miércoles, 31 de julio de 2013

Poema - Lucha

debajo del puente solía ver el
agua correr

avanzaba como presurosa, como
si la pendiente, la caída, la
empujaba hacia abajo

como si escuchara el llamado
del mar, mientras la tierra
árida extendía sus tentáculos,
eran los hombres hambrientos

aquellos camayos que colocaban
piedras como dique para
que el agua se desvíe

la veía como cuando una
madre ve a su cría que la
devoran, la consumen

me imaginaba entonces la
razón por qué el mar rugía.
Karigüe

lunes, 29 de julio de 2013

Libro "Z" – Capítulo 29


ARMONÍA
Pareciera que las cosas están, están allí, como esperándonos; pero no es así las cosas son, aunque no estemos los que las nombran.
Pero hay algunas de los cuales somos lo creadores, los labradores, lo pulidores, los transformadores y muchas veces los destructores, los eliminadores.
Las cosas producidas por la técnica, la ciencia, como un florero, un auto, una casa, una pista de patinaje, una pista de sky, y tantas otras; todas ellas, las creadas por el hombre, por lo general tienen una utilidad, para él, le sirven y este ser las usa en su provecho.
Son fabricadas por generaciones tras generaciones, se van puliendo, perfeccionando, ya sea en la forma o en material de la cual están hechas, y así será hasta el fin de los tiempos. La mayoría de las cosas creadas además de ser brotadas de forma lenta y pausada; son creadas, también por la casualidad. Ese caos que es y que está presente siempre, como motor para que las cosas no solo se creen, sino para que cambien.
Pero el hombre tiene cosas que son creadas totalmente por su trabajo, dedicación, persistencia y hasta se podría decir amor; que no dependen del caos, sino que ellas son caos transformado en armonía.
La palabra armonía es un de las mas bellas creaciones del hombre, más aún creo que esta palabra lo guía, lo lleva, de y por la narices a crear a fundar un mundo. Una morada de paz y plenitud.
Una obra de arte, ya sea un cuadro, un poema, una melodía, una escultura, etc., son y le pertenecen nada más que al hombre; como obras, no como objetos.
En ellas el hombre se resume, se condensa, hace destilar su espiritualidad. Eso que es, que siente que está siendo; pero solo a través de la inspiración las puede extraer, sacar, desnudar, separar: lo que es vida, lo que es naturaleza y lo que es él: Un ser espiritual.
Un ser que está descubriendo, que esta desnudando, lo que es; pero no en él, porque no se puede mirar, observar directamente, necesita de un espejo; bueno ese espejo son las cosas creadas totalmente por el, las cosas u obras de arte, las partes que componen el mundo espiritual.
El espíritu siempre está antes y después del hombre. Está como lo que tiene que recordar, pero a la vez está cómo lo que tiene que hacer, realizar, labrar, extraer.
El hambre y la sed le pertenecen al cuerpo físico, al alma la reflexión, la caridad, el amor; al espíritu la obra, la obra inacabada que es el mundo. El espíritu como dinámica del mundo.
No es en si la insatisfacción lo que al espíritu lo mueve; el espíritu tampoco es una boca abierta como el mundo.
El espíritu en esencia somos. Es lo más nítido y a la vez lo más profundo, es el antes y el después. Nosotros solo su expresión, más aún su representación.
No es el ser, el pensar. El pensar es solo un instrumento, un tentáculo, un brazo extendido, un sentido. Algo que se siente y por lo tanto se realiza; por lo tanto no podemos ponerlo a definirnos, a describirnos con él. Aunque en si no tenemos otra cosa, otro instrumento para saber por ahora de nosotros, algo de lo que somos. No por ello debemos atribuirle y confundirlo como ser o simplemente como espíritu.
El espíritu es algo que se arroba por entre los hombres, ya sea como comunidad o como ser ahí, ser en sí. Tenemos la obligación, como que somos parte solamente, decir y pensar no solo en el ser ahí, ahí adentro sino en el ser allí, el ser que se despliega en el mundo; ya no sólo dentro de nosotros, sino afuera también.
Es verdad que yo siento, yo soy, yo siento mi mismisidad, mi ipsidad; pero a la vez no puedo negar que el espíritu, aún el espíritu de la vida o del mundo, también habita en las cosas, en todas las cosas; aunque brilla, aunque los podemos ver con más claridad en las cosas del espíritu, en las cosas espirituales, en las cosas creadas sólo por el hombre excluyendo ya sea a la vida o al mundo.
Lo personal, lo de cada uno, es lo que es realmente de nosotros, seres avaros. Producto de esa avaricia, condenable por la ética, somos; porque algo le robamos al río de la vida, y con ello regamos nuestro jardín, nuestro campo, nuestro mundo nuevo.
Sí lo que queremos ver con claridad somos ladrones de vida, robamos aquello que pasa por nosotros para construir poco a poco un castillo, una morada, para habitarla, para detenernos aunque sea por instantes. Para luego volar; para luego elevarnos y volar ya sea en el sentido del río de la vida, del tiempo, o en el sentido y dirección que nos indique eso que ha crecido, y que es nuestro, ese nuevo viento, esa brisa fresca que por ahora solo nos deleitamos, solo hemos llegado a deleitarnos.
El vuelo del cóndor. Esa aparente inmovilidad, ese dejarse llevar por los vientos, por las corrientes de viento; como lo hacen los veleros; pero estas corrientes son más sutiles, más altas.
El aire, la atmósfera es un mar, un mar de aire. Nos retuvimos, nos detendremos en la orilla de los ríos sólo para invernar. Somos para que el espíritu sea otro, para que el espíritu se trasforme de gusano en mariposa y pueda levantar vuelo, pueda elevarse de sí, romper las cadenas de Prometeo, los clavos del Cristo.
Entonces si en el aire, como cuando uno está escribiendo un poema; como siendo Descarte, pensó que podía romper las cadenas de los diablitos, de esa dudas que lo corrompían al hombre y sentir que era él, lo más nítido hasta entonces; luego la vida en el hombre se abrió al mundo, y el mundo entró en el, un mundo ya maduro como fruto. Desde entonces somos una simbiosis hombre - mundo.
Una simbiosis que está levantando vuelo, que está rompiendo cadenas, volando, elevándose de sí; si por sí consideramos al hombre que piensa y al mundo que se crea. Ambos no dejan de crecer, no dejan de formar al niño, a la criatura nueva, al cuerpo de la criatura nueva, al Saratustra, de Nietzsche, al Hiperión de Hölderlin, etc.
Pero a la vez a esa criatura le está creciendo, se está formando dentro de ella un alma nueva. Y dentro de esta alma, de esta piel sensible, dúctil, transparente y a la vez impenetrable, está brotando aquello que anuncian, como trompetas la música de Bach, aquello que está gravado, impreso, en los cuadros de Vangho, y escondida, escondido está aquello que brota ya no dentro de los cántaros que se dicen a sí mismo representado, sino que salta entre estos cántaros. Estos cántaros como neuronas, lo nuevo como sinapsis.
No hay con que describirlo porque las palabras se han enquistado, si bien estos cántaros son metáforas muertas; siendo eso, esto nuevo, palabras muertas. Palabras que nos dejan, que dejan de sí la antorcha de la vida nueva, de lo que estamos siendo.
Solo tu o yo tenemos que tomar esa antorcha y seguir corriendo, seguir avanzando sobre aquello que nos atrae, el siempre nuevo, el espíritu del después; pero corriendo, avanzando no por insatisfacción sino por placer.
El placer que brinda la armonía.
Karigüe

