lunes, 9 de mayo de 2011

Libro “El arte"– Capítulo 7

DISECCIÓN

Si nos preguntamos ¿qué es el alma? ¿Qué es el espíritu? ¿Qué es el ser? Son preguntas de palabras. Deberíamos cambiar el ángulo y decir ¿Qué significa la palabra ser, espíritu, alma?
Nos encontramos con un paredón, algo que tenemos que franquear, o ¿es qué estamos hechos de palabras, más aún nuestro ser, lo que somos se ha ido construyendo de palabras?
Comenzamos teniendo registros, sensaciones, que fuimos almacenando; más aun digiriendo, y ese alimento, eso adquirido que no es otra cosa que experiencia pura, fue, la fuimos poniendo en alguna parte, como cuando almacenamos información en un archivo, en nuestra PC.
Podemos decir en la memoria, pero ¿en donde está ésta bendita memoria? Lo primero que se nos ocurre es en el cerebro, en ese órgano por el cual pensamos, vemos, usamos nuestra inteligencia etc., pero, pero yo no estaría tan seguro de ello, ¿Por qué?
Para dar una respuesta a esta pregunta, tenemos que ser amplios. Imaginemos que esa información, que realmente es mucha ya que se remonta a los orígenes, por lo menos de nuestra existencia; la almacenábamos como almacenamos información en Internet.
Ante todo, toda cosa que creamos, que inventamos como Internet, es una deducción, un producto, una destilación, una consecuencia de lo que vamos siendo. Nada se crea de la nada, todo es un fluir, de algo que emana de la tierra, como es la savia, como es la inteligencia del hombre.
Desde este peñasco, por así decir, podemos ver e imaginar a la vez, que nuestra experiencia, es decir lo vivido, fue almacenándose en todo el cuerpo mudo. ¿En todo nuestro cuerpo físico solamente?
Creo y considero que así nos quedaríamos en medio camino; aunque decir que la información adquirida, recibida, está en todo el cuerpo, es ya dar un salto, hacer un zanco en nuestra forma de pensar; lo cual tiene como consecuencia que esa información está en las células, en los genes, más aún en la memoria de ellos.
Pero, tenemos que seguir. ¿Tenemos otro cuerpo además del físico? El cuerpo mudo ¿es algo más que físico? Qué pregunta, por Dios.
Si, el cuerpo mudo además de lo físico tiene su propia alma, diferente a la nuestra, a la del hombre en sí.
El cuerpo mudo, antes que nosotros, el ser que lo habita, fue creado, fue formado, como toda cosa de la tierra, como todo fenómeno de ella, como es un volcán, una tormenta, una nube; pero cada cosa o cada fenómeno de ella es producto de una relación ¿con quién? Aquí hemos llegado a donde queríamos llegar. Es una relación con lo que la rodea: con el sol, con las estrellas, con la materia y energía oscura etc.
Es decir cada elemento o parte, o ser que la habita, está formado de cosmos, de universo, de una manera directa o indirecta.
Entonces nos encontramos con una grandeza: que este nuestro cuerpo mudo es ya un ser, no solamente del cual hemos brotado sino en el cual habitamos.
He ahí la grandeza, lo pesado, lo complejo que somos, ya que no solo soy yo el que piensa, el que siente, el afectivo, sino algo más, somos ese bendito cuerpo mudo, ese pedestal, esa concha, ese nido; creado, formado, por una fuerza poderosa que no me pertenece, ya que cuando ya existía el, yo recién, como hombre, como ser pensante, me fui formando.
Qué separación, que disección, tan fuerte yo y mi cuerpo mudo. Me siento como cuando Hipócrates abrió el cuerpo mudo y se encontró que no era una unidad, que era un organismo, como lo es un pueblo, un país, el mundo en sí.
Ya, ha ésta altura del camino, no me sorprende ésta división, ésta separación; lo que me atrae como un imanan, es cuando tenga que dividir, diseccionar al yo, al espíritu; y me encuentre con sus partes; que descubra que tanto el yo como el espíritu, son organismos también.
Frente a todo esto, nos encontramos como en una desolación; mejor deberíamos decir no con rocas sino con arena, no con olas sino con el encrespamiento del agua, con la excitación del agua por medio del viento, el encrespamiento de la vida por medio del tiempo.
Es como tener deseos de irse a descansar y callar; como si volviéramos de una jornada de trabajo y lo que quisiéramos es ir a descansar.
Después de un viaje con las palabras, a través de las palabras, del pensamiento, de las imágenes; como si hablar seria decir lo que ya sabemos, pero de otra forma; encontrar otra forma, otro ángulo de ver aquello que ya somos; pero, qué sin embargo no ha pasado a nuestra conciencia.
Es como si traspasáramos lo que somos a otra vasija, a otro depósito, a otra forma de depósito, de cántaro. No es entonces la palabra un cántaro que lleva de un lugar a otro, lo que somos, esa sustancia que somos. La lleva, la deja, la siembra, deberíamos decir, en ese nuevo depósito que era aparentemente desierto.
Pero he ahí que la sustancia que llevamos allí, fecunda, como fecunda el agua al desierto, el agua a la tierra. He ahí entonces el cultivo, he ahí el bosque que duerme, lo bosque que guarda todos esos infinitos acontecimientos, esas montañas, esos lagos, ese mar. Un mundo diferente, un mundo nuevo.
¿No es así ahora el alma del hombre, un mundo nuevo? ¿No es así el mundo en sí? Pero más aun ¿No es así el mundo espiritual del hombre?
Es mundo ya no creado por la palabra sino por el arte.
¿No deslumbramos ya la disección del espíritu? ¿En espíritu hacedor, obrador, creador; y, espíritu puro, bello, divino, sagrado, que el arte en sí construye?

Karigüe

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Gracias. Karigüe

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