuestro refugio. Somos aquel ser que en lugar de hacer crecer alas a su cuerpo, o garras, etc.; está creando un tentáculo que comparte con la vida. Ese nuevo tentáculo es el lenguaje.
Con él nombramos, ordenamos, creamos una forma en la cual cada cosa, cada idea, cada ser, es atrapado, en enjaulado, en un nombre: piedra, águila, mariposa, alma, etc... Con las palabras hemos acortado distancias, cada cosa aunque no esté presente, no esté aquí, en este momento; pero basta que la nombre, que diga su nombre, para que ella este aquí presente, en mi memoria, en un diálogo, en un pensamiento, en una página. Por ejemplo mariposa.
No solo las hemos atrapado sino que hemos formado rebaños, manadas de cosas, de seres, como por ejemplo cuando nombramos mamíferos, aves, vehículos, amor, miedos.
Es como si ahora el mundo estuviera ahí, sea algo ahí, al alcance de nuestras manos, de nuestras palabras. Pero no en si es el mundo real, sino el interpretado, una interpretación; más aún deberíamos decir una representación de él.
Lo que hablamos con los demás es sobre nuestros mundos interpretados. La precisión, la precisión artística que hagamos de ellos, será el resultado de la calidad de vida que podamos alcanzar, lograr, vivir.
La vida cuando no está más en nosotros, está dentro de nosotros, se retrae. Es como si el nacimiento fuera un big-bang, que llega a elevarse de sí, sobre sí, como un istmo, como una ola; para luego volver a ser mar. Un intento, un brumo de sangre y barro que el espíritu, evaporación pura, lo eleva, para luego volver sobre sí mismo y retraerse, al punto, al inicio, a eso de lo cual brotamos. Casi como si ello, fuera un suspiro.
Nuestro yo, nuestra conciencia, es algo limitado. Mejor, deberíamos decir que es un sentido, un tentáculo, un miembro como los demás, como es la vista, el oído, el olfato. Ahora es el pensamiento y con él hemos logrado crear, imaginar, construir, un mundo virtual, un mundo que siendo universo, es más vida, es más imaginado. El mundo es una representación a través de imágenes envasadas, encapsuladas, en palabras.
Una metáfora es solo una sinapsis de las imagines. Enlaces de imágenes; relacionándolas, entrelazándolas, para luego, así atravesarlas, envasarlas, dentro de una palabra. Es casi como cuando envasamos agua o vino, o simplemente un libro.
Este sentido del alma, que todavía no lo hemos estudiado detenidamente, profesionalmente, debido a que no lo hemos considerado un sentido, sino aquello que ha llagado del mas allá. También vemos como Esiodo, quién nos decía que la vida a brotado del barro; pero apareció Tales con que todo provenía del agua, luego Heracclito del fuego, hasta que Parménides nos lanzo a ese oscuro silencio que es el ser, dijo todo proviene del ser, nos envió tan lejos, que todavía estamos tratando de volver.
Ahora Holan dice, nos habla, sobre esa huella, ese rastro que va adelante de nosotros. Ello no es otro que la poesía. Aquello que nos dice, que nos quiere decir, todo lo que hemos llegado a ser, y sin embargo, solo podemos ver, mirar, ya sea con los ojos del cuerpo físico, del alma o del espíritu, insuficientes como para poder ver la grandeza de lo que es vida, de lo que es vida en nosotros. De aquel cuerpo mudo que no puede hablar, que solo tiene un pájaro que gorgorea sonidos, parlotea, dentro del templo que es él.
Templo construido por millones de seres, de células, de genes, que han luchado, que están luchando, desde hace millones de años, por estar aquí, por estar presente aquí. Sostenedores de vida son; montaña de huesos destilados, desde donde brota la palabra poética.
Palabras que seguirán siendo nombradas como por primera vez, como si ellas misma se sumergiesen como las sirenas de Mallarme, delante de la proa, adelante del paso que estamos dando, de aquello ni pensado ni sentido. Nuestro mundo visible, aquel que aun tratamos de ver es insuficiente, es incapaz de nombrar a esa fuerza, a esa fuerza resultante que nos hace avanzar, a eso que nosotros hemos llamado espíritu. Pira que se quema; leña, fuego.
Pero esa fuerza resultante es tan mecánica como si fuera un rueda, no tiene nada de celestial, aún lo celeste lo hemos inventado. Esa fuerza es la resultante de todas las partes que nos componen, y de la cual nuestro yo, nuestra conciencia se queda asombrada, cuando brota adelante nuestro, porque en si ella es más potente que nuestro ser. Es una fuerza oscura que se dice así misma a través de la palabra poética; que el poeta, nombra, dice, escribe, y muchas veces calla.
El poeta solo como sacerdote de ese templo que es nuestro cuerpo; nuestro cuerpo aún mudo. El leguaje solo como un intento, como cuando un ciego toca con la punta de su bastón a las cosas y luego a través de ello, de lo que siente, se guía, vive; y más aún: habla.
Karigüe

PRÓXIMO CAPÍTULO: lunes 3 de Diciembre

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lunes, 19 de noviembre de 2012