PRÓXIMO CAPÍTULO: lunes 5 de Agosto

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Gracias. Karigüe

viernes, 26 de julio de 2013

Poema - Lo profundo y lo alto

esos sentimientos puros que
brotan en tu corazón
son como perfume de la tierra
que se condensa como gotas
de rocío, como uva del racimo
que después será vino consagrado

es como si nos abriéramos camino
por entre la maleza de nuestros
pensamientos

es la misma fuerza de la naturaleza
que nos sobre pasa y nos
espera adelante como sombra

solo corta los tallos no las
raíces, ellas servirán parea
que cubran aquello que
no puedes ver

seres periférico somos,
lo profundo y lo alto
solo aparecen en nuestros sueños.
Karigüe

miércoles, 24 de julio de 2013

Poema - Lo prematuro

caminas como si llevases a
mundo sobre tus hombros

¡Ay pequeño Atila!

todavía se escucha los cascos de
tus caballos sobre el mármol de
los romanos

piel de serpiente que cambia
de forma y colores, pero nunca
deja de ser serpiente

mundo, humanidad, ¡cómo
nos desprendes! como escamas
de tu piel

y si aún se enrosca alrededor
de su vientre, aún así será
clavada sobre la cruz

el abrazo es algo prematuro.
Karigüe

lunes, 22 de julio de 2013

Libro "Z" – Capítulo 28


LA PALABRA POETICA
Las circunstancias están, están los motivos también, lo mismo que las pasiones, los vicios, las debilidades, y todo aquello con lo que un individuo está relacionado y muchas veces preso.
Las adicciones se nutren de la debilidad, del miedo, del temor o simplemente de las costumbres. Se hace porque eso es así; porque una cosa lleva a la otra, y así seguimos ritos, formas repetidas.
La costumbre se combate con otra costumbre, con otra forma de hacer, de relacionarse, de construirse, de movilizarse. Una adicción, una costumbre se combate, pero más que se combate, se reemplaza con otra costumbre.
Con el ver, contemplar, reflexionar sobre las consecuencias, sobre los resultados de tales malas costumbres, se podrá ver las consecuencias, que casi nunca son agradables.
Lentamente entonces, nosotros los animales de costumbres debemos ir reemplazando las costumbres que no nos hacen bien, que atentan contra nuestra naturaleza, contra nuestras relaciones con los demás.
Cuando se tiene un mundo rico, cuando nos damos cuenta que las cosas que hacemos, realizamos; todo ello se va aglutinado, se va formando, haciendo de la persona, el individuo: un mundo. Es bueno ya ir pensando que el hombre es un mundo, y el animal, y el cuerpo en el cual él se sustenta, es un universo.
Dentro de un cuerpo se erige una persona, dentro del universo se erige un mundo: el mundo.
Es interesante y agradable tratar de ver a la vida florecer, erigirse sobre la tierra, como si ella fuera un germen extraño, externo a esta, a la cual lo solemos llamar nuestro planeta.
La vida como vida, como elemento que se reproduce, que tiene memoria, que guarda, que conserva dentro de sí, en los genes, en las células, lo conseguido, lo logrado, lo alcanzado; para de ahí en ti en lo de ahora, sea; seamos un trampolín desde donde ella, la vida se eleva, se erige, se trasforma, para ser otra. Una continuidad que se puede ver, observar, contemplar, ya sea dentro de nosotros como afuera.
No vemos, no podemos ver, que la tierra se transforma en vida, como tampoco podemos ver que nosotros nos transformamos, vamos siendo otra vida: Una vida espiritual, etérea, invisible.
La idea, el pensamiento, son elementos, son átomos, quartz, si se quisiera ver así, como elementos básicos, elementales de lo que estamos siendo.
Yo soy, yo siento que soy así, de esta forma, con estas virtudes, con estos vicios, con estas debilidades, con estas fortalezas. Algo que se planta así y dice: yo soy. Pero ¿de donde ese decir? ¿Cómo ha llegado ese decir a ser, a ser contemplado también?
Algo que es, algo que se mira, se observa, y algo que se sumerge y calla. Algo que siendo vuelve a la paz, al silencio, a la quietud; las sirenas de Mallarme, las que nos llaman, las que nos animan, sumergiéndose, elevándose; siendo ángel y demonio a la vez, siendo vida y muerta: espejo de lo que somos.
Yo soy, yo pienso, yo me siento. Hemos vuelto a sentir, una ola más, ya no es el roce, como en los tiempos primeros, roce que era, que provenía del universo. Ahora ese roce es entre la persona, el individuo y el mundo.
Mundo como una nueva morada. Ya no aquella de adobe, de barro y paja, sino un mundo de muros invisibles, de relaciones temporales, de cosas, de bienes, de logros, de desaciertos, entre los seres existentes; entre aquellos que han logrado mirase en el espejo del agua primero y luego en el espejo del alma, de ese conjunto de cristales, de rombos, de prismas, que están orientados en las miles de direcciones por donde vienen los otros, ya no los soldados enemigos, sino todo aquello con lo que estamos relacionados y que sin darnos cuenta la mayoría de ellos siguen siendo nuestros enemigos. Muchos de ellos, con muchos de ellos hemos emprendido luchas, las luchas inútiles que hace un tiempo nos lo advertía Hölderlin.
El hombre espiritual brota, nace, del mundo; como la vida brota de la tierra.
No alcanzamos ha ver, a contemplar, ni inclusive estudiar, porque eso está delante de nosotros. Eso que está siendo. Inclusive la razón es solo un cristal, un prisma, de ese ojo, de ese espejo en donde lentamente no estamos contemplando.
Pero volvemos a sentir, tal vez eso somos aquello que siente, y reacciona con el sentir, para aceptarlo, para rechazarlo; pero ese, ese sentir es el que nuevamente nos despierta, el que está siendo, siendo en nosotros como algo que reacciona desde nosotros, como un eco; siendo solo formado, por ahora, de ecos, lo que a lo lejos vemos elevarse como un castillo, como una montaña, como un bosque.
Otra morada, otra cáscara de cebolla se está formando delante nuestro casi enfrente de nuestras narices; pero que todavía no lo podemos ver con claridad.
Roce con lo nuevo y reacción, como ola que nos eleva y nos arroga sobre la playa, sobre la arena. Sobre esas rocas diminutas, molidas por el tiempo. Barro somos nuevamente, pero un barro hecho de roca y agua; la tierra, el polvo no retienen, la roca hace nosotros catedrales erigidas. Plataformas sólidas y agua, agua convertida en vino, que nos hace soñar, que hace de nuestros sueños, imágenes, imágenes en movimiento, que hace, que construyen la imaginación. Esas alas; alas de Cóndor que nos hace volar, que nos hacen planear en el vacío.
Plataforma es el mundo desde donde volaremos; desde donde emprenderemos nuevamente el vuelo. Nuevamente tendremos que romper, la interminable cadena, cadena formada de eslabones, como son las raíces, como son los sueños, los miedos, las pasiones, las adicciones, las costumbres.
Algo rompen esta cadena, estas costumbres. A veces hemos tratado de nombrarlo como el espíritu, como aquel animo que nos anima a seguir, aún caídos, aún vencidos, aún sumergidos nuevamente en el barro.
El Ángel es nuestro sueño, la imagen del sueño que estamos soñando, son nuestras alas; y las palabras, el lenguaje nuestra forma de aferrarnos a eso nuevo, a ese espíritu que nos habla en su idioma.
Y nosotros entre nosotros, hablando, conversando en otro idioma, en un idioma todavía como un animal que se arrastra, mientras el espíritu vuela. Nos atrae desde las alturas, y nosotros nos arrastramos como reptiles.
Pero hay una parte nuestra que mira a los dos mundos. Al mundo de la naturaleza y del espíritu, y los une, forma un entretejido como lo hace la araña. Una red, una red tejida con palabras como alas; con palabras que en si dicen hablan de lo que estamos siendo, en cántaros de barro.
La palabra poética.
Karigüe

