lunes, 26 de septiembre de 2011

Libro "Común Unión" – Capítulo 6

OMNIBULACIÓN

Es cierto la vida tiene un sentido, pero nosotros tenemos el timón, tenemos esa capacidad llamada libre albedrío. No sólo la de tomar una decisión determinada, sino también corregirla, modificarla, soportarla, y por qué no en muchos casos potenciarla.
Están los otros allí, enfrente nuestro, al costado, detrás, es el mundo que nos rodea y con el tenemos que convivir. El otro tan profundo como uno, tan paralizante muchas veces que hasta pareciera que nos detiene, nos frena, nos desvía. Ese otro es un mundo tan inmenso, tan profundo, tan cambiante como el nuestro. El milagro es la convivencia, ya entonces el amor es un lujo.
Sin embargo cada vez más estamos unidos, cada vez nos escuchamos más. No es real cuando se dice que estamos aislados, separados, cada vez más; basta para ello ver los medios de comunicación, entrar en Internet, poder comunicarse con el otro aunque no nos miremos la cara, ni el cuerpo, ni nos preguntemos de la religión, del sexo, de la raza, de color etc., etc.
La técnica, la bendita técnica nos proporciona las herramientas (la prolongación de nuestros sentidos) capaces de movilizar 300 toneladas; de husmear a las estrellas a través de los telescopios o satélites; de ver las partes invisibles de la materia a través de los microscopios; de hacer un cálculo matemático en algunos segundos, cuando no hace mas que un lustro o dos, ese mismo cálculo nos llevaba días, meses, años.
¡Cómo no estar agradecidos a la técnica! Cuando podemos comunicarnos con el otro en segundos, mantener conversaciones con imágenes, grabar nuestra voz. Cuando podemos escuchar a Bach en todo momento que quisiésemos, a Beethoven, a Mozart. Cuando podemos leer en un avión a Holan, a Nietzsche. Cuando podemos contemplar el Imalaya o los Andes, ya sea en una película, en un vídeo, o personalmente. Cuando podemos conocer a los otros, a las otras culturas, así podernos comprender más, poder aceptarnos, poder convivir, poder disfrutar, poder aprender.
No es que la técnica sea una panacea, sino que es algo que hemos conseguido, hemos sido capaces de conseguir, mantener, e ir cada vez más adelante, porque ello nos da placer.
Lo que hace aún más interesante a nuestro tiempo, son dos cosas: La primera es la diversidad; es decir que son tan variadas las posibilidades, que necesitamos de especialización; ya no están mas los Médicos, ahora hay un Médico especializado para el hígado, para el riñón; para las infecciones, para los trasplantes, para las operaciones, etc., etc., de cada uno de nuestros órganos.
Lo mismo pasa para la música, para la Ingeniería, para todas las artes, para todas las artesanías: operarios, soldadores, torneos, fresadores, pintores, calculistas, etc., etc.
La segunda es la confusión, aquella tormenta que produce la diversidad en nuestro cerebro, no preparado aún. Si bien nuestra ambición, es decir nuestra capacidad para ver hacia delante, para crear cosas, es tan grande, tan potente; no es suficiente para calmar las aguas.
Lo que en realidad pasa es que no tenemos el estomago capaz de digerir todo lo que capturamos, lo que atrapamos, lo que hemos creamos.
Al hombre de nuestro tiempo lo que más le hace falta es verse así mismo. No puede, nadie le ha enseñado, se nos ha olvidado desarrollar este órgano, porque en si para desarrollarlo se necesita parar la máquina y vernos, ver nuestra vida, lo que hemos hecho, lo que hemos conseguido, lo que podemos hacer en esta vorágine en la que estamos inmersos. Es un pequeño y gran detalle a la vez: la reflexión.
Es verdad que nuestros antepasados tenían sus cosas en las cuales se distraían; no debe haber sido muy diferentes a las que tenemos en nuestros días; pero con seguridad no tenían las cosas que tenemos ahora.
