lunes, 26 de agosto de 2013

Libro "Z" – Capítulo 32


ALGO MÁS
Es verdad que hay momentos en que los hombres tienen que descansar; desensillar y descansar; ya que todo tiene un límite. Pero hay circunstancias en que no se puede, se tiene que proseguir, seguir; entonces he allí el arte de vivir, de vivir sin descansar; porque todo estado limite es para el hombre una frontera que hay que atravesar.
Es cierto que la vida nos presenta, nos da cosas; las cuales tenemos que manejarlas, dentro de un mundo globalizado, pero no emparejado. Nos unen, nos atan; mejor aun nos unimos, nos atamos, luego nos quejamos de la uniformidad. En aquella en la que todos no tenemos, ni la fuerza, ni la cultura, como para poder convivir, y más aún vivir.
Es cierto que hay accidentes, de los livianos y de los fatales. Es cierto además que está la suerte; aquello que proviene del azar o de algún dios bondadoso (y otras veces no tanto). Pero que la vida que nos toca, aquella que tenemos enfrente, la tenemos que enfrentar. Tenemos que luchar contra ella, tenemos que combatir, enroscarnos con ella, sino queremos ser devorados por ella o sino lo peor, no ser tenido en cuanta por ella.
El aislamiento, aquellos hombres periféricos, rotan (aunque resulte extraño) a mayor velocidad, a mayor velocidad se consumen; como las cosas que está (dentro de lo que es vivo) afuera del ojo de la tormenta, en la periferia.
Pero he allí, a algunos hombres que por azar o por dedicación, o elección, viven dentro de ojo de la tormenta. Bueno, allí está un vida muy especial, allí vive, se vive una vida diferente.
Una vida, la vida de dioses, la plenitud. Nietzsche decía: “Alrededor de un Héroe se crea la tragedia, ¿alrededor del dios se crea el mundo?”
Palabras que retumban, que suena, que vibran alrededor del mundo del espíritu; alrededor de aquello que nos decía Behetoven: “Solo aquel que esta contra el suelo conoce su espíritu”
La tragedia, el sufrimiento, el dolor, pareciera que son la antesala de lo espiritual. Agreguemos una cosa más de Bach, decía: “Un poco antes de la armonía existe, vive, una desarmonía profunda”
Tantos ejemplos mas podríamos agregar. Agregar, sobre esta no sólo sensación, ni idea, ni conocimiento sino como una realidad tangible, en la que el sufrimiento solo ataca a los hombres capaces de soportarlo. Como si el sufrimiento fuera un ser, el dolor también y por qué no la angustia, es decir todo aquello que nos retrae, que nos hace desandar, como pisando huellas ya andadas, ya recorridas; y volver así al comienzo, a nuestro nacimiento, al origen; a aquello, a aquel, desde donde hemos brotado.
Como fruto caído que vuelve al árbol, pero no cumpliendo otro ciclo, como esos que cumple la semilla, siendo nuevamente raíz; si no como el elevarse, el recorrer un camino reciente; como robar al tiempo, un trozo de su obra, de su presentación, de su representación, y ser fruto, ser flor, savia, que se eleva desde el suelo; pero viendo iluminado ese camino inverso, ese camino a contramano de la vida.
Es una reconstrucción, una representación en sentido contrario de la obra, un deshacer, deshilachar, desenvolver, desnudar, aquello que fuimos.
Lo otro está adelante de nuestra frente, de nuestros ojos, lo vemos, pero solo hasta una cierta distancia. Podemos proyectar, imaginar, soñar, lo que vendrá; pero lo que vendrá le pertenece a la vida, es de la vida, o de algún dios.
Poro el pasado, aquello que vivimos, aquello que fuimos; eso, eso sí que nos pertenece, eso es lo almacenado, lo que tenemos guardado; porque aunque nuestra memoria no lo tenga fresco, alguna parte de nuestro cuerpo lo tendrá, lo tendrá aún vivo, aún presente.
Eso, bueno eso es el conocimiento; por él somos como dioses de aquello que está adentro de nosotros, aquello que nos pertenece. Un gen, una célula, guardada en sí como un tesoro. Como un tesoro dentro de ese cuerpo, dentro de esa piel, que todo ser vivo tiene; guarda, guarda lo vivo.
Lo que pudimos conseguir alguna vez, permanece para siempre dentro nuestro, dentro de esta piel extendida del hombre, que es el mundo.
Entre el LUCA, el hombre y el mundo, hay una continuidad asombrosa, una continuidad compacta. Una continuidad formada por eslabones irrompibles, eslabones que no podemos mirar, ver, contemplar.
Somos y seremos alquimistas. Una vez capturada una pieza, algo nuevo, inmediatamente comenzamos a soñar la próxima, la próxima como deseo, como ensueño de algo que no somos, de algo y en algo que nos hace adormitar, porque todavía no tenemos la fortaleza de ver.
De vernos ya no nuestro rostro en un charco de agua; sino que el conocimiento, aquello que estamos siendo, pueda verse. Podamos vernos ya, que estamos unidos, en el espejo, en ese gran espejo que es el mundo.
No vemos, no podemos aceptar que hay algo adelante nuestro, alguien, algo, al cual estamos siguiendo los pasos, los rastros. Y hay alguien, algo que está después de nosotros, a quien ó quien nos seguirá, pero solos jamás, no es que tengamos miedo a estar solos, sino que somos ya una unidad. ¿Podría el riñón, ser riñón, afuera del cuerpo?
Todo un camino escabroso, camino de cabras, de cielo y de barrancos, de valles y de montañas, de glaciares y desiertos; pero camino la fin. La vida cómo camino. Una posibilidad de ser, de existir. Un camino lateral.
Lo otro lo que hemos llegado a ser, es un pedestal de acero, de hierro, de cemento. Un pedestal tal que ni una tormenta de la vida la puede destruir, la puede derribar. Una célula del cuerpo, un hombre, son elementos tales, unidos de tal manera, que hacen de este mundo nuestra morada. Y aunque cueste entender, la mejor morada, la más segura, la más nuestra.
Bueno eso es el amor. El amor es morar en esta morada, dentro de esta morada, es estar adentro de ella en – a - morada, enamorado. Amor es habitar el mundo, con esa piel aún invisible que es el conocimiento.
¿Puedes imaginarte que ya somos ello? Algo que es, algo más que mundo. La vida atrapada dentro de esa fortaleza que ha construido el hombre; obra del hombre, y a la cual la hemos acorralado tanto que ahora la queremos clonar, es decir hacer otra vida, con esa herramienta a la que le hemos llamado ciencia.
¿El conocimiento como piel del amor? Y será por eso que cuando amamos, el corazón de ese nuestro cuerpo mudo late con más fuerza, como queriendo salir de él, como queriendo emprende vuelo, salirse.
Otro vuelo, un vuelo más.
Karigüe

PRÓXIMO CAPÍTULO: lunes 2 de Septiembre

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Gracias. Karigüe

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