PRÓXIMO CAPÍTULO: lunes 29 de Julio

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Gracias. Karigüe

viernes, 19 de julio de 2013

Poema - La mesa

los pensamientos son tuyos
los reproches también

tal vez una neurona se siente
superior a una célula de la uña

pero es que te haz olvidado que
la unidad es algo que está siempre
aunque tu no la presientas

luego esos momentos en los
que quieres perdonar, todos
se sientan alrededor de la
mesa para verse el rostro

que a alguno le falta algo
que a otro le sobra, nadie
piensa en ello

la mesa es como el fuego
más aún lo tiene atrapado

la mesa es al mundo
como el fuego es al hombre.
Karigüe

miércoles, 17 de julio de 2013

Poema - Fachada

cuando encuentras nuevamente
alguien de tu pasado

es como si volviera y te tocara
la puerta para entrar

lo dejas y es como un torrente
que te inunda de cosas que
dejaste de ver, sentir y soñar,

nos desprendemos como la
piel de una serpiente y
creemos olvidar

Nada se olvida, todo permanece
aún allí en el fondo de
tu ser, esperando solo
la o0prtunidad de volver

somos más pasado que presente
pero es la fachada que ve
las personas cuando pasan por tu casa

lo de adentro es tuyo
y de nadie mas.
Karigüe

lunes, 15 de julio de 2013

Libro "Z" – Capítulo 27


ESPIRITU COMO NECESIDAD
Hay tormentas, convulsiones, estremecimientos tales que no podemos soportar, que no podemos controlar, regular, y muchas veces no podemos convivir con ellos.
Son cosas que suceden, que tiene la vida, que son parte de la vida; vida como algo que está ahí, como algo brotado del medio, nacido de él, y creado por él.
A qué llamamos entonces medio ambiente: a todo lo que nos rodea, a las cosas, a la vida, a la naturaleza, a los elementos, a los fenómenos y a todo de lo que estamos relacionados y dependemos además.
Necesitamos del aire, del sol, del agua, de la tierra, de los alimentos que brotan de la tierra, necesitamos de los otros, de aquello con los cuales nos relacionamos, de aquellos que dependemos también.
En dónde está nuestra participación, nuestra presencia, que de por cierto no es la misma que las de los otros. Un pino, una nube, un sauce, una roca, una gaviota, un hombre; todos están aquí, están como producto, pero a la vez son los que sostiene, los que mantienen, que las cosas sean así.
Que no son imprescindibles, eso ya lo sabemos; pero son y somos participes, células, si se quisieran decir así, de lo que está aquí, necesarios, pero no suficientes, y a la vez imprescindibles.
Es decir que hay algo más grande que estos elementos, que estas partes que están ahí, que vive ahí, y de lo cual no tenemos ni la idea, ni el presentimiento, ni menos la presencia.
Una uña no debe tener conocimiento, ni percepción, ni menos entendimiento (si suponemos que la uña, pueda tener algo incipiente de todo esto); pero a nosotros nos pasa los mismo, por mas que seamos los que piensan, los que observan (deberíamos definirnos así).
Partimos de una primicia interesante que es la de decir. Es decir usar, usando el lenguaje, las palabras; para decirnos, yo siento, yo soy.
Es decir que ante todo ha tenido que existir la palabra primero, luego la pregunta; la pregunta después de habernos visto en el espejo de un río o de un lago.
Mirar, mirarnos, fue lo primero; aunque ya teníamos presentimiento de nuestra presencia por medio del otro, de aquel que nos atacaba o huía, o rozaba, o amaba u odiaba.
Fuimos teniendo recepciones, captábamos por medio de los sentidos la existencia de lo otro y de nosotros. Hicimos una división, tal vez fue antes o poco después de habernos convertido en hermafroditas y de haber roto después esa unidad.
En este campo, en este tema también existe el latido, debemos de haber sido primero hermafroditas luego nos expandimos en la división, a través de la división de a dos o más, así sucesivamente como una factor multiplicador, llegamos a lo múltiple, luego la contracción, la introspección, el volver a la autogeneración, como será dentro de no mucho tiempo.
Es decir, siempre un latido esta presente: lo existente. Un latido, no en si los contrarios sino una sucesión de hechos de fenómenos, de cosas que cambian, para llegar al otro extremo y volver. El cambio de los extremos como una sucesión de puntos cada vez más infinitesimales, cada vez más pequeños. Cambio o fenómenos, tan diminutos, tan posible de ser divididos, como son divisibles la materia o la energía.
