lunes, 18 de abril de 2011

Libro “El arte"– Capítulo 4

LO SAGRADO

Comenzamos a pensar, como cuando un niño comienza a caminar, paso, a paso, luego llega a correr, para, por supuestos, después se vaya desvaneciendo. ¿Sucede así también con el pensamiento, con el conocimiento?
A grandes rasgos, sí; pero si bien tanto en el pensar como en el caminar hay momentos de plenitud; estos momentos se pueden prolongar, con el deporte, con la actividad de pensar y el deseo de conocer.
Hay, también, como una satisfacción inconsciente; como cuando se corre, la ciencia dice que generamos endomorfina, que es una droga natural que crea el cuerpo y produce placer, de composición química muy similar a la morfina.
En la actividad creadora, en donde el pensamiento es como una herramienta, para despertar el mecanismo interior, un cierto mecanismo cerebral podríamos decir; y, esa actividad, ese hacer, genera placer, genera plenitud, no sólo para el cuerpo físico sino para una parte real, pero por nosotros desconocida.
El yo que es el que larga los galgos, el que pregunta, actúa como un motivador, como alguien que provoca, pero ¿a quién? No hay dudas al tu.
Pero ¿quién ese el tu? Para comenzar podríamos decir que es lo almacenado, lo guardado, lo vivido y guardado como experiencia, como conocimiento. Está el allí como lo que espera.
Digo: voy a correr, mi voluntad es como una fuerza inicial, que dispara, que activa el cuerpo, luego parece que el mismo se anima, de una manera inconsciente; y, luego esa actividad es la que produce plenitud, agradabilidad, placer.
En el pensar es algo más, se despierta el tu y toma las riendas de una manera inconsciente para el yo, pero consciente para el tu. El tu se despliega, se abre, es como cuando se abre un dique, cuando se produce el deshielo en la alta montaña y nace, se crea el riachuelo, baja y riega el desierto convirtiéndolo en valle; luego el árbol, el fruto, la flor, el perfume, la belleza.
Un placer, pero del alma, solemos decir, pero en realidad es del cuerpo, del cuerpo mudo; pero he ahí que tenemos que nombrar a alguien más: al espíritu.
De acuerdo a lo caminado ¿qué es entonces el espíritu? Algo así como el perfume del cuerpo mudo. Veámoslo de otra manera, imaginemos una vela encendida; tenemos la cera, imaginemos que es el cuerpo; tenemos la mecha, imaginemos al alma como la mecha; ahora, imaginemos al fuego, bueno el fuego es el espíritu.
El que consume la cera a través de la mecha, en la mecha es que se quema la cera para ser fuego. Esta transformación no es muy diferente a la que tiene el árbol cuando toma de la tierra la savia y la lleva formando el tronco, las ramas, las hojas, las flores, el fruto y el perfume.
¿Por qué entonces debería ser diferente en el hombre, éste proceso? No hay duda que es semejante. Pero veamos otro detalle, sabemos que la vela da luz y hasta calor limitado. Pero nuestro espíritu consume al cuerpo, al alma, y luego es la luz, es en lo que se convierte.
En el caso de la tierra es la tierra misma que se convierte en bosque, para ser flor, fruto, leña y hasta perfume, pero algo más: belleza. Pero en sí la belleza es algo superfluo, algo que si nadie la ve, no es apreciada. ¿Cuanta belleza, muera sin que nadie la vea? El árbol es bello para sí mismo. No sigamos por aquí, porque nos podemos empantanar.
Veámoslo desde otro punto de vista, el árbol es porque si, por que es así, fue creado o se está creando así mismo; no podemos decir más porque el árbol no habla, por lo tanto no podemos entenderlo, no podemos saber más de él.
Imaginemos ahora que llega un extraterrestre y examina todo lo existente, a la vela, al árbol, a los animales, a los hombres etc. estaría como nosotros frente a los árboles; puede saber químicamente, físicamente, pero nade eso que se llama, en el caso de los hombres alma o espíritu, voluntad, belleza, amor, etc.
Ahí entonces el habla, la palabra, como para expresar, como para comunicar; pero ¿es lo único? No, sin duda que no, ya que tenemos la música, una melodía de amor, por ejemplo, dedicada a una mujer, puede decir mucho del que la crea, del que la toca; lo mismo pasa con la pintura, un cuadro puede expresar muchas cosas, como por ejemplo el zapato de Van Gogh, no sólo es un zapato, es la historia de un campesino, el trabajo del hombre de campo.
Estamos entrando ya en un terreno más abierto, como es el de la expresión, ex – presamos, es decir liberamos cosas que tenemos adentro.
¿No estaba dentro de la vela, la luz? ¿No estaba dentro de la tierra la belleza de una flor, su perfume? ¿No está, también, dentro del hombre cosas bellas, sutiles, armoniosas, de plenitud, de amor, de fe, de esperanza, etc.?
Es el arte lo liberador en el hombre, lo que hace que esa lava que bulle dentro de él sea calor, cenizas, fuego que hace de la tierra cultivable, la hace, la convierte, la prende, para que de ella sea, brote, la naturaleza.
O sea que es como si dentro de toda cosa, algo está, algo está atrapado, algo que necesita ser; y, eso que quiere, desea, de manera consciente e inconsciente, natural y artificial, en el hombre, es que sea algo más que luz, algo más que belleza, algo más.
Considero, nada más que considero, que todavía no sabemos qué es lo que profundamente quiere ser en nosotros y por eso le pongo el nombre de sagrado
El artista, el poeta, por momentos es como el elegido, para tener contacto; sutil, volátil, imposible de ser capturado, atrapado; pero es con la palabra, la pala que abre, con la que de vez en cuando le roza, los estremece, eso que ya es en nosotros, en todos los hombres, pero que todavía no podemos saber, ni entender, ni percibir; dejémoslo así, con esa palabra: lo sagrado.

Karigüe

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Gracias. Karigüe

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