Libro "Z" – Capítulo 11


SER AQUÍ
Los mundos, las culturas, parecieran diferentes en los detalles, en los modos de tratar, de tratarse entre las personas; ya sean estos de tipo comercial, social, cultural. La integración disminuye las diferencias, los detalles de las diferencias.
Si bien en forma individual los talentos brotan en distintas partes, en distintas culturas, no así el medio. El medio requiere cambios lentos, son como paquidermos; mueven, se mueven lentamente en relación a los cambios.
Los hombres pueden moverse en ascensores, en aviones, en autos, aún en bicicletas; pero las culturas se mueven paso a paso, lentamente, en relación a los cambios internos, a los cambios personales.
El mundo, la humanidad se está comportando como un organismo; como por ejemplo el cuerpo del hombre. Los pueblos del primer mundo, son como la cabeza, las demás partes son los órganos que permiten, que componen a este gran organismo. Las ideas pueden cambiar rápidamente, no así los músculos que requieren de tiempo, de esfuerzo, para poder lograr cambios, en cualquiera de las direcciones o sentidos.
Y aún el cerebro, en donde re realizan los cambios genéticos más importantes, más decisivos, más ejecutivos. Los cambios en sí son diferentes de un hombre a otro, de una sociedad a otra, las benditas conexiones entre neuronas: las sinapsis, se llevan a cabo en dos dimensiones. Por lo menos las dos direcciones que podemos observar sin entrar en detalle.
Estas son las personales, las conexiones que llevamos por el aprendizaje, por la deducción, por la reflexión, por la meditación, etc., ellas son conexiones temporales que con el uso se vuelven casi permanentes, aunque en sí son pocas en este campo “Ram”, en este campo de lo consciente, de lo presente.
No así en los cambios generacionales, pareciera que ellos o mejor estas conexiones son de otro nivel, de otro material, por no decir de otra naturaleza. Son de tipo más sólido, más real, más antiguas, más materiales podríamos decir, como si ellas fueran tan reales como un músculo, o un miembro de nuestro cuerpo, o una arteria.
Por estas últimas conexiones pasa nuestro pasado. Ese aprendizaje potente que a través del uso, a través del tiempo, de las mutaciones constantes a las que estamos sometidos, las fortifican, las solidifican, como las necesarias.
Como las probadas, las comprobadas, como esos pasos que dan los búfalos, los paquidermos, por lo que son difíciles de voltear, de derribar, inclusiva de mover de lugar; principalmente por su peso, por su peso adquirido.
Una rama de los monos se desvió, por algunas razones que tal vez nunca lleguemos a saber, a ver, ni siquiera a imaginar. Un desvío, una manera, una forma de mirar el horizonte, y ver allí parte de la inmensidad, parte de esa boca abierta que es lo infinito, que es el cielo. Que la luz cubre y la oscuridad abre, muestra.
La oscuridad es madre, es en sí la Mama Pacha, aquella que nos sustenta, que nos alimenta. Pero aquella que a la vez nos expulsa, como lo hace toda madre, ella es consciente de su finitud; de que siempre debe haber un paso delante de ese vacío que somos, de ese precipicio del cual estamos formados.
Atrás la oscuridad, de ella nos alimentamos; adelante solo el sueño, solo la imaginación como bastón de ciego; pero un bastón que se usa, se emplea, para tocar lo andado, y verificarlo.
Adelante solo la imaginación, solo el sueño, el sueño despierto y sueño cuando estamos dormidos. Ese sueño que es cielo cuando cerramos, cuando se cierran los ojos de luz, cuando el astro padre se va; cuando la poca luz, como la que nos brinda la Luna, solo es el medio que nos apacigua, que nos hace soñar sueños intermedios, sueños escalonados.
La madre, la Mama Pacha, el cielo, el firmamento, el universo, los universos, el Dios.
Sin embargo este animal solitario, se sigue nutriendo de la madre y, ve y solo ve un rastro delante de sí, delante de él. Como decía Holan un rastro, nuestro rastro, algo que no sabemos qué es, quién es. Algunos dicen inquietud, espíritu, algo que es un rastro que se adelante, como sí fuera una pisada en el desierto o en la nieve.
Pareciera que ello no es nada fantástico, ni místico; es y son aquellas conexiones, aquella sinapsis que están, que fueron instaladas hace mucho, mucho antes del animal ser animal y el ARN ser ADN. Una experiencia cimentada que no podemos ver ni entender, ni menos darnos cuenta de ella.
Una experiencia viva. La palabra como metáfora muerta, la metáfora como cápsula de lo aprendido, de lo vivido, sin poder entender, solo información, conocimiento vivo, pero de otra forma. Un conocimiento no consciente ni inconsciente; un conocimiento como el que se almacena en un músculo, en una arteria, en una uña, en un gen, en una célula.
Una sinapsis antigua, vieja, ya solidificada, ya hecha carne; porque en sí la carne no es mas que energía con memoria, energía condensada, solidificada con forma, pero solidificada no sólo por fenómenos temporales sino por puro machacar, por práctica de verificaciones consecutivas, por repeticiones temporales que tienden a ser repeticiones eternas, como si la repetición de un acto y de un fenómeno fuera una forma de hacer perennemente presente algo que es etéreo, algo que es espíritu para convertirse en materia.
Dentro de las sinapsis debemos considerar la evolución desde la energía a la materia también, así podremos ver toda una evolución, toda una forma de ser, toda una naturaleza de nuestro espíritu, de nuestra cultura, de nuestra forma de ser, de comprender, de actuar, de forma consciente, de forma inconsciente; pero además, aquí esta lo interesante, de forma natural, pero ya no de la forma en si de la naturaleza, tal como la conocemos, sino de una naturaleza especial, la naturaleza de nuestro espíritu.
De ella todavía ni siquiera sabemos de su existencia, ni siquiera la presentimos, no nos damos cuenta de ella, salvo algún poema como el de Holan, nos indican que algo que no es ni dios, ni fantasmas, es algo más nuestro que nuestro propio cuerpo, que nuestra propia sangre, que está con nosotros desde hace mucho tiempo atrás, más aun somos más ello que lo que podemos ver en un espejo y lo que podemos imaginar y pensar que somos.
Una huella que marcha delante de nosotros, ese paso al abismo que está, que existe adelante de nosotros; y, que sin embargo nos atrevemos a avanzar, a dar ese paso, simplemente porque creemos en algo nuestro, en nuestro espíritu, aquello fermentado por nuestra propia experiencia, por nuestra propia vida, destilada, eso sí por la repetición en y a lo largo del tiempo.
Tiempo entonces como morada desde donde nos erigimos, desde donde somos, cuerpo como cortezas de árbol, rodeando de pura repetición brotada del acto de estar, del acto de estar aquí presente a lo que solemos decir estar vivo, estar aquí, el famoso ser ahí, debemos decirlo ser aquí.
Karigüe