Es decir que aquí estamos hablando de un tercer elemento, los fenómenos, no en si ya solamente la materia y la energía, sino los fenómenos.
Fenómenos posibles de ser medidos, como fenómenos imperceptibles, no siendo posible ni siquiera la percepción, sin embargo existen, están y actúan constantemente sobre lo existente, más aún son los cambio, los sucesivos movimientos, los sucesivos latidos, lo que crean la energía, los que crean y forman la materia.
Fenómenos como el pensar, el sentir, el amar, el odiar, el sufrir, el gozar, el temer, el luchar, el huir, el soportar, el resistir.
Bueno todos ellos han creado, han formado dentro de nuestro cuerpo una materia capaz de pensar y de sentir, y la destilación de afuera hacia adentro, como si hubiera un elemento extraño, un elemento catalizador, hace, permite que de ellos, de esta suma de fenómenos brote un yo, brote el yo.
El tema es que no tiene necesidad, ni su naturaleza lo requiere, que nuestro yo tenga un lugar físico ya que es un fenómeno. Es decir si buen lo ubicamos en el cuerpo, sabemos, sentimos que es algo etéreo, que puede estar dentro del cuerpo es cierto, pero a la vez puede viajar por el tiempo y por el espacio sin que por ello abandone su morada.
Con el bendito yo podemos mirar, contemplar y aún describir; porque desde la percepción del otro y desde la observación de la parte física de nuestro cuerpo, nuestro bendito yo está allí. Es como un ojo mutable que pueda estar por momentos dentro nuestro como afuera. O puede mirar y contemplar el pasado, imaginar un futuro y soñar, soñar huir de esta su realidad y ser otro también, otro al que las circunstancias lo requiere.
Los fenómenos del rayo, de la nube, de la lluvia, pueden estar, pueden brotar en cualquier parte del globo terráqueo, aunque en algunos lugares la hace con más frecuencia que en otros, pero sabemos que los fenómenos están, existen, brotan de las consecuencias de otros fenómenos. Solamente pensando en un de ellos nos sumergimos en el origen de todos ellos, en los fenómenos elementales, tan elementales como puede ser un quartz para la materia.
Pero lo importante es que para nosotros existen como fenómenos que lo registramos, en su aparición. ¿En donde están? ¿En donde habitan? Eso no lo sabemos, sabemos solo que brotan en cualquier lugar y que en algún momento comenzaron a existir dentro de la tierra y que en algún otro momento dejaran de aparecer, dejaran de existir.
Es lo mismo que pasa dentro de nuestro cuerpo, de nuestro cerebro, de nuestra mente.
Están aquí. Estamos aquí
Y pertenecen y pertenecemos a un cuerpo superior, a algo que todavía no podemos ni percibir, ni entender, ni siquiera imaginar y como metáfora tanto en el cuerpo superior como en nosotros ó dentro de las partes que nos componen, se está sucediendo los fenómenos, esos que mutan de energía en materia, y se mueven, y que se mutan, como el día y la noche, como las estaciones, como la edad, como la vida de los planetas y de los universos.
Los fenómenos suceden como en capas, como en cáscaras de cebolla, como en órbitas, y una de esas órbitas, de esas capas somos los seres que piensan, el pensamiento como fenómeno, como capa encapsulada, que mira, observa, relaciona, y por momentos cree sentir que ha creado un conclusión, pero una conclusión como paso, como quién tímidamente cambia de órbita y vuelve, como si todavía tuviera miedo del próximo paso, de la próxima órbita, del próximo estado.
Si salimos del agua, salimos rompimos el cordón umbilical, las raíces de la tierra. Por qué no, algún día no muy lejano, nuestra mente estará fuera del cuerpo, siendo muchos cuerpos a la vez, algún día nuestra mente será humanidad, aunque ya lo somos, todavía ni siquiera lo percibimos, ya que aún el cuerpo, nuestro cuerpo nos protege de la intemperie, tal vez todavía no nos ha crecido, no ha brotado de nosotros la piel adecuada para la próxima órbita, todavía estamos dentro del cuerpo dentro de esa concha que cubre al caracol.
Tal vez solo, tal ves ya somos, ya hemos sacado nuestro pico afuera del cascaron, tal vez ya, somos, pero todavía no nos atrevemos a caminar, en esa libertad que nuestro espíritu ya tiene como necesidad.
Karigüe

