lunes, 12 de agosto de 2013

Libro "Z" – Capítulo 30


LA DIVERSIDAD
No hay mas que observar, luego ver, que en cada cosa, en cada ser, está implícito el movimiento. Aún cuando se cree ver, sentir, la armonía; las cosas adentro de esa armonía están en permanente movimiento, en constante cambio, mutación.
“La diversidad es un valor en sí de la naturaleza, de la vida, más aún es una condición indispensable de la existencia del universo, del mundo, del hombre”.
Está lo vivo, lo existente, lo real, la cosa, el ser; lo otro es algo que es en sí, del cual todavía no sabemos de él; no alcanzan nuestros sentidos a registrar. La ciencia sólo es un brazo de corto alcance.
Si bien hoy podemos registrar y aún medir, no podemos, no alcanzamos, ni siquiera a presentir, lo que está un poco más allá de lo que somos.
La muerte está tan cerca, convive con lo existente en cada instante, en cada momento, esta junto a él. Esta como conteniéndolo dentro de un vientre. Si por alguna razón se abre, se rompe, se deteriora. Lo existente en la intemperie, en la intemperie en donde la vida habita, se pierde, más aún se desintegra.
La muerte es lo que da morada a lo existente, es la casa de lo vivo; mas allá de ellos el ser, el universo, el mundo, el animal, el hombre, no existen; pero a la vez no sabemos nada de ella, sabemos de su existencia, de que está ahí, a un paso, tan cerca como dar un paso hacia el abismo, hacia el fuego, hacia donde la forma deja de existir.
El hombre tiene algo dentro de sí que lo convierte en un existente. Lo hace pensar, hablar, observar, imaginar, soñar, construye un mundo en parte invisible y en parte visible. Un mundo capaz de ser trasmitido, compartido, en parte; nunca íntegramente, por que el alma del hombre es ante todo única y particular, luego general.
Si nos detenemos por un instante y vemos, tratamos de ver, de escuchar, de observar, de mirar, de ver, lo que hay dentro de nosotros, solo veríamos lo superficial, lo que la memoria nos trae: las cosas en sí y sus relaciones; pero todo se pierde más allá de lo que podemos ver.
Lo que podemos ver, entender, escuchar, saborear, contemplar, es lo que hasta ahora podemos alcanzar, no solo con los sentidos del cuerpo, del alma, del espíritu; sino con algo que desde hace un tiempo ya habita en los hombres, dentro de los hombres: el conocimiento.
¿Qué es en sí el conocimiento? Es experiencia vivida y registrada por los sentidos, es digestión de ella dentro de un estomago, el cual es órgano de un sistema al cual le hemos puesto el nombre de alma. Luego ese bolo alimenticio se distribuye, a través de canales, a lo largo y a lo ancho de esas galerías del alma, de la cual nos hablan los poetas.
Allí, en esas galerías; a donde ni nuestra mente, ni los mismos ojos del alma pueden llegar. Todo un mundo oscuro y vivo, latiendo, fundiéndose dentro de ese crisol al cual hemos llamado corazón. En este crisol, el pasado, el presente y aún el futuro, se funden por un fuego; el mismo fuego que ha dado lugar al universo, al mundo, al sol y a las estrellas, y más aún al alma para que vea. Para que ella misma ilumine lo que ha llegado a ser, a almacenar; pero además a través de esa luz, mejor dicho por esa luz y en esa luz, podemos ver mas allá. Una luz que además de iluminar, ve.
Bueno a esa luz desde hace mucho la solemos llamar espíritu. Espíritu no como el movimiento en sí, no como lo que promueve, lo que mueve, lo que hace que las cosas sean, que los seres vivan, existan; sino algo que se arroba en sí mismo, y a la vez se abre. Un latido como le big - bang, un latido como el de tu corazón.
Algo que somos también, somos parte, somos lo diverso. Si bien podríamos decir que el universo, es un verso único; lo diverso, es lo hablado, lo dicho, somos el universo nuevo, un universo nuevo, el universo de la palabra, del verso que se dice así mismo.
Si bien hasta donde podemos ver e imaginar, el universo está hecho de materia y energía; lo diverso está hecho de palabras, el mundo en si esta hecho de palabras construidas, ligadas, unidas, por esas sinapsis que es el lenguaje. Lenguaje como sistema.
El mundo es mudo aún, no es capaz de hablar con otros mundos; porque el es como un óvulo, ó como un espermatozoide lanzado a la caza de un óvulo. Mudo porque todavía no tiene su propio lenguaje, no cuenta con palabras capaces de unirlo a otros mundos, de comunicarse con otros mundos.
Dentro de él la vida pulsa, late, brama como el mar, habla, se estremece como un animal en celo, como un animal que quiere, que necesita aparearse.
Y lo hará algún día. Ahora no tiene una salida; por más que va hacía su interior, por mas que se crean micromundos capaces de hacerlo mutar. El sentido es único, el sentido es la diversidad, aparearse con lo diferente. Lo diferente como una ventana, como una puerta por donde salir de sí; porque lo existente, desde lo diminuto hasta la infinito, no puede nunca estar dentro de sí, estar encerado en algo que quede retenido, contenido. La armonía es la diversidad en equilibrio inestable, siempre.
Karigüe

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Gracias. Karigüe

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