PRÓXIMO CAPÍTULO: lunes 26 de Noviembre

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Gracias. Karigüe

lunes, 12 de noviembre de 2012

Libro "Z" – Capítulo 10


Z
Es verdad que el mundo exterior tiene sus leyes, sus relaciones de fuerzas, sus adaptaciones, etc.; el mundo interior también. Pero lo interesante que no son muy diferentes, ni las relaciones, ni las intensidades; más aún hay una complementación.
Es decir que el mundo exterior e interior tal como los estamos concibiendo, se complementan y son partes de otras relaciones, de fuerzas; más potentes, más grandes, más intensas, más superiores.
Vemos, estudiamos en forma directa y cada vez con mayor precisión a los fenómenos que nos rodean. La física, la química, la biología, etc., nos están dando datos, información, muestras, de que este nuestro mundo, de que en este nuestro mundo, hay una armonía tan clara de ver, que cada vez, en forma directa y a través del arte estamos disfrutándola, estamos sintiendo un placer, un gusto de estar entre ellas, de que ellas intervengan de forma directa e indirecta en nuestra vida, en nuestra existencia diaria.
Pero este nuestro mundo interior, nuestra alma, nuestro espíritu, nuestro ser están en constante y profunda formación, transformación, tienen sus leyes, sus relaciones, semejantes a las leyes físicas, químicas biológicas etc.
Lo que sucede, lo que nos sucede, es que este mundo interior es nuestro, no lo compartimos con los otros, es de una manera u otra nuestra responsabilidad, casi total. Casi total porque aparentemente creemos que es nuestro, de nadie más, somos el jardinero del mismo, su constructor, su amo por así decir.
He aquí que una parte de nuestro ser, puede ser el yo, la conciencia, se siente amo y señor de este mundo interior. Su amo y señor de todo cuanto brota, de todo cuanto encontramos. Si es un tesoro, es nuestro; si es una idea, un sentimiento, un pensamiento, es nuestro; si queremos o decidimos no decirlo a nadie, a nadie se lo decimos.
Se ha llegado a decir, por ejemplo que “Toda virtud que se ostenta, es falsa”. Pareciera que la globalización, aquello que nos está haciendo ser parte de una constelación llamada humanidad, mundo, es a la vez causa, acción, que produce una reacción; una introducción del ser sobre sí mismo, dentro de sí mismo, con una fuerza e intensidad semejante, equivalente.
Es decir que nosotros, nuestro yo, nuestra conciencia; como personas, como conciencia, como mundo, vemos crecer, erigirse un mundo cada vez más nuestro, cada más intenso, más potente, más poblado, más vivo, más real.
Esta piel que vibra, esta piel del alma, desde donde podemos contemplar a los dos mundos; vivirlos, sentirlos, amarlos, gozarlos, se erige como un istmo, como algo que se eleva de sí. Cómo si dos olas se encontrasen, como si estas dos olas nos elevaran, a un lugar cada vez más alto.
Como si se estuviera formando un eje Z. Algo creado, formando, compuestos, de y por estos dos mundos, para formar un tercero. Un eje, un mundo, desde donde contemplarnos, desde observamos, desde donde vemos, no ya como aquello que ve nuestro sueño cuando soñamos, sino como aquello, como aquel, que ve su vuelo despierto, presente, en el ahora, ya sea el ahora un sueño, o simplemente un ver y observar, lo que estamos siendo, dentro de un universo cada vez más nuestro. Cada vez más dueños de él, aunque suene a ridículo, aunque sea solo un milímetro lo que tomamos del universo, pero es así, el hombre, el mono que piensa, así como se está adueñándose de la tierra, ahora se está adueñándose del universo también.
El corazón y el espíritu, son relativamente nuevos, para la vida, para el mundo. Mejor aún ellos son los formadores del mundo, de ese mundo real formado, creado como morada, como casa, como choza, del hombre; de ese mono que está pensando, de esa especie viva, que trata de lograr el dominio, que se implanta como un condado, como una comarca y en donde, a la vez, se erige rey.
Su reino es la humanidad, en donde hay capas, niveles de intereses. Primero está la especie, luego las razas de esa especie, y así sucesivamente hasta llegar al hombre individual, al talento.
Y desde allí, desde esa tormenta encapsulada llamada idea, se forma, se imagina, se crea, otro mundo. El mundo del espíritu, en donde el combustible, la leña, es el propio corazón: los sentimientos almacenados, guardados en el alma desde hace mucho tiempo, muchos años, siglos milenios y porque no millones de años.
Es así, hoy vemos como el espíritu se eleva en raudo vuelo, se despega del nido, que es el corazón del hombre. Un ave cuyo vuelo se pierde en lo infinito, en lo eterno.
Es él, el que ha creado la palabra, la lengua, es el mismo que se ha sumergido en ella, y esta fecundándola. Está nombrando con ella a las cosas, a los objetos, infundiéndoles nueva vida, una vida nueva, una vida espiritual.
Somos hijos de la naturaleza, del universo, pero somos padres, creadores, de un mundo nuevo, un mundo espiritual, un mundo acorde a nuestra experiencia, a lo vivido. A los recuerdos, desde donde hemos destilado lo vivido, en ello construimos ese mundo en el cual tanto el hombre occidental como oriental, hoy se unen.
Un mundo de plenitud temporal, temporal del ahora, del escalón logrado, alcanzado. Esa ola erigida, alcanzada, como su suelo, como un artificio imaginado que el tiempo ha solidificado.
Un nuevo mundo del que brota, no ya sólo espíritu, ni alma, ni menos corazón. Es algo que se sustenta así mismo, a través del lenguaje, de las ideas, de los sueños, de los deseos, de las pasiones, de los pensamientos; cómo si todos ellos fueren elementos, elementos como lo son los que componen a la tierra, al universo.
Elementos nuevos, de una nueva naturaleza, para la cual todavía no tememos ni sentidos, ni ojos para poder ver. Solo presentimos, ni siquiera sentimos que este mundo nuevo late dentro de nosotros, se sumerge dándonos presentimientos y se emerge como una mano que crea, que forma, lo nuevo, un mundo. En donde lo presentido levanta su vuelo siendo poesía, siendo amor, siendo miedo, un nuevo miedo, en donde la muerte es solo un volver al silencio, es un llamado al silencio, un volver hacía sí mismo, un arrobarse en si, un replegarse dentro de ese silencio en donde el universo, la vida, el mundo, el hombre, son sólo la luz de un luciérnaga.
Una luz que además de iluminar, ve. Y no solamente ve, se describe, escribe su paso, su recorrido, su elevación de sí mismo. Una punta de lanza que penetra en el tiempo, en el vacío, fortaleciéndose, formándose, y cuya estela que deja a su paso es el mundo, el mundo del espíritu, un mundo espiritual, cuya luz es conocimiento y cuyo calor es el amor.
Karigüe

PRÓXIMO CAPÍTULO: lunes 19 de Noviembre

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Gracias. Karigüe

viernes, 9 de noviembre de 2012

Poema - Oasis

sales, porque en realidad
sales con ese poder que tienes
para imaginar

pero imaginar no es
inventar, es más aún recordar

sales y recorres el bosque, el río
las montañas, de tu pueblo,
ves a un niño jugar con las
cosas, les habla y ellas
hablan con el

todo un paraíso bajo ese cielo
azul, bajo y dentro de ese
recinto que vive en ti

¿otra vida’ no, no, es la vida
que se ha sumergido y lo que
vives y sientes hoy

es solo un oasis.
Karigüe

miércoles, 7 de noviembre de 2012

Poema - Mesa

Solo imagina con lo que sabes al cuerpo
el no duerme, la actividad
de los elementos que lo conforman
es permanente

como el cielo que ves cada
noche, cómo laten las
estrellas, cómo se desplaza
la tierra cuando gira

Y pensar que tu mente está
tan llena de cosas, de
hechos, pensamientos, sentimientos

es la mesa, con esas tres patas
sobre la que escribes tratando
de unir, de tejer, sobre
el oscuro silencio que
todavía eres.
Karigüe