Si uno pudiera ver al Imperio Romano, desde sus comienzos hasta su muerte, vería que se levantó de las cenizas de la cultura Griega. Aplicaron lo que los griegos habían descubierto; la forma de gobernar por ejemplo, el ciudadano, la guerra, la conquista, el poder, etc. Los griegos cultivaron, lo que después el Imperio Romano cosechó. Pero fue tanta esta cosecha que se indigestó.
Virgilio fue tal vez el que representó lo álgido del Imperio, pero ya en el se veía la decadencia, lo confirmó Séneca. Este último fue admirador de Epicuro, pero no lo pudo entender; el sólo aplicaba sus enseñanzas, pero sirviendo a los emperadores. Heráclito renuncio al poder, su obra fue la de un libre pensador, en el caso de Séneca se ve la obra comprometida con el poder, ese es uno de los signos más claros de la decadencia; allí comienza el derrumbe de toda cultura, de todo Imperio.
Se puede describir, desde lejos, el nacimiento de un imperio, como el Imperio Romano. El mismo Heráclito fue el fundador, no en forma directa, pero si sentó las bases para que Platón y Aristóteles crearan una cultura de la razón, del orden, de la fortaleza del hombre de poder, de la templanza, de la armonía. El punto medio tan importante; la prudencia como madre de todas las virtudes.
Cayó por sí mismo el Imperio, corroído por dentro, indigestado porque no pudieron digerir lo que supieron conseguir en un milenio sus antepasados; no les dio el cerebro, no creció como debería haber crecido para devorar tamaño banquete. Es un ciclo normal de la humanidad; un imperio no es más que un elemento brotado dentro del universo, que nace y por lo tanto debe morir.
Atila solo fue un cuervo que tenía que devorar este cadáver. Luego el Dante lo encontró en el infierno. Una de las cosas más importantes que el despertar a través del Dante nos trajo, fue el invento del Purgatorio. Comenzamos a perdonar a comprender que el mundo no solo es infierno y cielo, sino que hay estratos intermedios en donde viven las personas normales.
Tal vez solo después el requien lo condensó Albinone en su Adagio y Vivaldi le puso una flor en su tumba con su concierto doble en re mayor.
Estamos viviendo en nuestro tiempo una era de resplandor. Si bien el poder puede estar asentado parcialmente en algunos países; estamos todos insertos en este crisol que se llama modernidad; tecnología, maquinas, equipos, armas, capaces de hacer volar en mil pedazos esta nuestra querida tierra.
No tenemos antecedentes similares en nuestro pasado; pareciera que el ansia de poder ya no es solo de los gobernantes, sino casi de toda la humanidad. El hombre se ha dado cuenta que es capaz de todo, inclusive de convertirse en el millonario número uno, en solo veinte años de trabajo, como es el caso de Bill Gate.
Todo lo que es poder no natural está en el hombre. Más aun el poder de destrucción está en un solo hombre, que ya no es Emperador sino Presidente.
Lo que a primera vista pareciera es que no hay duda que en estas condiciones de crecimientos la tierra nos queda chica, hay que ir a otras partes más seguras. El mono que piensa y existe, es nómade, nunca va a dejar de serlo, no tanto por decisión sino por orden genética, orden de lo que es vida, y la vida lo que busca es seguridad.
La vida creó al hombre, a la inteligencia del hombre, para que evite que otra vez se encuentre a punto de su extinción, como fue cuando cayo el meteorito que mato a los dinosaurios.
Ahora se encuentra, que este ser creado para ese fin, la quiere hacer pelota también; así que por mandato ella nos va a mandar a otra parte y no es porque nosotros queremos sino por que ese es la necesidad de ella. Y la verdad que ni nos pregunta, porque si nos preguntara le diríamos que nos deje en paz, que nos deje de joder.

Karigüe

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Gracias. Karigüe

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