jueves, 27 de noviembre de 2008

Poema - Ventanta

Si pudieras ver,
si tan sólo te tomaras
el tiempo para ver

Sabrías que tienes tantos
tentáculos
que se aferran a las cosas,
como alas que quieren volar,

¿Por qué entonces te limitas?

Y más que pensar, sientes
que el último tren
es el que acaba de pasar

Pero gracias a la vida,
a la cual tienes que bendecir,
en el pueblo no hay puertas
sólo ventanas

Y una
eres tú.

Karigüe

miércoles, 26 de noviembre de 2008

Frases Celebres sobre la Alegría (II)

1.- Nuestra alegría es igual que el agua movediza de los ríos, que solo deben su frescor a su constante jugosidad. (André Gide)

2.- Para lograr todo el valor de una alegría haz de tener con quien repetirla. (Mark Twain)

3.- Se puede experimentar tanta alegría al proporcionar placer a alguien, que se siente ganas de darle las gracias. (Henry de Montherlant)

4.- Tienes derecho a llorar; pero, aún entre las lagrimas, no tienes derecho a renunciara la alegría. (Michael Quoist)

5.- Yo os digo que la alegría y la tristeza son inseparables. (Gibran Khalil Gibran)

6.- La prueba más clara de la sabiduría, es una alegría continua. (Michel de Montaigne)

7.- La alegría de ver y entender es el más perfecto don de la naturaleza. (Albert Einstein)

8.- El que hace reír a sus compañeros merece el paraíso. (Mahoma)

9.- Ten buena conciencia y tendrás siempre alegría. Si alguna alegría hay en el mundo la tiene seguramente el hombre de corazón puro. (Thomas De Kempis)

10.- Siempre me ha parecido hacer mejor en aprender a alegrarme más. (Friedrich Nietzsche)

11.- La persona que tiene mucha alegría es necesariamente buena: pero tal vez no sea la más lista, aunque consigue precisamente aquello que la más lista trata de conseguir con toda su tristeza. (Friedrich Nietzsche)

12.- ¿Sería posible que este mundo nos diera alegría si no estuviéramos refugiados en él? (Franz Kafka)

13.- Entre todas las alegrías, la absurda es la más alegre, es la alegría de los niños, de los labriegos y de los salvajes; es decir, de todos aquellos seres que están más cerca de la naturaleza que nosotros. (Azorín)


Las Frases Célebres sobre La Alegría o Citas Célebres sobre La Alegría fueron especialmente seleccionadas por Karigüe para sus lectores. (Frases de la Alegría y Citas de la Alegría)

martes, 25 de noviembre de 2008

Poema - Tiempo

Amo y en verdad
siempre he considerado
que amo poco

Afuera el universo
vive sin amor,
su amor es la función

Es como tener un pie en una orilla
y con el otro tratar de avanzar
con el ritmo que tiene
el río

Somos eso, tal vez
algo que quiere permanencia
y otro quiere la
aventura de la tierra
para ser mar

Pero en el fondo lo que pido
es
Tiempo.

Karigüe

Poema - La Metáfora

Salta montes,
en un momento en un lugar
en otro, otro

Sin caminos, ni senderos
por donde caminar;
Aunque la mente no vuele
con seguridad salta;

Y de tanto saltar
es como sembrar un árbol
cada metro

Luego cuando crecen
son frondosos, porque
las raíces tienen espacio

El suficiente espacio
para no dividir.

Karigüe

sábado, 22 de noviembre de 2008

Poema - La Existencia

La vida es como una mujer,
para el hombre

Si la amas,
y aguantas disfrutando lo que es,
ella se abre y te entrega
lo que ella ha cosechado
para ti.

Si la sientes sin tocarla,
ella se desvanece como nube,
y tú la buscas
entre las estrellas.

Si luchas palmo a palmo
la existencia,
la sueles ver de madrugada
despertarte

Y de noche se duerme
contigo y te dice:

¡Otro día juntos!

Karigüe

martes, 18 de noviembre de 2008

Poema - Escribir

Ahora ya
cuando salgo a caminar por el campo
o por el amplio cielo de mis
pensamientos

es indiferente

ya que la tierra, la naturaleza
el mar, los montes
y las flores

están

la única diferencia, sutil
tal vez

es que cuando escribo
las dos son una

una fuente que brota
como oasis
en el desierto que soy

una palabra
una flor
una melodía

que mi mano
entrega al papel.

Karigüe

domingo, 16 de noviembre de 2008

Poemas Celebres - René Char

Del libro: La palabra en archipiélago. Ediciones Hiperión

La Biblioteca en Llamas

Por la boca de este cañón está nevando. Teníamos el infierno en la cabeza. En el mismo instante, la primavera en la punta de los dedos. Son las andanadas de nuevo permitidas, la tierra enamorada, las hierbas exuberantes.