lunes, 5 de noviembre de 2012

Libro "Z" – Capítulo 9


TEMPLO
En lo diario, en la actividad, las cosas suceden como son. Cómo si el mundo exterior fuera un ser vivo, tan vivo, y tan complejo, como somos los seres humanos.
Pero de una u otra manera tendríamos que limitarnos, y decir que el mundo exterior para un ser humano, es equivalente (y aquí si que no podemos dar medida ni referencia) al mundo interior del ser humano que estamos hablando. Esto como una ley general, global.
Y aquí nuevamente nos tendríamos que limitar; porque el mundo interior (cercano) del ser humano en consideración, es equivalente al mundo exterior (cercano), a su mundo exterior, pero limitado a sus relaciones, a sus sucesos circundantes; personas, hechos y cosas que lo afectan de forma directa.
De ese mundo exterior circundante, lo equivalente es un mundo interior inmediato, superficial, que está en la superficie del alma, y que al estar en relación directa, diaria y efectiva, se convierte en eso común, en eso que es la conciencia, el yo, y su medio ambiente.
Es decir que podríamos hablar de lo real, de lo que le está sucediendo ahora al ser de nuestra referencia.
Podríamos imaginarnos a dos elementos; cada uno de ellos con sus capas, con sus diferentes niveles, como si fueran cortezas de un árbol, que se unen con céntricamente. Una capa de uno y otra capa del otro.
Lo que siente, lo que le pasa a nuestro ser de referencia es un torbellino, es un huracán de cosas, de hechos que suceden, cada uno con su centro. Cada uno, ya sea ser o cosa, con su forma de ser, con su forma de estar presente, aquí, ahora.
Como si nuestro presente fuera un punto de intersección de fuerzas, de fenómenos compuestos de fuerza, que en este instante interceden. Un punto el ahora. Un punto que es tiempo, espacio y universo.
Un universo vivo, expuesto, posible de estar aquí dentro de estas dos coordenadas, espacio y tiempo.
El sistema binario de nuestra tecnología informática, es de estar activo, es decir con tensión, y no estarlo. Es decir son ceros y unos. Esto es la base de nuestra tecnología actual.
Imaginemos que nuestro universo, representado por cualquier elemento que lo compone, sean cosas o seres, está en un punto, formando por las coordenadas cartesianas del espacio, es decir x, y, z. Y que ese punto está quieto, inmóvil, dentro de lo que consideramos universo. Seria el punto cero, sin actividad, sin energía, como el cero de nuestro sistema informático.
Ahora imaginemos que ese punto se mueve a otras coordenadas, x1, y1, z1, y luego se detiene nuevamente. Es decir que nuestro punto se ha desplazado una cierta distancia, que ha pasado un cierto tiempo, un delta de tiempo, para volver a la quietud.
El tiempo aparece aquí como duración del desplazamiento, tiempo de encendido de una cierta luz, como puede ser el de la luciérnaga en una noche oscura.
Nosotros somos receptores del encendido de la luciérnaga, es decir del tiempo en el cual está encendida la luz, como podría ser del tiempo que se desplaza nuestro punto del 0 al 1.
Así como en nuestro sistema informático es quietud (0), y energía (1); en nuestra vida real, en lo que nos pasa como seres vivientes, estar quieto (0), estar en movimiento (1).
Aquí está lo interesante, nosotros, nuestro ser receptivo es binario quietud y movimiento, el espacio no existe. ¿Cómo? Sí, el espacio es la consecuencia del movimiento del ser en el vacío, que es lo mismo decir dentro de sí.
Los sentidos imaginan, crean, inventan, las formas, como si alguien estuviera soñando, para después desvanecerse en el sueño mismo. Cuando Calderón de la Barca nos dice la vida es un sueño, nosotros imaginamos un antes y un después; antes de venir a este mundo y después, y la verdad que es solo un tiempo, un tiempo asignado, dado, donado, para estar aquí, como un suspiro, como un sueño.
Nacemos, crecemos, aprendemos, amamos, odiamos, sufrimos, gozamos, anhelamos, soñamos, etc., y sin embargo solo queda de nosotros los hijos, nuestros pensamientos, nuestra obra.
La vida también nace, y muere; el mundo lo mismo; el universo otro tanto; el universo de los universos también.
¿Qué queda entonces? Queda la oscuridad, el silencio, la quietud, todo lo demás es ruido, latido, dentro de otro latido, movimiento pendular. Para adentro para afuera, como si fuera un corazón que late y cuyo aliento se pierde en los orígenes de los tiempos, del tiempo.
Quartz, elementos que forman a los quartz; se juntan, se separan, se agrupan en forma familiar, para luego volver. Así podríamos seguir, y ni nuestra imaginación podría continuar, porque así como no podemos ver los confines de nuestro universo, aún con la tecnología, tampoco podemos ver nuestro origen, nuestro inicio, el inicio en el tiempo de los universos, del universo. Somos todavía muy débiles, muy niños, para poder ver y comprender lo inmenso, lo eterno, lo sin tiempo.
Sin embargo no podemos dejar de valorar nuestro atrevimiento de hablar, de escribir, sobre estas cosas inconcebibles, inimaginables. Ello se debe a que existe dentro de nosotros una inquietud atrevida, floreciente a lo largo de la existencia individual, como colectiva, que está constantemente husmeando. Cómo cuando un pájaro vuela en lo alto o como un buzo se sumerge dentro del mar, de ese mar cercano, de ese mar que es memoria de la vida sobre al tierra; nada mas que eso.
Un alma dentro de otra alma. El mar y nuestra alma. Elementos que almacenan nuestro pasado, nuestro pasado cercano.
El alma y el mundo, cómo centro el espíritu El universo y el mundo, cómo centro el hombre.
El universo y el dios, ¿cómo centro el mundo?
Toda una pirámide que se pierde en las alturas de los cielos y cuyas raíces beben de un pasado que nos une, que une al cielo y la tierra, al universo y al silencio, a dios y a los hombres. Cómo si todos estuviéramos dentro de un templo invisible, inmenso; formado de silencio, de oscuridad, que nos sustentan. Mientras nosotros decimos: “pienso luego existo”.
Karigüe

PRÓXIMO CAPÍTULO: lunes 12 de Noviembre

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Gracias. Karigüe

miércoles, 31 de octubre de 2012

Poema - Ellas

Viajo, eso es lo que hago desde
que me desprendí

mi imaginación es como un
navío que me lleva por
lugares siempre nuevos, solo
para mi

a veces, en algunos lugares
bajo solo y recorro como
un explorador

nombro y reconozco después
y es como si las cosas fueran
más amigables y hablasen

ellas son entonces las que se
dicen a través mío, ellas
son las que me describen
más aún me forman.
Karigüe

