domingo, 29 de marzo de 2009

Mariel (Cuento)

Por Rubén Fernández Rienzi


Se tomó la ultima copa de caña y salió despacio, caminando resignadamente, bajo la llovizna gris de un Agosto a las siete de la tarde.
Sin sobretodo ni impermeable, apenas un saco oscuro y el sombrero de fieltro, con el ala al filo
de los ojos, el frio llegaba bien adentro, casi hasta los pensamientos, que de tanto en tanto
tiritaban, un poco acosados por los malos recuerdos.
Buenos Aires, siempre Buenos Aires, con sus calles estrechas que llegan al bajo, donde la noche
espera a los tipos solitarios para venderles alguna dulce compañía, cumpliendo con la antigua
rutina de las ciudades con puerto.
El lugar estaba casi vacío, claro, era temprano todavía, pero ya algunas chicas habían llegado
Y hablaban entre ellas de sus madres, hijos y hombres. De aquellos hombres ideales que un día
llegarían y las sacarían de todo eso.
Pero Mariel era distinta, sólo quería divertirse siempre, toda la vida.
No hacia planes.
Él la miró profundamente, nunca la había visto antes, pero fue como si siempre la hubiera
buscado.
La llamó, se miraron, tomaron dos copas y salieron a la lluvia. Se perdieron por Tucumán
hacia arriba, nunca nadie supo más de ellos.
Desde entonces, las chicas dejaron de hacer planes y solo se divierten, pero íntimamente todas
esperan su tarde gris de lluvia en los Agostos.
A veces, alguna de ellas se pregunta si a Mariel se la llevo el amor o si acaso, se la llevo
la muerte ......


Estas líneas fueron enviadas por Rubén Fernández Rienzi a quien agradecemos por su aporte. Si usted escribe y quiere compartir su material, puede enviárnoslo a
info@karigue.com.ar y lo publicaremos en la sección “Amigos”.

No hay comentarios: