lunes, 24 de octubre de 2011

Libro "Común Unión" – Capítulo 10

EL AMOR

Las ciencias han permitido al hombre, no solo lograr adelantos tecnológicos, aumento del conocimiento; si no que en el campo de las relaciones humanas a permitido que se toleren mas, se acepten, y de esa manera puedan vivir más en comunidad, más en armonía. Se escucha frecuentemente decir que en lugar de adelantar retrocedemos; en algunos aspectos pueda ser, pero en forma general no, eso es una falacia.
El hombre a través de la comunicación y de la experiencia ha logrado que la relación con el otro cambie de campo, no sea solo lucha sino sea también una forma de conocerse, de entenderse y de comprenderse.
Uno puede ver como en los distintos estratos sociales, culturales, las relaciones se hace cada vez más sutiles, más delicadas, más armoniosas. No estamos hablando de profundidad, ni de amistad, ni de amor, esos son otros campos, a lo que me refiero es solamente a las relaciones sociales, comerciales, de trabajo, de vecindad, o las relaciones de cualquier grupo que tenga como fin el entretenimiento.
Un hombre tiene las formas semejantes de relacionarse con uno mismo y con los demás. Tiene las mismas demandas, aunque muchas veces las apariencias exteriores engañen. Estas formas de relación, son como una capa, una piel, que hemos sido capaces de tejer, de armar, por nuestra cultura, por nuestra educación, por nuestra experiencia; todas ellas sumergidas y con raíces en tiempos remotos.
Es como si fuera una tela araña. Nosotros, cada uno de nosotros, como si fuéramos la araña, la araña que teje estas relaciones, o formas de relacionarnos. La pregunta sería de donde sale la materia prima para tejerla.
Somos todavía un volcán en actividad, dentro nuestro existe un crisol, una caldera, en donde se funde todos nuestro instintos, necesidades, deseos, temores, angustias, sueños, etc. Lo interesante es que este metal fundido es como si fuera un salvaje, un caníbal, en estado arcaico, en estado tan primitivo como puro; es decir que no está contaminada está parte nuestra, con ninguna cultura, con ninguna moral o ética.
Dos cosas pueden estar pasando con ella: una, es que este fuego sé este apagando, es decir domesticando, culturizándose; y la otra es que siempre va a estar ahí, por que la necesitamos, por que es fuente de toda construcción, de todo emprendimiento, de toda aventura podría decirse.
Una opinión particular es: que es cierto que somos o tenemos un volcán dentro nuestro, que está en actividad, pero que solo de vez en cuando se ve su actividad desde el exterior. Somos solo parte de algo más amplio como lo es un volcán. Un volcán solo permite un cierto balance de energías, un sentido natural del universo, que está permitiendo que la tierra se esté apagando; entonces cada bocanada que emite un volcán es solo una entrega al exterior de elementos que permitan la vida sobre su superficie. Esta bocanada es un suspiro de muerte de la tierra.
Nuestras ciencias han determinado que la tierra tiene un núcleo, una masa más compacta que todas sus partes y que este núcleo inclusive gira a diferente velocidad que ella. Pareciera que algún día la tierra será ese núcleo, solamente ese núcleo, como cuando la mariposa deja su capullo.
Lo que nos va a ha permitir, en no mucho tiempo, encontrar en nuestro interior algo similar. Si bien podemos imaginar que la continuidad existe, sabemos también que lo que cambia son las velocidades, las formas, las direcciones y los sentidos (un universo similar al de nuestras relaciones).
El alma humana es el núcleo de nuestro cuerpo. Muchas veces la suponemos que es de otra naturaleza, de otro mundo, simplemente por que gira a otras velocidades, tiene otras densidades. No hay duda nuestro cuerpo es solo una piel, o un conjunto de pieles que se están desprendiendo por el roce, por el roce con los demás elementos que lo rodean.
Lo que tejemos entonces, mejor dicho la materia prima con la que tejemos nuestras relaciones con los otros y con nosotros mismos, es como una savia, una savia que brota de lo oscuro, de lo que ignoramos. Lo que sí podemos saber de ella, es por nuestros pelos absorbentes ¿Y cuales son ellos?.
Las mismas relaciones con lo otro, con los otros y con uno mismo; ellas son como una fuerza absorbente (puentes de hidrógeno), que convierte algo físico, algo químico, en relación, en el agradable bien estar, en la agradable estadía sobre este planeta, como es la belleza por ejemplo, o simplemente con ese y en ese estado al cual le hemos puesto el nombre de amor.
El Istmo, el hito máximo, de las relaciones con los demás y con uno mismo, es el amor.

Karigüe

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Gracias. Karigüe

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