miércoles, 23 de enero de 2008

Reflexiones Celebres - Raúl Ballbé

Raúl Ballbé de su libro “ Vida, Tiempo y Libertad”

La crisis espiritual de nuestro tiempo tiene la peculiaridad de no estar relacionada, individualmente, con hombres dedicados a la labor científica (he conocido a muchos de ellos que jamás han compartido una ideología cientificista) sino con la gente que, sin saber nada de ciencia, cree firmemente en ella. Sin embargo, el saber que dirige la acción ya no es el saber de la vida sino el saber de la ciencia, profundamente diferente porque se funda en la conciencia de objeto, separada de lo que conoce, y la acción, vuelta objetiva, ha dejando de ser una acción para transformarse en puro accionar pues procede, según se cree, de acuerdo con las leyes de la ciencia, que no son de las vida. De esta manera, lo que ha reemplazado a la acción ya no tiene relación alguna con lo humano y esto no significa una crisis de la ética o de la cultura sino simplemente su supresión. Escribe Rilke:: “aún para nuestros abuelos las cosas era una casa, un torreón familiar, sí: su propio vestido, su abrigo, les era infinitamente más familiares. Cada cosa era como una vasija en la cual ellos encontraban algo humano y a la que añadían algo humano”.
La inseguridad que trae aparejado el desarraigo afectivo en un mundo cada vez más abstracto busca compensarse en una seguridad absoluta que logre eliminar hasta los accidentes. Esta sobreestimación de la seguridad de los resultados científicos se ha convertido en una característica general de los tiempos modernos, desde Galileo hasta nuestros días. La creencia de que la ciencia tiene la respuesta para todo, hasta lo que se debe hacer, es tan general que ha asumido la función social que antes era patrimonio de la religión, que es, en el fondo, la de brindar seguridad absoluta, lo cual convierte en problemática la cuestión acerca de la compatibilidad de la religión con la ciencia, ya que la potestad en materia de seguridad no se comparte.

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