lunes, 15 de agosto de 2011

Libro “El Corazón" – Capítulo 10

PLACENTA

Es como si nos estuviera creciendo un nuevo tipo de pulmones; es el mundo es cierto, pero un mundo que no hace ni dos mil años no existía, tal vez es solo mil, o tal vez menos; pero nadie duda que es vertiginoso, cambiante.
Es como si hubiéramos creado un genio y ese genio está haciendo ya de las suyas, es decir se está desbandado sino se desbandó ya. Tenemos la inteligencia artificial, los robots; aunque están como en pañales, pero ya se deslumbra unos cambios de poder que no es fácil imaginar.
Todo este mundo está evolucionado de una manera fantástica, es como si el fuera en ascensor y nosotros, como seres humanos pensantes estuviéramos viajando, caminado, por las escaleras.
No es difícil ver que el hombre, es decir nosotros no esperamos a evolucionar con nuestra naturaleza, por no decir la naturaleza; así comenzamos a ver, separados, con más claridad; decimos que no la esperamos ya que comenzamos a construir, a fabricar, a inventar, tentáculos con los cuales ahora vivimos, sin contar, sin tener en cuenta a nuestra madre naturaleza ni a nuestra abuela la tierra.
Es bueno, para ver con más claridad, considerar a nuestra vieja madre, como abuela, ya que un Neardental ya no es el mismo, somos otros.
Esta evolución hay que verla, sentirla; es como si nuestro espíritu hecho voluntad está abriéndose camino solo, se ha separado del alma, del cuerpo, y más aún del corazón, de ese viejo corazón con el que amábamos a lo que nos rodeaba y a nosotros mismos.
El hombre moderno no ama, el quiere, actúa y después pregunta o a lo sumo pide disculpas, perdón.
Que está mal o bien; eso ya esta pasado de moda hacer esas preguntas, lo mejor decir: sirve o no sirve.
Ahora adentrémonos en nosotros mismos, veamos a ese mundo interior tan rico, lleno de conocimientos, de arte, de belleza ¿desde donde podemos juzgarlo? desde el pasado es imposible, desde el presente, estamos como imbuidos por una niebla; lo mejor es vernos desde el futuro ¿en que nos estamos convirtiendo?
Debe tomarse con prudencia, pero debemos decirlo, estamos convirtiéndonos como eso dioses imaginados por Prometeo. Unos dioses capaces de cambiar hasta su naturaleza, por no decir su cuerpo; unos hombres dioses que están logrando convertirse en iluminados, sino preguntémosle a los Budistas, a los místicos. Esto no había antes.
Pero bueno lleguemos a un punto desde donde vernos, no puede ser el yo, porque este se está abriéndose como un fuego artificial; desde la conciencia menos, ella está muy ocupada en digerir, lo que todos le llevamos para que lo digiera por nosotros; al alma, pero el alma ahora es un recinto, casi como el mundo, con la diferencia que ella tiene más cordura, tiene más paz; pero bueno ella tiene que estar cuidando a su hijo el travieso, espíritu.
En verdad no nos queda otra cosa que el corazón y ahora sí, no perdamos el tiempo en probar su existencia, ni decir como es; debemos ver con el.
Se ve un mundo tan salvaje como su abuela naturaleza o como si padre el hombre, por lo tanto debemos dejarlo madurar. En estos tiempos el corazón es como un filtro, como un sol que va diluyendo lentamente la niebla que nos ha estado envolviendo por mucho tiempo.
Algo frío, pero con una frialdad que hace decantar lo que sirve, lo que nos sirve. Entonces por él vamos eligiendo, todavía con el podemos elegir, la vida que queremos llevar, la forma de vida, los actos, los sentimientos, los pensamientos, para llevar a cabo una vida con calidad; pero con una claridad que nos de armonía, paz, calma. Es decir estamos creando, formando una nueva atmósfera, que podemos llamarla espiritualidad, pero es algo más.
Es como no solo crear un cielo, que por cierto lo estamos haciendo; tenemos un sol, que es el espíritu, algo decantado de ánimo, tenemos estrellas como esas cosas que nos hacen bien, esas cosas lindas que hemos sabido cultivar, crear, formar, conseguir; por otro lado no hemos abandonado a nuestra abuela tierra y convivimos con nuestra madre aquí, ahora; pero es como si nos faltaría un aire especial, una atmósfera.
Bueno ese aire, esa atmósfera, es aquello que se está destilando desde la oscuridad, desde el silencio, desde esa energía oscura que desde siempre nos esta envolviendo, es como un vientre, una placenta, desde donde llega; pero nosotros nos tenemos que crear el órgano capaz de respirarla, bueno ese órgano se llama corazón.

Karigüe

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Gracias. Karigüe

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