PRÓXIMO CAPÍTULO: lunes 22 de Mayo

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Gracias. Karigüe

viernes, 12 de julio de 2013

Poema - Estrellas que sueñan

He tratado de ver cuando camino,
sentir la brisa del viento cuando
pasa ente los árboles robándoles
su perfume

aún en la multitud, viendo sus
rostros; sus ojos , como estuvieran
devorando con ellos a lo que los
rodea y los contiene

pequeños caníbales aún, mientras
el cielo y la noche les entregan
sus dones, que no ven por lo
tanto ignoran

ellos nos abren las cosas con
su luz y de noche nos abren
a lo que somos ya

constelación de una galaxia
estrellas que sueñan.
Karigüe

miércoles, 10 de julio de 2013

Poema - Están

por momentos sientes que es tuya
la vida, que los seres queridos que amas
fueran a ser eternos,

pero es como el agua que se
diluye entre los dedos cuando
la quieres retener

no nos damos cuenta que el
tiempo es como el mar y
nosotros solamente una barca
de totora

pero están las estrellas, el viento
y la misma tierra que nos
sostienen

somos resultado, pero ¡Ay pequeño
capitán! ¡Aguerrido piloto!

el mar ahora es nuestra sangre
y el tiempo nos ve desde afuera.
Karigüe

martes, 9 de julio de 2013

Frase de Karigüe

El sentido común es la destilación de la realidad por medio de la experiencia. (Karigüe)

 

