lunes, 13 de junio de 2011

Libro "El Corazón" – Capítulo 1

"A partir del día de hoy comenzaré a publicar todos los lunes los primeros diez capítulos del libro "El Corazón"."

Karigüe
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POBLAR

Hemos avanzado de tal manera que hoy consideramos al espacio como aquello de afuera y de adentro; y al tiempo algo que viene del pasado, es instante en nosotros, para luego ser futuro.
Es como si en un cierto espacio, el espacio se adentra, pasa ser un espacio virtual, pero espacio al fin. Allí existen las ideas, los pensamientos, sentimientos, sueños, temores, esperanzas; daría la sensación que es un espacio esferoidal, cuyo centro, es como un agujero negro que late.
Hemos hablado sobre el cielo del corazón, aquello que siempre está, aquello que no cambia, aquello sin tiempo. ¿Hay en realidad un espacio en donde el tiempo no cambia? Parecería que este punto es desde donde nuestro ser es.
Los pelos absorbentes de las plantas, son los que permiten que lo inorgánico sea orgánico; en donde la savia, aquello formando por el agua y los nutrientes, sea vida, se convierta en tronco, en ramas, hojas, flores, frutos, perfume, además de semilla por supuesto.; ellos están del lado orgánico, vivo.
Así el ser está de nuestro lado, cumple la función de los pelos absorbentes, ya que saca, absorbe, del vacío lo que es después idea, hombre, mundo, cosmos.
Pero ahora una pregunta ¿Podría el ser tener corazón? ¿Podría ser aquel tu referencial, aquel al que no podemos mentir, aquel que siempre está?
Si nos situamos en ese espacio, en ese punto de transformación y lo contemplamos, podríamos describirlo. Queda claro aquí que el que va a describir es el yo, que por algunos momentos va a estar en estado de pura conciencia, mente, y en otros va ir describiendo en estado de ensoñación, es como estar soñado pero despiertos, en otros tal vez será puro inconsciente.
¿Podemos describir, escribir, desde lo inconsciente? Por qué no; la inspiración es un estado que oscila entre la ensoñación y el inconsciente, es como si en ese estado podríamos sacar, extraer, pedazos, no solo del ser, de nuestro ser, sino que podríamos hasta llegar a presentir, por qué no percibir, aspectos, partes del cielo de nuestro corazón, de eso divino que vive en nosotros.
Es a veces lo difícil, las dificultades que tenemos, aquello que nos va despertar, nos va a hacer avanzar a donde queremos llegar. Tenemos un objetivo y hacia él vamos.
Necesitamos reconocer que esa bisagra en donde cambia lo de afuera a lo de adentro y viceversa, es nuestra piel; aquello que divide, por un lado el universo, el mundo, el cosmos; y por el otro nuestra alma, nuestro espíritu, nuestro ser, nuestro corazón, todos ellos viviendo como en forma invisible, pero real; estas son (una particularidad importante), son organismos, no es solo una parte, están compuestos de partes, de partes vivas, como está compuesto nuestro cuerpo.
El cuerpo físico está, está dentro de nuestra piel, pero es físico, lo podemos estudiar, ver, analizar en un laboratorio, como lo hacemos con lo que está afuera de nosotros.
Ese nosotros, es algo a lo que debemos poner atención antes de continuar. La memoria la tienen los organismos, los sistemas, los órganos, las células, lo genes; pero también las partes de nuestro mundo interior, está por así decir en todas partes.
Por qué no hacer una cosa continua, así como hemos integrado el espacio con lo de afuera y lo de adentro, por qué no integrar al hombre, sus dos mundos, el interior y el exterior, por qué no intentar hacerlo uno.
Si lo hacemos así, nos evitamos consideraciones de qué hacer con el cuerpo físico; lo podemos ver ahora como una parte nuestra, como un componente.
Aclarado esto, casi como con mandato, una determinación, nos encontramos ahora como con dos limites, por no decir varios limites, lo infinitamente lejano con lo infinitamente cercano, que es nuestro corazón; nos encontramos también con otros limites, como es la vida y la muerte; con el tiempo como aquel río que nos lleva inexorablemente de la vida a la muerte, como esa luz que emiten las luciérnagas.
Pareciera que estos límites son como rejas; pero lo interesante es que no están rodeándonos, no estamos adentro de ellas, sino afuera, esto quiere decir que habitamos ya en lo abierto.
¿No es lo abierto, aquel cielo de nuestro corazón, en donde, es cierto, lo estamos poblado? Más que una pregunta debería ser un respuesta.
Tal vez nuestro corazón está desde siempre, es un poro, un agujero negro, un punto o centro de inflexión, tal vez; pero de lo que considero que vamos a demostrar a través de un viaje a nuestra interioridad profunda, es que lo estamos poblando.

Karigüe

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Gracias. Karigüe

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