lunes, 25 de abril de 2011

Libro “El arte"– Capítulo 5

CONCORDATO

El conocimiento acompañado por la inteligencia, forman y a la vez hacen avanzar al hombre, por senderos ni siquiera imaginables; cada paso, cada invento, cada descubrimiento, lo hace, no solo más grande sino más potente, al hombre.
Lo podemos ver, ahora en nuestros días, en el campo de las ciencias, de las artes, del conocimiento; con todo eso no lo podemos ver de adelante, esto quiere decir cómo está, en que estado está, es decir no nos podemos ver así mimos.
Si bien hace unos cuanto siglos, por que no decir milenios, pudo un hombre como Buda, verse así mismo, ver al hombre como es, como era entonces en ese tiempo.
Pero no podemos quedarnos con esa mirada, con esa mirada antigua, porque para decir en verdad, el hombre ya no es el mismo, ya es otro hombre; pero todavía nos hemos quedado como si las naturalezas, como la física, la mental, la espiritual, no hayan cambiando desde entonces, permanecerían siendo las mimas.
Pero veamos en que ha cambiando. Ha salido afuera, a conquistado mares, desiertos, ha descubiertos no lo nuevo, sino los que ya estaba ahí, más lo otro que fue inventando.
Para ver con un poco mas de claridad a nuestro tiempo, veamos a la música, nunca el hombre pudo crear ni disfrutar tanto de un arte como es la música, desde lo clásico hasta lo rokero; la música de nuestros días nos estremece, lo mismo que la danza, el baile y todo lo que se crea y recrea con la música como son los videos, las películas.
La pintura, por favor, cómo desde no hace mucho la pintura, el arte del dibujo con los colores, nos muestra como somos, nos recrea, y cómo se ha masificado, vuelto popular a través de los museos, como se ha esparcido, siendo no solamente en cantidad, sino en calidad, como nunca lo fue.
En el campo de otro gran arte: la poesía como se ha esparcido, como un gran hongo, dentro del ser, del hombre y afuera de él; vemos hoy en día como esta nutriendo a la Filosofía, a la Psicología, cómo si ella misma fuera la savia. Lo vemos como personas, como seres únicos, diferentes a los demás, cómo nos va trasformando, haciéndonos cada vez más completos, dentro de las posibilidades humanas.
Es decir que somos otros, unos gladiadores mentales, hacedores de cosas y lo más importante aunque todavía no se note con claridad, cada vez más humanos, más mundo, más formando parte de eso a lo que llamamos y nos cuesta tanto: parte de un ser llamando humanidad.
Podemos ver a un árbol, cómo se nutre, podemos ver a un hombre también, pero nos cuesta ver lo nuevo, aquello que en el tiempo de Buda no había: el mundo.
Ese tentáculo llamado ciencias, es enorme, cada vez nos alimenta más, nos nutre, no hace más fuertes, nos guste o no, disfrutamos de lo que ellas hacen, obran, a través de nosotros, de aquellos monos que hablan.
Ver al espíritu obrador, en cada uno de los hombres, ese ánimo, que hace, que crea cosas, ideas, una por necesidad y otra por placer. Porque si hay un factor obrador en el hombre, es porque siente placer, goce de hacerlo, de sentirlo; y, el más potente es el placer del espíritu.
Aquel placer que no sólo es por el obrar sino por la posibilidad de hacer otra obra, de sentir nuevamente el placer de hacerla y hacerla bien; son actos, son instantes en que lo oscuro que quiere obrar actúa de forma natural sobe la claridad de la mente del hombre, el hombre entrega mundo, su mundo, lo otro obra a través de esa entrega; a través de ese tiempo y dedicación entregados.
Es un concordato, es un acuerdo lo que produce el placer, es como si lo oscuro es o siempre fue y está ahora como almacenado, lo sentimos, lo percibimos, tal vez solo como sombra o huella, pero está ahí.
Tal vez el descubrimiento más importante en este siglo de Platino, es que eso oscuro que es, no es así, se hace, se está haciendo con nosotros y a través de nosotros también; pero aunque lo que es ya es; en nosotros es como si él se fuera destilando, gota a gota, como las gotas de rocía en una anoche quieta y oscura, llena de silencios, porque no hay un solo silencio, ni una sola oscuridad, es todo lo que cambia y crece, además de avanzar también.
Ese movimiento es lo que permite al Ser, ser, ser en cada uno de nosotros, de diferente manera, forma; es como si el mismo universo, el mismo mundo fueran astros, nada está sustentado en nada, todo es un permanente movimiento, un hacer cosas inacabadas; como si ese sueño de eternidad, de plenitud, sólo fuera instantes, como es la vida, como es el pensamiento.
¿No está formando el cuerpo de genes, de células, por qué entonces no debería estar formando así el alma, el espíritu y todo lo demás?
Es decir que parecieran partículas flotado en el vacío, sobre la nada relacionándose, formando cuerpos, órganos, organismos, capaces de estar aquí presentes, capaces de ser presencia, cada vez más nítidas y a la vez más potentes.
Esto es lo importante y por qué el espíritu siente tal placer al obrar, al crear mundo y cosas capaces de hacerlo sentir más a gusto, más placer por estar aquí hoy presente.
Porque el Ser ha salido de sí para volver a ser lo que algún día fue: caos, ying yang, los opuestos, la vida, la muerte y en el medio describiendo, creando, formando ese vacío entre los dos, ese campo desde donde salta la luz, ese arco eléctrico que se llama plenitud, ese concordato por instantes, ese ser uno aunque sea por instantes.
Es el placer de sentir uno con el Ser, estando aun vivos, robándole por así decir, esos instantes de plenitud compartida con el Dios, ese es el placer del artista, el que extrae de lo que ya somos lo que podríamos ser siendo aún hombres.

Karigüe

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Gracias. Karigüe

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