lunes, 29 de octubre de 2012

Libro "Z" – Capítulo 8


LA SOMBRA
El carácter, el temperamento, la personalidad, son atributos, formas de ser, de comportarse, de reaccionar consigo mismo, con los demás y con el medio.
Cuando decimos consigo mismo, nos estamos refiriendo a que hay algo, alguien, que reacciona con el mismo, por lo tanto hay alguien también al que llamamos sí mismo.
Lo del mundo exterior esta claro, es el conjunto de cosas que pasan, que suceden en el mundo de todos los días, con los demás, en lo cual nos referimos también a la forma como reaccionamos, con los estímulos de los demás y con el ánimo que nos damos a nosotros mismos. Es decir que inclusive en el mundo exterior está actuando también aunque no siempre, lo intimo, lo nuestro, lo impalpable, nuestra forma de ser, nuestro carácter, nuestra personalidad.
En el mundo interior ya es otra cosa, estamos dentro de algo, de nuestro cuerpo, de nuestras ideas, percepciones, sentimientos, sueños, etc., es decir con todo aquello que es nuestro y de nadie más.
Si lo expresamos, si lo compartimos; lo que llega al otro son cosas similares, pero no llegan a ser lo que somos, lo que sentimos, lo que percibimos, la desconfianza, el interés, etc.
Cuando está el otro enfrente, son tres mundos que se encuentran, el mundo del otro, nuestro mundo interior y el mundo compartido. El mundo en el cual estamos compartiendo, lo común, el interés, el deseo, el miedo, es decir todo aquello que se pone al asador, en una olla, en un crisol, llamada comunidad. Lo común con el otro con los otros, es decir la sociedad.
No podemos decir mundo real, porque los tres son mundos reales. Existen, viven, laten, se expanden y se contraen; cambian. El mundo compartido, el común, es de difícil manipulación, es decir que es un mundo de cambios lentos, como si el mismo tuviera ya su propia mismisidad. Un mismisidad latiente, formada por cada uno de los seres que lo forman, por cada uno de los hombres, de los pueblos, de las sociedades, de las culturas.
Este mundo común, esta común unidad, comunidad, es un ser vivo, como es el de cada persona que lo compone. Es el mundo en si, es la suma, la montaña de huesos destilados, que se reúnen, que se unen, que intercambian cosas, como si fuera un mercado en los que todavía se trueca, se hace trueque, se vive intercambiando cosas, bienes; bienestares, bien estar.
Es como si se estuviera formando una galaxia, ya no un sistema como el solar, sino una galaxia, con astros estrellas, planetas, cometas, agujeros negros.
Hay algo en común, hay algo que podemos ver al atravesar verticalmente a lo largo de nuestra historia, desde el LUCA hasta ahora, hasta este momento que estamos intercambiando ideas.
Hay algo que se está haciendo, algo que se está expandiendo, desde el ARN, al ADN, desde el gen a la célula, desde el órgano al cuerpo, desde el alma a la mente. Esa mente, esa alma que ve, que quiere ver, con un interesante condimento, ver hacia fuera y hacia adentro, quiere mirar hacia atrás, desde un punto que está en al piel del alma. Un sentido, ya no solamente un poro de intercambio.
El poro fue un punto de intercambio, había que separar las aguas, había que buscar una identidad. Un pararse en si, un formar raíces, y ver que pasa; un detenerse y resistir los embates del sol, de las aguas, del tiempo, un estar ahí.
Fue después el ánimo, el temperamento, el microclima, la atmósfera, el agua retenida, fermentada, destilada.
Si vemos la formación de los moluscos, a los vertebrados, a los mamíferos; veremos que es la columna vertebral, la que sigue dándole flexibilidad a los vertebrados. Con la diferencia que es la columna, la que lentamente nos va a ser parar, nos va a permitir mantenernos erguidos.
Con ésta posición, podíamos no solo mantenernos parados, sino caminar, mirar no solo el horizonte sino el cielo físico también, entonces si soñar, pensar, imaginar; porque el cielo se abre como una ventana grande, ya no es solo un sentido como el de la vista sino que el cielo se introduce dentro de nosotros y lo que hacemos es copiar, gravar, recordar, memorizar.
Es entonces, que nuestro animo, nuestro carácter retiene, desarrolla un casco, una gorra, algo que detiene el agua que pasa por nosotros, el agua que se está yendo de la tierra y de todo ser, la retenemos formando una garra invertida, y allí el agua se enfurece; pelea, nos da pelea, y de esa pelea, de esa lucha brota nuevamente el rayo por segunda vez, pero esta vez de una manera sutil, etérea, imperceptible: la idea. El pensar, la luz que nos permite ver y vernos.
Por un lado la naturaleza hecha costumbre forma alrededor de un ánimo: el cuerpo, el alma; pero después de un cierto punto se repite, como se repitió el rayo, nuestro espíritu vuelve a brotar pero ahora como un yo, como una conciencia, que quiere aprende, que quiere ver, no solo lo de afuera, lo del mundo exterior, sino nuestro pasado, las distintas costras que hemos formado para proteger aquello que somos, conchas, casas, construidas al vivir, al existir.
Des – ocultarnos, para volvernos a ver, para reconocernos, es nuestro pasado, nuestra historia, el camino que hemos tenido que recorrer para llegar aquí, para llegar a ser lo que somos. Ver esa historia es vernos, es comprendernos, entendernos.
Hoy somos un ojo circular, esférico, que ve nuestros rastros, nuestro sueño, nuestros tentáculos, nuestro medio, medio ambiente, desde donde nos hemos tomado prestado lo que somos.
Un paso adelante, otro atrás. Soñamos y vemos el paso que todavía no hemos dado. Vemos que la sombra de lo que somos camina adelante de nosotros, porque es así el presentimiento es algo que reúne lo vivido ya, lo experimentado. El yo sólo tiene la cualidad de recordar, el espíritu de vivir, de soñar, de ser, de lo que estamos hecho.
El yo como ojo, el espíritu como obra, como la mismisidad que obra, que funde a las cosas de todos los días en el crisol de lo que hemos llamado mundo y de donde nos alimentamos, pero además decimos yo quiero, yo soy; y, una sombra que camina adelante nuestro se ríe, un ojo que ve nuestro sueños no solo sueña sino que nos abre camino, para que digamos como un niño: “Pienso, luego existo”.
Aquello que describe de una manera casi inconsciente el reino que vive desde siempre en el corazón del mundo, en el corazón de cada hombre: el amor.
Karigüe

PRÓXIMO CAPÍTULO: lunes 5 de Noviembre

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Gracias. Karigüe

viernes, 26 de octubre de 2012

Poema - Donde el cosmos solo late

extraemos sonidos del silencio
signos del espacio
e instantes de plenitud, de belleza
vividos como espíritu en el alma

estamos adentro de ella, nos
movemos en su placenta como
larvas, como renacuajos

crecemos y cuando miramos
desde las orillas, las montañas
el desierto y el cielo nos
parecen la inmensidad pura

ya en el atardecer de la vuelta
volvemos a sumergirnos y
soñamos

como si el alma fuera aquello
en donde el cosmos solo late.
Karigüe

miércoles, 24 de octubre de 2012

Poema - ¿Cómo ….?

¿Estamos solos?

cómo puedes decir eso, si
sientes el silbido del viento en
la paja brava, el rugir de las
olas cuando chocan contra
las rocas, el murmullo del
bosque al anochecer

cómo puedes decir que estas solo, si
la tempestad te despierta, te
arrasa y te lleva como una
hoja de papel

sí cuando la tierra respira
a través de sus poros
llamados volcanes, entrega
su alimento a la nueva piel

Y con el que conversas, ese que
a veces te pregunta otras te contesta

¿Cómo puedes decir que estas solo?
Karigüe

lunes, 22 de octubre de 2012

Frase Ilustrada - La idea...