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lunes, 8 de julio de 2013

Libro "Z" – Capítulo 26


VIVIR
La belleza, el amor. ¡Cuantas cosas conquistadas, logradas, en tan poco tiempo! ¿Existían antes? Vive la belleza en el hombre, vive el amor; y porque no, se ve en algunos animales: el cariño, la pasión, el deseo; se ve también la belleza en los campos, en los montes, sobre el mar, sobre las nubes en el cielo.
Pero es el hombre el que las ve, es el hombre el que las siente, y algunos animales, dan nuestra de ellos también.
Somos un conglomerado de todo lo que hasta ahora hicimos, sedimento, tras sedimento, capa, corteza sobre corteza; pero allí la belleza, el amor, la delicadeza y tantas otras cosas que poco a poco se están destilando en nuestro corazón, en nuestra alma.
Todo por esa fuerza, esa decisión, esa potencia de aquello, de eso que vive dentro de nosotros.
Está ya en nosotros, porque lo de afuera solo sirve, solo es el alimento. El silencio, la oscuridad y todo cuanto decimos ignorar, es el alimento, son las leyes que rigen al universo.
Pero ahí, aquí, estamos, sentimos, pensamos, queremos, soñamos, luchamos. A veces las fuerzas están de nuestro lado, como si estuvieran apoyándonos, soportándonos. Vientos que soplan en la misma dirección emprendida, decidida.
Es el envión, la intención, el deseo y porque no la ambición, o sea aquello que podemos no sólo prever sino desear también.
Es como poner el primer paso, dar el primer paso; comenzar, para que las cosas se vayan dando, para las cosas se vayan alineándose en esa dirección, en ese sentido.
Todo lo que hasta ahora hemos podido hacer, hemos podido lograr se debe a ese impulso interno y lo que el medio nos proveyó. Nuestro cuerpo está hecho de lo que está alrededor nuestro, de aquellos materiales, de aquello hechos, de aquella realidad que nuestros antepasados han logrado construir.
Pero es la intención, la decisión lo que hace de nosotros: hombres. Es el deseo de comunicarnos, de hablar, de decir al otro, de compartir con el otro aquello que hemos logrado ser.
Podemos retirarnos por un tiempo, podemos aislarnos; pero tenemos que volver al otro, al decir, a esa fuente de vida que ahora ya es el lenguaje.
Más aún el espíritu, el arte, son tentáculo y morada, es intención, decisión y hogar, lugar, zona, anden, valle; de lo nuevo que estamos siendo, de aquello que estamos logrando hacer.
La música, la pintura, la poesía, son goces delicados del alma de hombre, más aún se han plantado allí, se han cultivado y ahora es jardín, es paisaje. Son colores nuevos, sonidos, melodías, que nos proporcionan goce, plenitud; porque fue el espíritu el creador. Pero al crear, dejo un vacío, al salir deja, abandona el lugar logrado, alcanzado, hace poco; para luego allí producto de lo nuevo cazado, capturado, conquistado, se plante se cultive, se coseche.
Un andén más, logrado, sacado de la montaña; en donde sembramos, cultivamos, aquello capturado por el artista. Un nuevo mundo, un mundo sobre otro mundo. Un jardín más en el andén que sacó, que robo de la montaña, nuestro espíritu. Casa nueva como la del caracol, casa en la que tenuemente comenzamos ha habitar, en la que estamos tratando de hacer, de realizar una fiesta. Una fiesta más de tantas, pero por lo general olvidadas.
Unión de hebras, unión de andenes; cadenas, collares de perlas, de diamantes, construimos, y en estas fiestas no solemos poner, colocar alrededor del cuello, y desde lejos parecemos perros, animales domesticados; porque con eso logrado nos solemos amarrar al árbol de la vida.
No es la serpiente la que nos incita al pecado, somos nosotros los que nos amarramos al árbol de la vida y, lo que baja, lo que nos insta a no volar, a no seguir conquistando, es la pesadez, es la abulia, es la amarga tristeza que nos deja la libertad, el entusiasmo, perdidos. echamos la culpa al árbol, al collar; y, en realidad es el miedo a sentirnos, a ser lo que somos, hijos de dioses, dioses todavía amarados; si tienen duda de ello pregúntenle a Prometeo.
Libertad de hacer, de lograr, de continuar, de emprender, de conocer, de amar, de sufrir, de reír, de llorar, de vivir, de pensar.
Libertad es la posibilidad de ser, de seguir siendo. ¡Tanto por conocer! ¡Tanto por saber!. Y cómo nos decía Pesoa: “No me vengan con conclusiones, la única conclusión es morir”.
Todo lo demás es camino, es siempre emprender un nuevo canino, una nueva verdad, una nueva intención. Que hay posadas, no tengan ninguna duda; pero toda posada es un paliativo como el placer, solo instante, luego vuelve el dolor a menos que estemos dopados, dormidos, adormitados, entonces eso ya no es vida, vida que continua, es abandonada; dejar el banquete servido solo porque no nos gusto la cara del mozo y porque una puerta estaba abierta y por allí vinieron, entraron nuevos aires, nuevas ideas que por lo general solo vienen para despertarnos de la modorra que nos produce, que nos da la demasiada comida, la demasiada comodidad.
Es el sendero delgado, sendero de cabras por donde el hombre siempre tiene que caminar; los desfiladeros, las pampas, sólo nos traen pereza.
Pereza y esperanza provienen de una sola fruta, solo depende de que lado se la vea. Por un lado pareciera que la pera tiene forma de lágrima por otro lado la pera pareciera que es un fruto que al estar madura pareciera que resiste caer. Por un lado el peso por otro el sabor, la pera que madura en el árbol, aquella que resiste hasta la madurez tiene la más sabroso de los sabores, el sabor de la vida madura lograda a fuerza de resistir.
Pero aquel que no ve, que el fruto que cayo del árbol vuele va al árbol, es porque no tiene suficiente paciencia. La paciencia como la ciencia de la paz, podrá haber tal amalgama, tal unión del mundo físico y el mundo del alma. El espíritu como hilo que uno el collar, como aquello que une la materia y la morada, las dos se expanden, las dos tratan de retenernos, tratar de tenerlo, de contenerlo al espíritu, pero cuando lo intentan el ya voló, el está ahora arriba de los dos, como cerrando el circulo, como uniendo lo que nosotros creemos que está separado, mostrándonos que él es armonía, que ya es armonía; lo que trata, a lo que nos insta es solo a ver, a conocer a comprender, es decir a vivir.
Karigüe

