lunes, 19 de agosto de 2013

Libro "Z" – Capítulo 31


CONOCIMIENTO
Descubrir la falla, encontrar el error, es encontrar el camino; es encontrar la forma de ser, la forma de construirse, de armarse, inclusive de soportarse.
Piedra a piedra, ladrillo a ladrillo; célula a célula, el hombre se construye, el animal, la planta, la vida, el universo, los universos. Pareciera que este inmenso mar de vida en donde estamos, en donde moramos, el algo vivo también. El universo que contiene a nuestro universo, los universos contenidos soportados, se pierden a las distancia, en ese túnel que es el tiempo.
Todo soportado, contenido por todo, aún el conocimiento. Aquello que somos, aquello de cual estamos hechos, estamos formados.
El bendito cuerpo es nuestro universo cercano, aquel compuesto por cien mil millones de células, de igual numero de galaxias esta compuesto el universo, nuestra otra órbita, nuestra otra cáscara de cebolla.
Es ahí en donde cada uno de estas partes está viva, tiene su forma de ser, está evolucionando. ¿O se creen que solo nosotros como seres ahí, evolucionamos? Ellos también, nuestra benditas células, nuestros benditos genes.
Formas que laten es la vida, vida diminuta, vida inmensa, que se pierde a lo lejos, allí en donde no miramos, en donde solo presentimos; sin embargo está allí, es algo físico, algo que vive en el río del tiempo, flotan, se sumergen, explotan, vuelven a contraerse para volver a explotar.
¿Que es eso, que es lo que se repite, que es lo que late, lo que se forma, lo que para nosotros está, pero hace mucho tiempo dejo de existir, sin embargo para nosotros está allí?
Es el tiempo el que nos lleva, no hace vivir apariencias, formas, cosas; siendo las cosas vivas, de otras formas, con otras formas, en otras órbitas, en otros estratos.
Fuimos cosas algún día; pero algo se instaló, algo dejo de obedecer a las leyes de este nuestro universo. Tal vez fue otro el que se interpuso, ó a esta edad de nuestro desarrollo ¿podemos imaginar que hay solo un universo? ¿ó son muchos, uno superpuesto sobre otro formando otro universo, y así perdernos allí a donde nuestra vista, ni nuestra conocimiento alcanzan?
Pero ¿qué es lo que nos diferencia? Algo como aquella enredadera amarilla que se consume, que lo devora al árbol que lo soporta, para luego no tener en donde soportarse, así desaparecer, morir, para aparecer en otra parte.
Achicarse, encogerse, hasta ser semilla; para luego ser árbol, ser fruto, ser como la luz de una luciérnaga. Vida, vida en todas partes a donde puedas mirar, contemplar.
Hay algo que observa, es mi yo, es mi mente, es mi cuerpo mudo, el que almacena, el que reflexiona, el que dice: yo soy, soy así, miro, contemplo, analizo, espero; pero no dejo de devorar, devorar cosas, experiencias, emociones, enojos, alegrías, como si fueran presas, como si fueran elementos que mi cuerpo mudo necesita, necesita para vivir, incluyendo a las cosas espirituales. No hemos dejando de ser elementos del universo, de los universos que se devoran entre sí.
Por lo que se podría deducir que nada se crea en los universos, todo se transforma, inclusive la vida, la muerte solo son cambios de estado dentro del universo, mientras todo, absolutamente todo, es decir la suma permanece constante.
Es el conocimiento lo que ve; pero a la vez es lo que ilumina, pareciera que está antes que nosotros no después, no como resultado sino como un impulso, un espíritu que se expande, que se desmorona y la vez se erige, algo más terrible y potente que una marabunta, que una piraña. Un devorador de los devoradores, uno que consume devoradores. Son nuestros sentidos redes lanzadas la vacío, redes que inclusive tejen sus propios tejidos, para cazar a lo demás y ser cazados allí. Terrible fuerza del universo, tal vez es nueva. Es aquella fuerza que esta devorando a la tierra y que devorará al universo.
Bueno, eso está dentro de nosotros, nosotros somos portadores de tamaña fuerza, fuerza que se crea así misma, que hace, que se nuestra a través de lo que devora, de lo que consume, de aquellas formas que toma del universo, de la naturaleza, de la vida, de la tierra.
Bueno eso es lo que somos, eso es lo que mira, lo que contempla, lo que deduce, lo que informa, lo que quiere ser informada, Un conocimiento, algo que brota de un cono, que nació, que brotó como brota todo elemento de la naturaleza, de los universos: es espermatozoide y óvulo, es cometa y planeta incandescente, es universo y otro universo que lo fecunda. Así podemos seguir, porque se crea lo nuevo de lo viejo y lo viejo vuelve a ser nuevo, cambios, salto entre los opuestos; pero no de dos, sino de lo múltiples difícil de entender, ya que todavía somos binarios, solamente binarios.
Bueno allí nuestro conocimiento, lo que vamos siendo, lo que nos impulsa, lo que nos lleva por el túnel, por el río del tiempo.
Tiempo solo posibilidad, solo cause, nosotros somos el agua. El agua que fecunda a las cosas, A las cosas que están sobre la tierra, que están en este universo que late y del cual hemos copiado, hemos imitado, como lo hace el camaleón; y, nuestro corazón late.
Nuestro cuerpo es solo representación, inclusive el mundo, representación de algo que está dentro de nosotros y, cuyo yo es más profundo que el yo. Un yo que se muestra, que se da a luz a través de lo que solemos llamar conocimiento, el yo sublime.
Karigüe

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Gracias. Karigüe

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