También el espíritu, como todo lo demás, ha temblado.

El águila está en futuro.

Toda acción que comprometa al alma, incluso si ésta lo ignora, tendrá como epílogo arrepentimiento o pesadumbre. Es menester consentir en ello.

¿Cómo vino a mí la escritura? Como plumón de pájaro contra mi ventana, en invierno. Al punto se levantó en el hogar una batalla de ascuas que todavía hoy no ha concluido.

Sedosas las ciudades de la mirada cotidiana, insertadas entre otras ciudades, de calles que trazamos nosotros solos, bajo el ala de relámpagos que responden a nuestros cuidados.

Todo en nosotros no debería ser sino fiesta jubilosa cuando algo que no hemos previsto, que no iluminamos, que va ha hablar a nuestro corazón, por sus propios medios se cumple.

Sigamos lanzando nuestras sondas, hablando con voz igual, agrupando las palabras; acabaremos por hacer callar a todos esos perros, por lograr que se confundan con el herbazal, vigilándonos con ojo borroso mientras el viento borra su espalda.

El relámpago me parece largo.

Solamente mi semejante, la compañera o el compañero, puede despertarme de mi torpeza, desencadenar la poesía, arrojarme contra los límites del viejo desierto para que triunfe sobre él. Nadie más. Ni cielos, ni tierra privilegiada, no cosas que nos estremecen. Antorcha, solamente bailo con él.

No es posible comenzar un poema sin una parcela de error acerca de sí mismo y del mundo, sin una brizna de inocencia en las primeras palabras.

En el poema, cada palabra o casi cada palabra ha de ser empleada en su sentido original. Algunas, desligándose, se vuelven plurivalentes. Las hay amnésicas. La constelación del Solitario está tendida.

La poesía me robará mi muerte.

¿Por qué poema pulverizado? Porque al cabo de su viaje hacia el País, tras la oscuridad prenatal y la dureza terrestre, la finitud del poema es luz, aportación del ser a la vida.

El poeta no retiene lo que descubre; habiéndolo transcrito, en seguida lo pierde. En eso radica su novedad, su infinito y su peligro.

Mi oficio es oficio de adelantado.

Nacemos con los hombres, morimos desconsolados entre los dioses.

La tierra que recibe la semilla está triste. La semilla que tanto va a arriesgar es feliz.

Hay una maldición que no se parece a ninguna otra. Parpadea con una especie de pereza, es de naturaleza afable, pone cara de rasgos tranquilizadores. Pero una vez acabado el fingimiento. ¡qué nervio, que inmediata carrera hacia el objetivo! Probablemente – pues que la sombra en la que construye es maligna, la región perfectamente secreta – se sustraiga a una denominación, sepa zafarse sierre a tiempo. Dibuja, en el velo celeste de algunos clarividentes, parábolas harto aterradoras.

Libros sin movimiento. Pero libros que se introducen con agilidad en nuestros días, deslizan en ellos una queja, abren bailes.

Como decir mí libertad, mi sorpresa, al cabo de mil rodeos: no hay fondo, no hay techo.

A veces la silueta de un caballo joven, de un niño lejano, avanza exploradora hacia mi frente y salta la berrera de mi cuidado. Entonces bajo los árboles la fuente vuelve a hablar.

Deseamos permanecer desconocidos para la curiosidad de aquellas que nos aman. Las amamos.

La luz tiene edad. La noche no. ¿Pero cual fue el instante de esta fuente entera?

No tener varias muertes suspendidas y como cubiertas de nieve. No tener sino una, de buena arena. Y sin resurrección.

Detengámonos cerca de los seres que pueden renunciar a sus recursos, aunque no existan para ellos más que poco repliegue o ninguno. La espera excava para ellos un insomnio vertiginoso. La belleza les pone un sombrero de flores.

Pájaros que confiáis en vuestra gracilidad, vuestro sueño peligroso a una hacina de cañas, cuando viene le frío, ¡cómo nos parecemos a vosotros!

Admiro las manos que colman y, para emparejar, para unir, el dedo que rechaza el dado.

Se me ocurre a veces que la corriente de nuestra vida es poco aprehensible, ya que sufrimos no solamente su facultad caprichosa, sino también el fácil movimiento de brazos y piernas que nos harían allí donde nos sentiríamos felices yendo, en la orilla anhelada, al encuentro de amores cuyas diferencias nos enriquecerían; este movimiento no se cumple, rápidamente decae hasta una imagen, como un perfume enfurecido sobre nuestro pensamiento.

Deseo, deseo sabio, no sacamos provecho de nuestras tinieblas sino partir de ciertas soberanías verdaderamente provistas de invisible llamas, de invisible cadenas que, revelándose paso a paso, nos hacen brillar.