PRÓXIMO CAPÍTULO: lunes 15 de Julio

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viernes, 5 de julio de 2013

Poema - Es un juego

Las olas del mar son brazos, que
de vez en cuando, desesperadamente,
se expanden como queriendo tomar
lo que era de el

es un juego, en el que aún
la tierra y el mar, tiene
sobre el vientre de la tierra

ellas respira, late y se entrega
como queriendo mantener la
naturaleza, la vida, lo único
en común sobre este espacio
de soledad

ella se extremes y el no olvida
lo que es, el poder fecundador
del universo, el poder de
engendrar vida

que así misma
se ve.
Karigüe

miércoles, 3 de julio de 2013

Poema - El paraíso

En los andariveles de las cataratas
a veces levantas la cabeza
para ver en dónde estas

encuentras cosas, seres, estados
y sientes como si fuerzas otro

por un lado está la realidad
por otro lo que quieres ser,
lo que sueñas ser

alguien que vive y alguien
que ve, en el medio un abismo
que quiere ser

es con el tiempo cada vez
más nítido, más potente
más vivo

lo dejas ser y ves
un mundo maravilloso, el
paraíso en el que no te
atreviste a vivir.
Karigüe

lunes, 1 de julio de 2013

Libro "Z" – Capítulo 25


INSTANTE
Si soltáramos amarras, si por un momento dejáramos que las cosas sean, que nuestra vida flote, aunque sea por un instante, sobre ese mar de dudas que nos circunda.
¿Por qué querer más? ¿Por qué querer saber, conocer, entender más? Será tal vez porque hemos llegado ya ha flotar, a sobrevivir a los saltos. Tenemos, contamos con los medios de y para ser felices; pero no, todavía nos queda el envión, y en verdad será así por mucho tiempo más; después de haber luchado, de haber logrado imponernos sobre los demás, sobre las demás cosas de la tierra; y estar, ya estamos, sin embargo queremos ser. Solemos decir que no sabemos nada y en verdad sabemos mucho, no se trata de ser optimista ni pesimista, estas son palabras, dos actitudes, que juegan con nosotros como sí nosotros fuéramos pelotas de pimpon.
Hemos llegado y estamos aquí, dentro de estas cajas de acero, cemento y vidrio, desde allí miramos las tormentas, los tornados, la nieve. Nos desplazamos a velocidades increíbles, tomamos hasta perder la razón; soñamos, labramos las palabras con las que luego construimos esa choza invisible a la que hemos llamado mundo.
Es verdad que aún nos acechan las cosas pequeñas y las más grandes; pero nos guste o no, esta choza es una choza hermosa; aunque todavía adentro algunos se devoran entre sí. Ya no los demás; los demás nos han aceptado como los dominadores.
Solos así, como si fuéramos un niño miramos a las estrellas, al cielo azul y oscuro. Lanzamos sobre él nuestros brazos extendidos, hurgando entre esos nuevos hermanos y hermanas llamadas galaxias.
Soles como ideas; planetas como pesadumbre y sin embargo en ellos habitamos, en ellos moramos. Mientras lo otro late como el acero fundido dentro del crisol. Un fuego, no hay duda, es lo que hace que las cosas cambien, que las estrellas se junten y exploten, que la vida de un hombre se crea, se expande y se contraiga hasta desaparecer.
¿A donde van las estrellas muertas? ¿A dónde van los hombres cuando se mueren? Será que el fuego que los enciende es el mismo que crea los universos.
Algo es el error, algo que lo que ha irrumpido el silencio y la oscuridad que contiene a los universos; el fuego, la chispa, el rayo, la idea. ¿Siempre de la materia brota el fuego? ó el fuego es materia evaporada.
Hemos supuesto que la materia se convierte en energía, en fuego; pero ¿El fuego no se apaga? ¿No es atrapado por algo? ¿Por algo que lo convierte en materia? Es fuego lo primero, es energía lo que estaba libre, lo que vivía libre; pero algo sucedió, algo lo atrapo como cuando un Pararrayos atrapa un rayo y lo lleva al seno de la tierra, lo sumerge, lo apaga; como la madre tierra apaga una vida.
Una vida es error. Es lo que quiere ser libre; lo que quiere vivir en libertad; pero ¡ay la bendita materia, la carne, la tierra, el vientre! Algo ha atrapado al fuego, al espíritu libre que habita dentro de nosotros; pero ¡ay benditas cáscaras de cebolla! cómo me hacen recordar mi pasado. Cómo toda cosa es testigo, da testimonio de aquello que nosotros todavía no podemos recordar.
Capa sobre capa, corteza sobre corteza, crecen las cosas y en ellas está gravado lo que no podemos recordar.
Pero he ahí éste niño nuevo, éste nuevo ser, cuyo cuerpo somos los seis mil millones de hombres, de seres, de monos que piensan.
¿No será, no seremos solo otra cáscara de cebolla? ¿No nos viene a la memoria que dentro nuestro están cien mil millones de células, que conforman a cada uno de nosotros? ¿No hay millones de millones de neuronas, entrelazadas a través de esos cordones umbilicales llamados sinapsis, no se alimentan entre ellas, no se comunican como nosotros nos comunicamos a través del lenguaje?