Libro "Z" – Capítulo 7


SABOR
Las cosas del poder: el orden, las relaciones, las posibilidades, las oportunidades, etc., es un conglomerado de cosas, de situaciones cambiantes, que son tan errática y tan imposible de ser calculadas, como lo es una tormenta, un huracán, con la similitud también de que es difícil, de prever sus consecuencias, más aun su resultado.
La naturaleza de la mente es una copia de lo que está afuera, del medio ambiente, de lo que nos rodea, de lo que está afuera de nuestra piel; pero no la que cubre nuestro cuerpo sino la que cubre a nuestra alma: la piel del alma.
La naturaleza como costumbre, la naturaleza como experiencia. Lo almacenado, aquello que se va formando por lo vivido, que se va modificando de acuerdo a las necesidades, de acuerdo a lo conveniente; para poder existir, para poder estar, para poder comprender. Es decir la naturaleza como resultado de la experiencia de estar, del estar de algo en la tierra.
Imaginémonos el origen, el primer elemento, el primer ADN existente sobre la tierra; podríamos algún día ir un poco mas lejos y encontrar el eslabón perdido, aquel que hace, que permite, que lo inmaterial, que lo inorgánico se convierta orgánico. Que no debe ser muy diferente a cuando la tierra, el agua, los nutrientes se convierten en savia, que permite que el árbol sea; pero como todavía nuestro desarrollo no ha llegado allí, tenemos que comenzar por el ADN.
Imaginemos entonces que nuestro primer ADN el LUCA, sale a lo exterior, se encuentra con un clima hostil, al cual se tiene que adaptar, pero este clima hostil existe y está y vive con lo del alrededor; por no decir rodeado por fenómenos cercanos y lejanos que lo están modificando constantemente, pero que es dócil, esto quiere decir que es solo consecuencia.
Pero nuestro LUCA tiene una particularidad, recuerda, almacena recuerdos que después le van a servir; de los cuales él se va servir, no sólo para dar respuestas sino para alimentarse como los hacen los rumiantes.
El LUCA además se multiplica o sea que se expande como elemento similar, como elemento semejante; sí bien el trata de repetirse de forma similar, el medio que le toca a cada uno de sus descendientes es diferente por lo tanto, tiene que tomar la forma y adaptarse a esos diferente medio, es decir a sus otras mitades.
En este multiplicar, en este almacenar, se produce otro fenómeno interesante que es el siguiente: este ser vivo es caníbal, aunque ya nació, mejor dicho se hizo presente, mejor si decimos que es de esta forma y no de otra, éste ser necesita de los demás para vivir, para estar, ya sea físicamente, químicamente. Más adelante veremos que psíquicamente, socialmente, etc.
Es decir que el ser, para darle un nombre a esto vivo que se repite y se almacena, es devorador, es caníbal, necesita alimentarse. Además del agua, su principal elemento que lo forma, necesita de otros elementos que han ido teniendo, por así decir, sus antecesores.
Es decir que la vida como ser presente sobre la tierra es un conglomerado, es un ser que se erige de sí y sobre sí mismo, sobre ascendientes. No es poético sino practico decir, que nos erigimos sobre la montaña de huesos de nuestros antepasados, mejor hay que aclarar que esos huesos, son los que nos hemos comido o sino directamente a través de nuestros antepasados.
Es muy interesante ver a ese tipo de araña, que cuando esta embarazada, come y come hasta tomar dimensiones importantes, luego pare y sus crías se alimentan de ella.
¿No habrá hecho eso la tierra, también? ¿Nosotros sus hijos, no nos estamos alimentando de ella, no la estamos consumiendo?
Y así nos podemos remontar hasta el big-bang. ¿No será que este nuevo ser llamado universo, se esté alimentando de otro ser superior, otro ser anterior, consumiéndolo? No me sorprende ésta idea, ésta imaginación proyectada, porque lo siento así.
El tema es cuando nos acercamos, cuando nuestra lupa, mejor dicho nuestra mente comienza a ver adentro de nuestro cuerpo.
Lo que ve son órganos, cada uno cumple una función, pero para llegar a donde hemos llegado, desde aquel LUCA hasta este mono que piensa ha pasado mucho tiempo, a tenido que pasar mucho agua debajo del puente.
Ríos de sangre, de prueba. Hay un escritor francés que se pasó gran parte de su vida recolectando piedras que tengan semejanza con los órganos del cuerpo del hombre, y en verdad lo logró. El nos dice que la naturaleza, paso mucho tiempo haciendo moldes, moldeando lo que después seria el cuerpo de uno de sus criaturas más bellas, como cosa bien hecha, nos guste o no.
Decimos en este caso la naturaleza; pero a la vez comenzamos a decir que la naturaleza es una costumbre, el hombre también. Pero aquí esta la pregunta ¿costumbre de quién?
Es decir que hay algo, hay alguien, que está experimentando, que está siendo, que está tomando formas, diferentes para asegurarse, para asegurar su presencia sobre algo diferente, sobre algo que existe mucho más tiempo que él.
No es que lleguemos a los opuestos, sino además de los opuestos, a los opuestos con sentido, es decir una cupla que se relaciona.
Que juega, si se podría decir así, y que a través de ese juego se avanza, como si se avanzara en el sentido de un tornillo, de una espiral.
No creo que haya dudas a esta altura de nuestro conocimiento, sobre nuestro desarrollo, sobre este mejoramiento continuo. Sé hacen mejor las cosas, los seres humanos son más bellos, más acabados, aún con sus imperfecciones o cosas por mejorar.
Somos solo una forma posible, fue lo que hasta ahora pudimos ser. Pero como también lo vemos ya sea en los animales (desde donde hemos brotado) y en los vegetales. Ellos también se modifican, también están dentro de esta espiral que avanza.
La pregunta se vuele a plantear así ¿Hacia a donde vamos? ¿Qué es el que avanza?
Estamos dentro del mismo bote. Lo vivo, para incluir solamente lo orgánico está como entrelazado, unido a lo inorgánico, necesitamos de ellos, es nuestra otra mitad. Así debe ser para aquello que está y aquello que está siendo. El tu y el yo. El universo y el vacío, lo orgánico y lo inorgánico.
Todo un conjunto de células, de elementos que unidos desaparecen y que separados hacen estallar, saltar, un arco eléctrico, la luz, el calor. Alrededor de ese calor y luz, alrededor de ese fogón nos sentamos, conversamos, hablamos, pensamos, opinamos; y por que no, nos divertimos.
Una sonrisa, una risotada, nada más. Luego el silencio, la oscuridad, aquello desde donde hemos brotado, aquellos desde donde somos, desde donde brota nuestra vida, nuestra savia, nuestras palabras, nuestras ideas; sólo, sólo para consumir el tiempo, beberlo como cuando se bebe una copa de vino, se disfruta el sabor: su bouquet..
Karigüe

PRÓXIMO CAPÍTULO: lunes 29 de Octubre

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Gracias. Karigüe

viernes, 19 de octubre de 2012

Poema - Vemos

a medida que avanzas
las cosas no son mas cosas

es como el aire
unión de tierra y agua,
lo superior que las rodea
a ambas, como una esfera

dentro de la atmósfera, pasan
tantas cosas, como dentro
de una piel

afuera es como si fuera
otra vida, otra comarca,
otro mundo

bendita la piel no
porque protege sino
porque al separarnos

¡Vemos! ¡nos vemos!
Karigüe

miércoles, 17 de octubre de 2012

Poema - Mi espíritu

¡Ay! ese mundo invisible
solo para la física

habita allí mi espíritu, el alma
es como la atmósfera en donde
esa pequeña águila respira y
sueña

esos sueños con como su presa,
no llegan a el porque lo buscan
sino que él los caza

es la fuente desde donde la
vida brota y se transforman
en naturaleza o belleza

cada vez más alto su nido
cada vez más altas las montañas
como si la tierra y el cielo
crecieran con el.
Karigüe