La belleza hace su cama sublime completamente sola, extrañamente construye su renombre entre los seres humanaos, a su lado pero apartada de ellos.

Sembramos las cañas y cultivemos la viña en las laderas de la orilla de las llagas de nuestro espíritu. Dedos crueles, manos precavidas, este chistoso lugar es propicio.

Quien inventa, al contrario de quien descubre, no añade a las cosas, no aporta a los seres sino máscaras, separaciones, una papilla de hierro.

¡Por fin toda la vida, cuando arranco la dulzura de tu verdad enamorada de tu profundidad!

Permaneced cerca de la nube. Velad cerca de la herramienta. Toda semilla es detestada.

Acción bienhechora de los hombres, ciertas mañanas estridentes. El hormigueo del aire que delira asciendo, me encierro, insecto indevorado, seguido y perseguidor

Frente a estas aguas, de formas duras, por las que pasan en ramillete estallados todas las flores de la montaña verde, las Horas se desposan con los dioses.

Fresco sol cuyo bejuco soy.

jueves, 13 de noviembre de 2008

Poema - La mente

La mente
es algo, que cuando la ves
sólo te sorprendes
con el corazón,

Ella es una niña bonita
libre y traviesa,
de rostro siempre
lleno de entusiasmo

de ojos maduros,
como si ella dentro de sí
guardara la historia del universo
y su misterio.

Nosotros dos, digo
yo y mi corazón

La vemos como una hermana
y una hija

Que está
para alegrarnos la existencia.

Karigüe

lunes, 10 de noviembre de 2008

Poema - Fisura

Cuánta vida
cuánto ánimo
se recibe
con cada poema
que brota del corazón.

No sólo los ahuyentaron
a los dioses del hombre,
sino que en él sembraron
el odio, el rencor
y la amargura.

Pero algunos quedaron
sumergidos como acorazados
en su corazón

Esos torpedos
esos misiles
que estremecen
aún a las costras más duras

las han figurado, sólo a algunas

Por ellas

Volvemos a respirar.

Karigüe

sábado, 8 de noviembre de 2008

Poema - Lugar

Cada vez, a medida que pasan los años
me doy cuanta
que todo era
para que yo fuese

Sí, solo había que esperar
el viento propicio,
mirar al cielo
para encontrar el rumbo

¡Ay! no creo que el problema
sea reconocer en nosotros
sino
no ver que aquello
que está al alcance de
nuestras manos

es lo que necesita el cuerpo
el alma

El espíritu
sólo es el vuelo
el aleteo de colibrí
para permanecer
en tu lugar.

Karigüe

martes, 4 de noviembre de 2008

Poema - Lo maduro

Cuando estamos llegando a la meta
somos de aquellos
que miran para atrás

Arrepentimiento
Remordimiento

algunos, con tanta carga
¿para qué? – se preguntan

entonces, no solo quieren decir,
quieren ser escuchados

Pero la vida es algo caprichosa
sino lo entregaste a tiempo
no lo quiere recibir

Entonces

¡Viva el carnaval, la vida,
el hombre!

Lo maduro
es el instante.

Karigüe

Poema - Viajes

He venido, desde lejos,
un viaje largo
arriba de un avión,
a otro, a otro más

Las distancias parecían
lecturas, conversaciones
buena comida y sueño

Luego otra gente,
otras costumbres,
otros idiomas

Mundo hermoso,
maravilloso,
eres mío

y

Yo tu sangre.

Karigüe

domingo, 2 de noviembre de 2008

Poema - Mis niños

Despacio,
como caminado
en punta de pie

me fui acercando,
dormían,
los vi dormidos;

Habían jugado,
correteado, reído,
y yo los llevaba
a caballito

niños
mis niños,
cómo quisiera
que el tiempo se detuviera

y

Yo con ellos,
como ahora
disfrutando.

Bendición y regalo
del cielo.

Karigüe

Poemas Memorables - Rimbaud

Del libro: Poesía Francesa del Siglo XIX.

El Barco Ebrio

Cuando yo descendía los ríos impasibles,
De pronto me sentí libre de sirgadores
Los habían cazado piles rojas horribles
Y clavado desnudos en postes de colores.

A mis tripulantes siempre fui indiferente,
Con mis trigos flamencos o mi algodón inglés.
Cuando todo tumulto cesó con esa gente.
Los ríos me dejaron en libertad después.

Entre los movimientos de mares bizarras,
¡Yo en invierno, más sordo que un cerebro de infante,
Corrí! Y las Penínsulas que soltaron amarras
No padecieron nunca un caos mas triunfante.

Las tempestad bendijo mis auroras marítimas.
¡Más liviano que un corcho dancé sobre las olas
Que se llaman eternas portadoras de victimas,
Sin añorar el ojo tonto de las farolas!

