lunes, 23 de mayo de 2011

Libro “El arte"– Capítulo 9

LA ESPIRITUALIDAD

El alma son movimientos internos; es tan profunda como el mar; todo un mundo interior, al cual no solo desconocemos sino ignoramos también.
Decimos espíritu, ánimo, voluntad; creador de un mundo espiritual, dentro de ese mundo privado, interno, interior, que es el alma.
Ya lo estamos haciendo como lo hizo Hipócrates, al abrir el cuerpo mundo y encontrar, ver tal vez por primera vez esas partes, esos órganos, esos sistemas, de los cuales estaba formado.
¿No estamos haciendo ahora lo mismo, pero con nuestra alma, con nuestro mundo interior, con nuestra interioridad?
Descubrimos también al corazón, aquel órgano interno que nos hace sentir, con el que registramos nuestras afectividades, deseos, esperanzas, sueños etc.; con el que amamos; con el que al percibir esas afectividades nos sintiésemos en un jardín; en donde sembramos lo recibido, lo concebido, para luego cosechar y porque no transformar en cosas aún más bellas de las originalmente sembradas allí.
Cuando escuchamos el rumor del bosque, el viento entre lo árboles altos, el viento como tormenta, el canto de los pájaros, los grillos, los alguaciles; al mar, al desierto, a las montañas; es como si todo los sonidos se depositaran en nuestra alma, más aún en nuestro corazón y allí rebotaran; se emitieran como un eco transformado, embellecido, perfumado por ese jardín interior, milenario, que desde hace no mucho nos está entregando sus frutos.
He ahí la música, he ahí la Novena Sinfonía de Beethoven, he ahí Las Pasiones de Bach, La Silfides de Chopen, El Adagio de Albinoni, Las Estaciones de Vivaldi, El Requiem de Mozart.
La música como el eco del cosmos en el corazón del hombre; he ahí la música como metáfora del universo, de la naturaleza, y porque no también, ahora, de eso nuevo llamado mundo
Parecería que esos sonidos capturados, retenidos, por un tiempo, como alguien que le agrega la salsa, el tuco, el condimento, a lo que ya está antes de nosotros.
La música nos lleva, nos transporta a mundos nuevos, a mundos nuevos creados por el hombre, registrados, puestos en notas, en melodías; de un universo, de un cosmos que entra en nosotros y agita como un viento al mar profundo que es el alma.
¿Qué es entonces la belleza? Porque esas notas, esas melodías son bellas, la sentimos bellas, como si ellas nos llevaran, nos transportaran a un nuevo mundo llamado espiritual; aunque resulte simple; el arte y la música en particular nos purifica, nos eleva, no hace sentir que no solo somos de carne y hueso, sino de una materia más destilada, más simple, más originaria, mas fundacional: la materia espiritual.
Porque en sí el espíritu es el que agita al alma como un mar; es el espíritu el que es capaz de elevarse, de salir, de irrumpir, al agitar la materia que por naturaleza quiere ser tierra nuevamente.
Es como si ese espíritu fuera de otra naturaleza, fuera de otro mundo, de otro universo, de otro cosmos; como si solamente nuestro ser contuviera en sí al animo, el atrevimiento, la vestidura de eso otro que nos trae entre sus alas: el arte, la música.
Nada es acabado, completo, en este mundo, en este cosmos, todo se está transformando, moviéndose, inclusive el hombre, el ser del hombre; ¿por qué no entonces deberíamos de pensar que así como la tierra recibe del universo exterior, materias nuevas, por qué no el hombre también?
Los sonidos, los recibimos constantemente aún los no registrados por el oído, los que llegan directamente a ese jardín, sin que nosotros los pudiéramos sentir y vuelven, salen, agregados, dentro de esas notas, de esos compases; algo más que luego registramos y nos sorprendemos como si fueran de otros mundos; pero en realidad lo son, están, han estado, pero son nuevos para nosotros.
¿Quién es entonces el que registra lo nuevo?
¿Quién es el que registra los nuevos colores, los que contienen un cuadro?
¿Quién es el que recibe lo que las palabras traen como nuevo?
Podríamos decir el hombre, el yo, la conciencia; pero es algo que no alcanza, no nos satisface, debería ser algo más profundo, más como nuevo también; porque si el hombre tiene ojos es porque quiere ver, si tiene odios porque quiere escuchar
Ahora esa naturaleza íntima de este ser, está creando, mejor si decimos se está formando en él, un nuevo mundo, un nuevo sistema, un nuevo órgano: La espiritualidad.

Karigüe

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Gracias. Karigüe

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