lunes, 15 de octubre de 2012

Libro "Z" – Capítulo 6


MUNDO INTERIOR

“Hay algo libre que vive en el universo”. Karigue

Hay un tiempo del tiempo, en cual quiero estar solo. Caminar, ver lo que me pasó en los últimos días. Verme cómo reacciono, cómo lucho; con ese carácter, con ese temperamento. Luego trato de ver eso que sucedió, eso que me pasó, eso que vive, de una manera más clara, dando una respuesta más de acuerdo a lo conveniente de las cosas, de mi interés también.
Entonces pareciera que la niebla que cubría (hace algunos momentos, desde que sucedieron los hechos, las cosas) se levantase, y las cosas fueran más claras. Luego me siento bien, me siento acorde con los hechos, con el mundo.
Pero qué pasó entonces, si los hechos seguirán sucediendo de esa manera, la gente no cambiará, el mundo es así: y si cambia, cambia a paso de una hormiga, de una tortuga. Lo que cambió es un baño, es hacer pasar una brisa fresca por una frente cansada, por una frente sometida a las tormentas que pasan, que suceden, en éste mundo, en ésta tierra.
Como un momento de paz, como un momento en el cual se construye, se erige, un castillo, un conglomerado, un edificio: el mundo. Mi mundo, pero lo interesante no un mundo exterior, aunque si bien este se ve afectado; pero lo que se construye es un mundo interior.
Algo tan grandioso, tan inmenso, tan inconmensurable; como si hubiéramos abierto el más grande de nuestro sentido, de aquellos poros por donde nos vinculamos con el mundo, con el mundo exterior.
Éste nuevo poro, éste nuevo sentido, es más profundo e inmenso que el pensar, que el conocer, que el aprender. Es un nuevo mundo, el cual se ha ido preparándose, construyéndose, a fuerza de la costumbre, a fuerza de estar aquí presentes, viviendo, siendo, conociendo.
Un mundo, un nuevo mundo que estoy descubriendo, aunque un poco tarde; pero temprano cuando se siente, se sabe, que es un mundo que no tiene tiempo.
Un mundo en el cual represento, en el cual cocino, aderezo, lo que he conseguido en el mundo en donde vivo con los otros. Luego allí con todos esos ingredientes, pongo al fuego, la olla de mi reflexión.
¡Ay fuego divino! Eres lo divino, eres aquello con lo que preparo mis alimentos, enciendo los palos, las ramas, secas, para que me den calor, fuego. Enciende las ciudades para prolongar el día, enciende las moradas para vivir juntos.
Alrededor de este fuego nos estamos, estaremos sentados por siempre. Fuego divino, fuego con el cual me reúno, con los otros, me vuelvo a reunir con los que hace tiempo me había separado.
El cariño, el amor, es ver, es ver en el otro la representación. La representación, la misma y a la vez otra de aquella brotada, nacida, fabricada, por la reflexión.
El amor solo es un vinculo, solo es una vena, una sinapsis, entre dos aislamientos, entre dos soledades. Representaciones diversas, diferentes, con diferentes actores; pero el mismo trama, lo mismo que se está haciendo desde siempre, que se está haciéndose presente, y que el eje z traspasa, que desde el eje z se puede ver, observar.
Por eso habrá sido que Wittgenstein, nos recomienda: “Antes que pensar, observar” Porque es de la vida que nos alimentamos, es del andar, del vivir, aún del pensar. Pero el pensar, cómo una cosa mas, cómo un tentáculo más, cómo un poro más.
Nuestra intimidad, nuestro mundo interior, nuestra mismisidad; es un mundo profundo, abierto, fértil; como los desiertos que algún día estuvieron cubiertos de agua, de vida, y ahora son reservorios; ahora ya están para volver.
Sí lo vemos así, nos daría la impresión que alguna vez y no hace mucho nuestro mundo interior estuvo cubierto de vida, era vivo, fértil, pensado, trabajado. ¿Era de otro? ¿Somos seres que vuelven a vivir, vuelven a cultivar un mundo ya cultivado, un mundo que cuando llegas es un reservorio? ó ¿Es un mundo compartido, un mundo parcelado, un mundo formado por celdas, células; a una de las cuales volvemos a cultivar?
Un mundo compartido, un mundo parcelado, un mundo separado, pero que se vuelva a unir por medio de la relación, del vínculo, del compartir, del amor, de los afectos.
Sí ahora vemos, lo vivimos, vivimos con él a diario, en cada momento, es porque es nuestro; es real. Así lo sentimos, así lo estamos juntado, uniendo; pueblos, ciudades, naciones, países, continentes, imperios, se unen. Se unen a fuerza, por fuerza, por el imperio de las fuerzas que nos incitan a unirnos, a estar junto, a forman un ser, más grande, más poderoso, para poder así sobrevivir.
Pareciera entonces que ya el universo está en el estado de contracción, se está volviéndose a unir, compactándose. Lo vemos a diario, en nuestras ciencias, en nuestras investigaciones, en nuestra elucubraciones: un mundo, una unidad.
Pero como el espíritu, es libre, como el espíritu es pura expansión, entonces se vuele contra sí, se arroba, y se introduce en el mundo interior, en el mundo de la conciencia, allí logra una libertad más pura, más plena.
Por eso nosotros, que somos portadores de vida, portadores de ese espíritu del mundo, nos sentimos plenos cuando estamos, cuando tratamos de conquistar, de cultivar, el mundo interior, un mundo que todavía ni siquiera le hemos nombrado. Un mundo nuevo, un mundo construido para el espíritu, por el espíritu, a través de nosotros, de aquellos monos que piensan.
Un mundo en el cual compartimos la paz, la plenitud que lleva dentro de sí el espíritu; y, que hoy lo encontramos con los otros, en el mundo exterior.
Karigüe

PRÓXIMO CAPÍTULO: lunes 22 de Octubre

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Gracias. Karigüe

viernes, 12 de octubre de 2012

Poema - Lo eterno

Desde muy lejos he venido
a quedarme allí, en donde
la soledad se respira

es el mismo lugar, pero otra
vida vive y late, como si el
lugar no hubiera cambiado
nunca, como la cuenca de
un río antiguo

tanta agua pasó por debajo
del puente, pero tu además
de ser río eres puente

como si fueras un recuerdo
que une las orillas para ser
puente

como si algo tuyo, de tanto
ser recuerdo es eterno.
Karigüe

miércoles, 10 de octubre de 2012

Poema - Inflexión

Eres como el alma
que salta dando zancadas
de roca en roca para
cruzar el río de la vida

la razón son las piedras
mientras el agua eres tu,
ese líquido, esa lava
aparentemente transparente

que brota de las montañas
para llegar a ese mar
transparente y tempestuosos
que vive en tu cerebro

es como si en tu cerebro
se invirtiera lo natural,
y en es punto de cambio
de inflexión, consume
tu tiempo solo para ver

lo estruendose que vive en ti
lo maravilloso que eres.
Karigüe

lunes, 8 de octubre de 2012

Libro "Z" – Capítulo 5


EL MUNDO

“Olas de un mundo que se abate, es el hombre”