Más dulce que a los niños las manzanas primeras,
El agua verde entro en mi casco de pino
Y dispersó el timón y lavó mis maderas
De vómitos y manchas azuladas de vino.

Y desde aquel entonces me bañé en el Poema
Lactescente del Mar, por astros penetrado;
Trague el azur verdoso donde, absorto en su tema,
Flota y a veces baja pensativo un ahogado.

Donde tiñen de pronto el azul que delira
En ritmos lentos bajo el diurno esplendor,
Más fuetes que el alcohol, más vastos que la lira,
Al fermentar, los rojos amargos del amor.

Los cielos en relámpagos he mirado estallar
Y también las resacas, las trombas, las corrientes:
La noche, el Alba hirviente como un palomar,
¡Y vi lo que creyeron ver algunos vivientes!

Vi el sol bajo tiznado de místicos horrores
Iluminar con coágulos enormes y violetas
Parecidos, en viejos dramas, a los actores,
A las olas que huían con sus fiebres secretas.

Soñé la noche verde con nieves infinitas
Que besaban los ojos de un mar que se levanta
En la circulación de savias inauditas,
¡Y el azul amarillo del fósforo que canta!

Seguí meses enteros, como las vaquerías
Histéricas, la ola hacia escollos apáticos
Sin pensar que los pies ígneos de las Marías
Pueden tirar de los Océanos asmáticos.

¡He topado, sabéis increíbles Floridas
Donde asomaban ojos de panteras con pieles
De hombres¡ Arco iris tirando con bridas,
En cielos submarinos, de verdosos tropeles

¡Vi fermentar pantanos enormes, como trampas
Donde se pudre en medio del junco el Levitán!
Vi deslizarse el agua por misteriosas rampas
Y vi los horizontes que hacia el abismo van.

¡Soles de plata, cielos de brasa encendidas,
Glaciares, varaduras en los golfos traidores
Donde boas gigantes por la chinches comidas
Se caen de los árboles entre negros olores!

¡Ah, mostrar a los niños esas criaturas vivas,
Esos peces de oro, eso peces catantes!
Espumas de colores mecieron mis derivas
Y vientos inefables me halaron por instantes.

A veces, mártir harto de polos y ecuadores,
El sollozo del mar calmaba mi rolido
Y subía hacia mí sus prodigiosas flores,
Y yo era una mujer, de rodillas caído…

Isla casi, meciendo las disputas eternas
Y el estiércol de rápidas aves de ojos dorados,
Yo navegaba cuando, por entre mis cuadernas,
Caminando hacia atrás bajaban los ahogados.

O bien, barco perdido en bahías apáticas
Que hacia el éter sin pájaros arrastró el huracán,
Yo, a quien los monitores y la naves hanseáticas
El casco ebrio del agua nunca reflotaran:

Libre, ardiente, trepado por las brumas violetas,
Yo que al igual que un muro hendí el cielo de sur,
Que llevo, dulce grato de los buenos poetas,
Sarpullidos de sol y gargajos de azur;

Que corría, manchado de lúnulas eléctricas,
Tabla loca escoltada por negros hipocampos,
Cuando el varano hundía con trompadas frenéticas
El cielo ultramarino en los ardientes campos:

Yo que temblé al sentir en otras latitudes
El celo del Behemot y los Maelströms inquietos,
Hilanderos sin fin de azulas quietudes
¡Hoy añoro la Europa de antiguos parapetos!

Vi siderales archipiélagos, e islas
Con cielos delirantes libres al remador:
- ¿Duermes en esas noches sin fondo, allí te aíslas,
Millón de aves de oro, oh futuro Vigor?-

¡Tanto lloré! Las Albas son siempre melancólicas,
Toda luna es atroz y todo sol amargo:
El acre amor me hinchó de torpezas alcohólicas.
¡Oh, que mi quilla estalle! ¡Y yo siga de largo!

Si algún agua de Europa deseo es esa charca
Oscura y fría donde hacia el rojo poniente,
En cuclillas un niño triste suelta una barca
Tan frágil como una mariposa reciente.

Olas, no puedo ya, lánguidas compañeras,
Seguir a los airosos cargueros de algodones,
Ni pasar a través de orgullosas banderas
Ni afrontar los horribles ojos de los pontones.

Poema - Caminos

He caminado sobre desiertos
ávidos de compañía,
de ese cariño que se siente
por los seres que se ama.

Poco a poco caminé,
y una vez llegué a un oasis;
era como lo extranjero
lo extraño.

Comencé entonces
a cultivar,
a cuidar esa agua fresca
que brotaba cada mañana

Luego sin darme cuenta
brotó una ciudad
llena de gente
y miradas maduras

Mire hacia el desierto
y de allí
un niño me sonreía.

Karigüe