lunes, 17 de agosto de 2009

Libro “El Milagro” – Capítulo 7

EL AMOR

Las relaciones comerciales, es una negociación, como cualquiera negociación en la que hay dos o más partes que tiene que llegar a un acuerdo, a un arreglo de conveniencia.
Por muchos años, los hombres de bien la han negado, no estaba a la altura de un cierto tipo de nobleza; sin embargo tan necesaria, para la formación de nuestras sociedades, de nuestra humanidad.
Todo se tiene que negociar, dentro de cada uno de nosotros está el interés, yo quiero, yo deseo, un yo que se impone, que quiere imponerse también a los demás. Pero, no se veía con buenos ojos, como si la plata fuera algún pecado, una bajeza, algo que inclusive se veía como despreciable.
Y sin embargo es el cimiento del mundo, de la humanidad. Sin el vil dinero estaríamos en el estado de trueque, que en realidad es lo mismo; la diferencia está en la concentración, pero ahora se cambia los ejes, los parámetros.
El poder siempre estará en manos del más fuerte, lo que pasa que de acuerdo a como está formando nuestra sociedad, ahora la inteligencia se está imponiendo; bueno eso desde que el mono dejos los árboles, la astucia, la flexibilidad, son la base de toda negociación, y toda buena negociación nos lleva al poder, a imponernos a todos los demás.
No somos todos iguales; pero hay algo común que tiene los humanos, esta raza, esta especie que dentro de la tierra se está ó se ha impuesto a las demás; pareciera que es la inteligencia, ese poder de análisis reflexivo que no lleva a hacer lo conveniente.
Por otro lado se ve una variedad de razas, de pueblos, de grupos de personas diferentes, con diferente cultura, diferente grado de inteligencia también; pero no hay que dejar de hacer notar que es como una especialización, cada una con su tema.
La bendita globalización nos lleva a estar cada vez más unidos, intercambiamos más conocimiento, deseos, gustos de vestir, de comer etc., que pareciera que se tiende a la unificación.
De toda esta descripción fría, nos hace ver la realidad del mundo, la concentración del dinero y la desigualdad en el reparto de los bienes del mundo. No hay duda que esta de por medio el trabajo, el esfuerzo, pero no justifica la diferencia.
Hay 6000 millones de personas, de seres humanos sobre la tierra, 6000 millones de mundos diferentes, y que tiene en común el lenguaje, el arte, los miedos, como el de la muerte y de las enfermedades, los deseos, necesidades como la sed y el hambre.
Lo que es difícil de no ver, es cómo este grupo de seres manejan autos, aviones, trenes, comercios, galerías, países, ciudades, lo impositivo, la justicia, el respeto, la crueldad, la alegría, la tristeza, el amor.
Estos seres tienen en común un mundo, el mundo suma de todos los mundos individuales. Cómo no se pelean más, cómo no se destruyen, ello nos lleva a caminar hacía un mundo unido, a un mundo en común, la común – unión.
Si esto realmente no es un milagro, que me muestren otro, otro mejor que éste, vivimos relativamente en paz, en armonía; hay guerras pero son mínimas, eso se debe a que necesitamos todavía recargar nuestra adrenalina, necesitamos del viento para mover las aguas así ésta no se descompone, así estas están bien aceitadas y funcionan bien.
Ver una autopista, las calles de una ciudad, por más pequeña o grande que sea, para maravillarse cómo se coordina las funciones, las velocidades, los pasos, las detenciones, las frenadas, etc.
Damos por descontado y más aún peleamos, luchamos, para que haya menos accidentes, para ser más precisos; con mas justicia, con más amor, más alegría, etc.
Y no vemos lo conquistado, lo logrado, lo alcanzado: nos da no sé que ver a un mono y no reconocerlo como nuestro antepasado, menos por supuesto a una ameba, a un caracol. Nos falta esa pata para pode caminar bien, esa otra ala que nos permita volar, estar aquí y no tratar de buscar otros mundos, el más allá está aquí.
Ver a un gusano es ver a una maravilla de la naturaleza, inclusive al tan poco apreciado como es el sapo, un batracio que si le vemos a los ojos y tocamos su piel salimos corriendo.
Es verdad que la vida va para adelante, somos una flecha lanzada al vacío, casi como el big bang, la vida quiere más vida y en verdad ella nos da más vida si la empleamos bien.
Pero, así como algún día tiene que haber una contracción del universo (si no lo está haciendo ya) así también lo hará la vida y pareciera que es el hombre el que va en sentido contrario a esa flecha lanzada al vacío, quiere la unidad, la precisión, la concentración, la compacticidad.
El big bang no es más que un latido, como el del corazón, como es la vida, como somos cada uno de nosotros. Latidos dentro de otros latidos pareciera que es el universo de los universos.
Pero no nos vayamos tan lejos y concentrémonos en el hombre, éste animal que resiste ser especializado, que reniega a la especialización y que le resulta placentero ser como un árbol frondoso, así respira más aire, más oxígeno, más vida.
El hombre cuyo cráneo es un cielo invertido, casco opuesto al de la tierra. Vemos que la atmósfera en donde se produce el rayo está abierta, en el hombre está cerrado, el rayo no ilumina afuera, ilumina adentro, es una especie de tierra al revés, un astro opuesto a la tierra.
Dentro de su cerebro, se producen miles de saltos de energía, mucho más que todos lo rayos sobre la tierra; y esto que estamos hablando de un solo hombre y lo más interesante que este ser los utiliza, utiliza a ésta energía para ver, para almacenar, para crear, es la máquina más eficiente que puede existir sobre la tierra.
El cuerpo mudo es una maravilla, los genes, las células, los órganos; pero en ese receptáculo llamado cerebro están la neuronas y las sinapsis, y la sinapsis que se combinan de tal forma que se produce la imagen, la metáfora, la palabra, la idea.
Este pequeño receptáculo es lo más maravilloso que se puede ver sobre la tierra, está concentrado lo mejor de lo mejor y ya nuestras ciencias nos está informando que las sinapsis si bien son conectores ellas mismas, en ellas se crean energía como los fotones que existen en el universo exterior
Es decir que estamos llegando a conocer que los fotones, bien pueden estar actuando en el universo como en el cerebro del hombre, al mismo tiempo; seria como un elemento común de los seres animados e inanimados. Llevará tiempo ver con claridad este tema.
Pero no debemos de dejar de ver, que éste nuestro cerebro es un universo maravilloso, un universo que ve, que comprende, que crea, que es capaz de hacer una Sinfonía, un poema, un cuadro; ó amar. Simplemente amar, desear lo mejor a otra persona exterior a uno, ya es un milagro.
No digamos que es tan fría como la fuerza de la gravedad, pero es lo que brota desde el cerebro de un hombre: el amor.

Karigüe

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Gracias. Karigüe

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