lunes, 26 de mayo de 2008

Libro “Mi amigo el Poeta” – Capítulo 1

Nota. Es el diálogo entre un Poeta y un Ingeniero, dos maneras de ver la realidad, al mundo, de diferentes ángulos o puntos de vista.


JULIÁN.- Estimado amigo, el conocimiento del alma, del alma del hombre, es una tarea necesaria, pero a la vez interminable.
Deberíamos comenzar por averiguar qué es en realidad el alma. Esto es algo que no se encuentra en los diccionarios y los que tratan de definirla, la confunden con lo que es espíritu.
Lo poco que he podido averiguar, lo leí en un libro de un escritor inglés, del que ahora no recuerdo el nombre, y decía así: Supongamos que un visitante extraterrestre llegara a la tierra y observara un hombre, sin que este hombre pueda hablar ni expresar nada; nuestro visitante vería solamente la parte física, química y biológica; bueno, todo lo del hombre que no podría ver el extraterrestre, sería lo más cercano a lo que los humanos llamamos alma.
Así también podríamos definir o explicar lo que es el alma del mundo.
La definición sería muy similar a lo que entendemos por alma del hombre. El conocimiento del alma del mundo se logra al poner especial interés en la observación de los actos de sus miembros, sus relaciones, su pasado, etcétera.
Uno de los observadores atentos del alma del mundo es el poeta. Por lo general nosotros, los hombres comunes, tenemos nuestro interés puesto en las obligaciones contraídas, en las noticias, en lo que sucede y se volatiliza rápidamente. Por lo que he podido conocer y estudiar, esta clase de seres tiene la capacidad de poner en palabras las cosas sobresalientes, relevantes, de nuestra realidad.
Estamos acostumbrados a imaginarlos aislados y solitarios. Mi relación con algunos de ellos me ha llevado a pensar que no es así. Son personas muy comprometidas con los hechos de la realidad, su atención está focalizada en las relaciones que tienen estos hechos que nos pasan, que nos suceden, con la manifestación general del espíritu en el mundo y en particular en su alma.
Su existencia se torna un drama humano, ya que estas relaciones nunca coinciden ni viven en armonía; más aún, es el desfase la humanidad. En estos crisoles humanos es donde se funde lo nuevo, y de ese bullir es de donde brotan sus obras.

RUBÉN.- Es difícil ver con claridad lo que nos pasa y lo que pasa en el mundo exterior. Estoy de acuerdo en que seres especiales pueden ver en su propia alma lo que nosotros, los hombres de acción, no podemos ver.
Nunca fue diferente, pero ahora más que nunca se hace necesaria la reflexión particular y personal sobre la realidad a la cual estamos expuestos. Lo primero que necesita el hombre de nuestro tiempo es ordenar sus prioridades. Así como se puede observar un interés creciente en una alimentación racional del cuerpo, también se necesita una racional alimentación del alma.
Podemos comparar el aire que necesita el cuerpo con la reflexión que necesita el alma. Sabemos la importancia del aire para la vida, pero a veces ignoramos la importancia que tiene para el ser humano la reflexión.
Estamos dejando de utilizar uno de los sentidos (por así decir) más importantes del alma. Indudablemente, esto no es nada novedoso, lo que es novedoso es nuestra realidad exterior, que por diversas razones esta expandiéndose en forma acelerada, no sólo como conocimiento, sino como alternativo mundo exterior. Las relaciones humanas se están incrementando de acuerdo con el crecimiento de las ciudades, pero el conocimiento de nuestro mundo interior o alma está siendo dejado a un lado.
Frente a esta realidad son pocas las respuestas, y los conflictos a que lleva este crecimiento inarmónico son cada vez más inmanejables.
El primer paso para dar una respuesta es poder plantearnos con claridad los problemas más importantes de nuestro tiempo. En la observación atenta de lo que nos sucede estará la fuente donde podremos ver y desde donde podremos intentar dar una respuesta.

JULIÁN.- Lo que dices es una observación válida para la esperanza de toda persona interesada en este tema. Debemos comenzar viendo que el hombre de nuestros días está viviendo (particularmente en lo referente a los medios con que cuenta para vivir) con un componente que se está acentuando de una forma exagerada; ello es el individualismo. Es como si el hombre hubiera retrocedido al tiempo de las cavernas, como si dijéramos ahora: ¡Sobrevivan, sálvese el que pueda!
En esta actitud tan primitiva el hombre se siente más solo que nunca. Por una parte algunos son fuertes, se sienten fuertes y además han aprovechado de esta realidad; por lo general son los más astutos y los que tienen menos escrúpulos. Otra parte, la gran mayoría activa, lo acepta y se encolumna.
Los restantes, los que por alguna razón han quedado rezagados en esta marcha que se llama progreso, ni se han enterado, son los que la sufren en el reparto final de bienes materiales. Ellos son más de las tres cuartas partes de la población humana sobre la Tierra.
Todo este conjunto de actitudes frente a una realidad que el mismo hombre está creando, lo ha llevado, lo ha encerrado en un círculo pequeño y exterior a él. En este círculo el trabajo se ha convertido en su amo y su señor.
Se podría pensar que se está convirtiendo en esclavo del dinero, pero no es así; para el hombre moderno vivir solo del dinero es languidecer.
Él lo que quiere es triunfar, él quiere poder. No hace mucho tiempo atrás, fueron solo algunos los elegidos; hoy son cada vez más. Y el polvo que levantan en el camino es tal que no nos deja ver ni siquiera el rostro de nuestro contrincante. Y con el agregado especial de que para muchos de nosotros ello se ha convertido en la única razón de nuestra existencia.
El poder ha sido una constante en la vida del hombre, pero en este siglo se ha acentuado aún más, por el hecho de que la actitud bélica se ha volcado a esta guerra casi personal del hombre contra el mundo. Se está perdiendo la posibilidad de encontrar en el otro ese sentido misterioso de la unidad.
Se nos hace muy difícil recordar lo que nos decía Nietzsche: "Se paga caro el llegar al poder. El poder vuelve estúpidos a los hombres".
Karigüe

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Gracias. Karigüe

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