Nuestras benditas neuronas no ocupan mucho lugar, si en un milímetro cúbico, viven un millón de ellas, cada una conectada con la otra por mil sinapsis ¿Tenemos así, nosotros los humanos, un lenguaje que tenga mil palabras?
¡Cómo poder dejar de ver este hermoso paisaje, esta hermosa choza, morada que es nuestro cuerpo, que es el mundo! Es verdad que hay que avanzar, hay que conocer; pero no será que aquello que hace más de dos mil cuatrocientos años nos dijera Sofocles todavía tenga vigencia. El dijo: “Los hombres pasan toda su vida ciegos, salvo por algunos instantes” ¿No será que él, aquel que creo esa criatura que fue cegada por el destino, fuera el mismo que instala, que siembra el instante como lo supremo?
Como si por primera vez se instala el eje Z, ese eje que nos detiene y nos sumerge afuera del tiempo. Nos detiene como aquel barquero que al detenerse sobre una orilla, desvía el río y crea lo nuevo, crea el cultivo; le da lo que el desierto desde hace tiempo tiene, le da, le abre la posibilidad de que de su vientre brote vida. Pone como pone, como siembra el hombre, cuando da, cuando entrega, cuando permite que el óvulo se fecunde entregando su espermatozoide. Lo mismo hace el barquero cuando entrega el agua al desierto.
Cáscaras de cebolla son lo que sucede; sin embargo es necesario la secuencia, son necesarios los fenómenos cómo son necesarias la sinapsis. ¿No será que con Sófocles se instala otro sol, se crea otro sol? Este sol no es aquel que da luz y calor a la tierra y a todos los que la habitan. Este sol nuevo es el que ilumina a un mundo nuevo, a un mundo en donde habite un espíritu, el espíritu, aun más nítido, más preciso, más real.
¿No será que las cavernas de Platón, se ilumina con este sol? Alguien podría decir: no fue sólo Sófocles, fue Jenófanes, Heráclito, Parménides. No importa el nombre, fue el mismo espíritu que se instala en el alma del hombre y al cuál lo hace decir. Díganme, ¿No sucedió lo mismo con sus contemporáneos: Buda, Confucio, Lau tse, Zoroastro?
¿No pudo ser, no hubiera sido, una ola? Una ola de energía, de espíritu, de dioses, que llegó a la tierra e ilumino a los seres que lo habitaban. Sean ellos fuerzas, dioses, energías, fenómenos, que importa; sin hay cometas, meteoritos, ondas, rayos de energía que constantemente circundan a la tierra, llegan y algunas hasta la traspasan sin que suceda nada, sin que haya cambios que nosotros los medidores registremos.
Es el instante, es la primer mirada. Es el instante que nos abre a la luz, es la mirada que comienza a ver. Son los ojos que todavía no distinguen algunos colores. Es el alma que no siente la obra del espíritu.
Somos las pequeñas lentejuelas, pequeños cristales que están formando un ojo más grande, más potente, que pueda mirar más lejos, mas de lo diminuto también. Cómo debe haberse formando el ojo del animal.
Estamos ahí, ahí en donde hemos llegado arrastrados por la fuerza del río, del espíritu. Pero ¡hay de aquello que se detengan! ¡hay de aquellos que quieran desviar al río, para fecundarse! Para fecundar a esa tierra nueva de la que nos comenzó ha hablar Sofocles, Hólderlin. Nietzsche.
Será, es y fue el error, aquel alrededor del cual se forma el tumor, que puede ser maligno o benigno o puede ser una tercera alternativa: la vida misma que se desvía para asegurarse, para asegurar su existencia, su presencia. Ya una vez confió en los dinosaurios, ahora esta confiando en el hombre; que por cierto no está segura de él tampoco.
Entonces que le queda a este nuevo ser ¿Seguir arrastrándonos, seguir al río de la vida para que llegue al mar y de allí sea nube, rayo y lluvia, para volver a ser río?
¿O nos atrevemos a sumergirnos como se sumergen un buzo? No es que sentimos que estamos evitamos lo que debe ser, sino que nosotros mismos debemos ser. Ya una vez el animal rompió las raíces de la tierra y fue astro; hoy debemos romper las cadenas de la vida y ser otro ser algo más libre. Si bien el espíritu también es vida, pero vida es ya otra cáscara de cebolla.
Lo primero ver, lo segundo ver a nuestra obra, lo que hemos llegado a ser, y a hacer, junto a los miles y millones de seres que nos acompañan, que nos forman, que nos conforman.
Y no es que renuncie a ser lo que soy, a mi mismisidad, a mi ipsidad. Yo no he nacido de un repollo; así como reconozco a mi madre, a mis padres, a mis ancestros; así también debo conocer, reconocer a todos los seres por los cuales estoy aquí presente, aquí presente diciendo: yo soy, yo siento, yo pienso.
Amén.
Karigüe

PRÓXIMO CAPÍTULO: lunes 8 de Julio

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Gracias. Karigüe