lunes, 2 de septiembre de 2013

Libro "Z" – Capítulo 33


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Hay situaciones que son irremediables; como es la convivencia, como es o son las relaciones laborables, o simplemente como es un tema.
Un tema, en el cual no hay para donde ir, como se suele decir ni para adelante ni para atrás, por lo tanto hay que abandonarlo. Así son las situaciones, los caminos de la vida, por donde transitamos así lo hubiéramos planeado o no.
Pero duele, duele ser rechazado, no aceptado. Siempre una parte tiene que ser expulsada, así se quiera ó no. Lo suelen decir lo más grandes Gurús de la economía, como aquello que quieren mantener viva, activa la misma vida, su vida misma. Renovarse es vivir.
Por otro lado esta lo variado, la diversidad, tan necesaria como para que sostener, mantener, los constante cambios, la constante mutación que sucede, que se lleva a cabo, no solo dentro de nuestro cuerpo sino afuera de él, en nuestro otro medio, el medio ambiente.
Así que no nos debe de sorprender, ni alamar, estos cambios, estos constantes cambios que suceden y los cuales nos afectan constantemente.
Se solía decir el tema es mantener, mantener constante nuestra forma de ser; pero ya no es así, nunca lo fue; queramos o no cambiamos, nos modificamos, constantemente.
A veces ocurre, que el cielo nos dona, o la suerte nos da una posibilidad, un regalo; que debido a no estar preparado para administrarlo, lo solemos perder; para terminar como en el principio, en el comienzo; pero con un poco más de experiencia.
Todo esto ocurre en la vida, como ocurre todas las cosas que existen, que están, que conviven con nosotros y muchas de ellas forman parte de nosotros.
Son las cosas, las benditas cosas. Una relación de pareja, una relación laboral, son cosas. Cosas vivas, es como un entretejido, una serie de ramificaciones, como una red, flexible, viva, en las cual los actores, lo generadores de esa red, están en los extremos.
Es algo virtual, vivo, nos afecta; nunca o casi nunca los actores tienen la misma fuerza, potencia, poder, ya sea el de dominio, de rechazo, de encantamiento.
Muchos de esto lazos se enraízan en las profundidades de estas relaciones, allí casi imperceptibles, actúan; y nosotros las llamamos celestiales, como si alguien, un dios, o cupido o la suerte, actúan aumentando o disminuyendo la intensidad de la relación.
Sin embargo esas relaciones pueden terminar y hay muchas razones para que ello termine, puede ser el aburrimiento, el cansancio, la necesidad que tiene todo ser vivo, por renovarse; como la tiene todo lago de ser batido por el viento para que sus aguas no se pudran.
No es que uno quiere desvalorizar las relaciones humanas con las cosas, con el agua de un lago por ejemplo; lo que sucede es que están eslabonadas, encadenas; y, si uno quieres verlas, tiene que emplear las metáforas, las relaciones verticales como para poderlas ver, y la primera es la naturaleza, la cual no hemos todavía dejado de ser.
Todos tenemos derecho a la ruptura, a lograr nuestra libertad del otro, ya ésta sea nuestra pareja o nuestra relación laboral tanto de un lado como del otro, la libertad de amar y de relacionarse, es necesaria siempre.
El tema es ver con claridad aquellas cosas, cosas que sin ser son. Sin aparecer, están allí, cómo invisibles. Las costumbres son la base de lo que somos, más aún somos ellas. La naturaleza es una costumbre milenaria que a fuerza de ser practicada, llevada a cabo, llevada a ser como es.
Hay algo de por cierto, algo a lo que podemos llamar animo, espíritu, aquello que lleva a la repetición, y que por ellos, por la insistencia de ello, hemos logrado ser como somos ahora.
Es como llegar a un callejón sin salida, podemos volver a atrás, podemos intentar saltarlo, o perforarlo. En las dos últimas opciones no sabemos lo que está del otro lado, no podemos verlo. Pero es allí: cuando estamos contra el suelo en donde nuestro espíritu vive, vive con más intensidad que nunca, más aún en estos casos es cuanto nosotros lo sentimos, lo sentimos más vivo que nosotros mismos.
Esto es, ha sido y será siempre así, por los siglos de los siglos, amen.
¿Será que el espíritu, nuestro ánimo, lo que somos y de lo cual solo vemos la punta del iceberg, querrá a fuerza de la costumbre, a fuerza de ponernos contra la pared, contra el muro del silencio, ser?
¿Ser nuevamente espíritu, ya que lo que es ahora es un verbo encarnado, atrapado en al carne, en éste planeta, en éste sistema, en éste universo, en éste cosmos?
La libertad, la tan bendita libertad, no es otra cosa que eso, existe, hay dentro de nosotros algo que está preso, atrapado, que quiere ser libre, por eso las insatisfacciones, por eso la interminable cadena de necesidad insatisfechas, una trae a la otra, pero es en sí la materia, la que crea capas para evitar que éste, éste nuestro espíritu sea nuevamente espíritu.
Todo lo demás es metáfora de ese anima agitado, que late, que llora, que ríe y se angustia a la vez, como si estuviera viviendo en un mundo que no le pertenece, es casi un emigrante, un emigrante que no ha sido incorporado.
¿Será eso el espíritu, seremos así y o todavía no nos damos cuenta, no vemos, no aceptamos una realidad tangible como es la que estamos solos en el universo? No hay quien escuche porque nosotros hemos inventado el habla, el idioma, y nosotros tenemos que contestarnos.
Viviremos y por cierto serán miles de años todavía hasta que nos adaptemos, hasta que nos miremos a nosotros mismo, y podamos vivir con aquello, con aquello que está más solitario, más extranjero que nosotros, que es nuestro espíritu.
Es decir espíritu y naturaleza serán una algunas vez, nos miraremos como cuando un existente hermafrodita se ha separado, y tendremos el encuentro más feliz de nuestra existencia, casi como cuanto tenemos relaciones sexuales por primera vez.
No exageremos, ya casi no hay diferencia entre el yo del hombre y la mismisidad, entre la ipsidad del hombre y el alma de la vida, del universo y de los universos. Entre el Ánimus y el Ánima.
Estamos siendo, la naturaleza la vida es ya, somos como un espermatozoide lanzado, vaya a saber por quién, que va en camino a fecundar al Ánima, a nuestra alma, la razón por qué no nos damos cuanta es porque la expulsión del paraíso terrenal no sucedió mucho tiempo atrás, fue reciente. Somos hermafroditas recién separados, que por primer vez se van a volver a unir y qué espectacular placer nos espera.
Qué plenitud, qué unidad.
Karigüe

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Gracias. Karigüe

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