Se tiene, se vive, se siente, se quiere; etc.; sin embargo pareciera que ya, mejor dicho desde hace tiempo el hombre a construido una morada más, una choza más, una morada para su alma, pero mejor sí decimos para su espíritu.
Porque desde hace tiempo ya la vida, el universo, está entrando, se está adentrándose en el cuerpo del hombre. Siendo cuerpo físico, siendo alma, siendo espíritu.
Pero a la vez ésta vitalidad que es capaz de tener ojos porque quiere tener ojos, que es capaz de ver, de pensar, inclusive de sentir, porque quiere ver, pensar, sentir; es como un río, como una ola, que brota desde ese centro vacío que es, desde ese agujero negro que es y sale como fuente, brota.
Entonces sí allí lo bello, el choque de estas dos olas, el istmo. Aquello que se eleva de sí, aquello que es palabra, aquello que es lo destilado. Esa esencia no brota de la nada, sino es destilación; como si fuera un humo, un perfume, un halo. Como si desde esas dos olas, como si desde esos dos ejes que forman un plano invisible (solo para el que no lo quiere ver) se eleva el eje z, se eleva lo bello, lo bien hecho, la cosa bien labrada, la cosa armónica, la forma agradable, para un nuevo sentir.
Para un nuevo poro, para un nuevo canal, una nueva sinapsis, entre el mundo exterior y el mundo interior del hombre.
Desde ya hay mucho desierto. Aquello que deja el agua en su partida, en su huida, en ese inexorable destino que tiene: movimiento. Ella deja a su paso, nos deja a su paso vida reservada, vida condensada, solidifica, guardada, almacenada; para que brote lo que es: el alimento.
La vida como un circulo, como una intención solamente, como algo que nueve, promueve, agita, despierta, lo que siempre está, lo que nunca llegó, ni se ha ido, lo que permanece, como señal, huella, rastro.
El espíritu y aún el espíritu del hombre, es solo un agricultor, algo, alguien, que riega, que canaliza, la vida que está ya, aquello que es movimiento, aquello que se despierta con solo una inclinación, con solo ponerla en una pendiente.
Luego un brazo, luego una herida, un desvío; para sacar algo del río, agua del río canalizado, del río acequia, del río cuenca, de aquello que ya es y se repite.
Entonces un bracito, un pequeño hilo de sangre, de agua riega un desierto, convierte al desierto en un valle, en un campo cultivado, a fuerza de insistencia, de permanencia, de dejar abierto ese poro, esa ventada, ese vinculo.
Así se ha formado el alma del hombre, así se ha regado, se ha poblado, es un campo vivo. Se siembra, se cultiva. Se siembra, brotan frutos, flores, colores, perfumes. Otra vida, otro mundo, otro universo: el alma del hombre.
Ahora sí entramos ya, en un mundo compartido, en un mundo formado como dos caras o dos mitades de una naranja. El mundo interior y el mundo exterior.
Ahora ya en el mundo interior se hace nuevamente la división, el hermafroditismo, la fecundación. La nueva criatura, lo espiritual, lo nuevo el mundo del espíritu, el eje z.
Desde no hace mucho éste eco, ésta ventana, éste circulo cerrado, nuevamente sobre una espiral que avanza. Bueno el avance de esta espiral, de este conjunto de círculos que avanzan, que penetran en la oscuridad, en el silencio, es el tiempo. Es el resultado del movimiento sobre un espacio, sobre un vacío eterno, sobre una nada insustancial.
Alma como mundo de los afectos, de las reflexiones, de los sentimientos, de los sueños, de las esperanzas, de las angustias, inclusive del arte, de las bellas artes. La morada, el lugar, el mundo en donde el hombre se siente a gusto, en donde el hombre dentro de esta morada se enamora, es decir vive con y con los demás con un vínculo, unidos como por un cordón umbilical llamado amor.
Pero de otro, de aquello que se está adentrando, de aquel nuevo poro, nueva ventana, mejor no digas nada, ya que no tiene que ver con el pensamiento, ni con el sentimiento, ni con el corazón aquel destilado músculo que se contrae en forma inconsciente y armónica al ritmo de los latidos del mundo exterior.
Esto de lo que te hablo, es algo nuevo, algo que te enceguece, algo ante el cual tienes que callar, bendecir, ya que la palabra son cántaros que rebalsan, son cántaros minúsculos, innecesarios para poder contener lo que se contiene solo.
Es como el vuelo del colibrí, no veras las alas, no veras la vida porque ella en es movimiento rápido, en ese movimiento imperceptible, se agita, se mueve, se sostiene.
Acaso tu ves a la luciérnaga en la oscuridad, solo ella se muestra cuando emite la luz, solo a ella la puedes ver cuando ella quiere hacerse ver. Así es de lo que te hablo, así es de aquello que está, que está siempre, y solo aparece ante ti como vuelo, como movimiento. Pero tu quieres ver continuidad, sí está sobre la tierra debe tener pies, cómo camina, cómo se desplaza, en último caso cómo vuela.
“Pero de ahí a que aparezca en un punto y luego en otro y yo no pueda seguirlo, no pueda calcular su próximo paso, eso si no puede ser” Así piensa el hombre, así pensamos los hombres.
Sin embargo la huella, nuestra sombra está adelante de nosotros. Ella va siendo, ella va adelante, no atrás, nos va guiando como se guía un ciego para cruzar una calle, infestada de autos, de tránsito, de movimiento.
Un mundo nuevo, un tentáculo nuevo que ha brotado, de uno ya gastado, en último caso ya se está gastando; porque, todo que, toda cosa que nace inmediatamente comienza a morir, comienza a desgastarse; para que el nuevo miembro, un nuevo miembro ocupe su lugar. Una rosa nueva reemplace a la ya gastada, a la ya vieja al nacer, al desprenderse de lo que la contiene.
Del pensamiento brotará lo nuevo. Hoy con el pensamiento vemos, pero estamos ciegos para lo imperceptible. Entonces sí, a seguir a Wittgenstein, a observar antes que pensar, porque el pensamiento ya es ciego para lo nuevo, aquello que está brotando de nosotros, del pensamiento.
La belleza podrá ser esa satisfacción íntima, ese goce, ese juego, ese juego con las palabras, desde las palabras, desde los sueños, desde los temores, desde la angustia, desde la ignorancia, desde la oscuridad, desde el silencio.
Somos un ojo que ve, que trata de ver, un oído que trata de escuchar, unas manos que tratan de esculpir, un pensamiento que trata de expresar, de poner en evidencia, de mostrar, de demostrar, de traer a la luz aquello que desde siempre está.
Somos solo algo que despierta, algo que desde el desierto árido aparentemente estéril, brota, pero brota siendo; escribiendo, pensando, sirviéndolo sobre esa mesa extendida al mundo, en el mundo, que ahora la están comenzando a llamar….
Una palabra aún no nombrada, aún no dicha. Si por dicha quiere decir ya hablada, un placer ya sentido, pero todavía no expresado, todavía no puesto a la luz.
Si el hombre a pensado, ahora el mundo lo hará. El hombre tiene cien mil millones de células; ahora sobre la tierra, el mundo, el nuevo ser que está formando el hombre, solo tiene seis mil millones. Todavía no está formado aquel cuerpo que nombrará la nueva palabra, aquel cuerpo invisible, para la célula que lo forma.
Un nuevo eco y un eco de retorno. Primero la captura, la posición, el tomar una forma; luego un adentrase, una ola que se sumerge en el alma, en el espíritu del mono que piensa. Ahora la contra ola, el mundo.
Karigüe

PRÓXIMO CAPÍTULO: lunes 15 de Octubre

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Gracias. Karigüe