domingo, 1 de junio de 2008

Libro “Mi amigo el Poeta” – Capítulo 2

RUBÉN.- En nuestro tiempo es muy común el uso de las palabras en forma automática, palabras como: persona, familia, pueblo, ciudad, país, comunidades, humanidad; me gustaría que hagas una reflexión sobre este tema, ya que presiento que la esencia o el espíritu de las mismas tiene un significado especial.

JULIÁN.- Tanto el cuerpo como el alma del hombre están en formación constante, impulsados por su espíritu. Las decisiones más importantes para este destino, para esta su creación, son decisiones particulares, personales. En este punto reside lo más bello del ser humano, su carácter, su coraje para seguir avanzando, creciendo como ser en su total magnitud.
Antes de dar respuesta a tu pregunta, quiero ahondar un poco más sobre el alma del hombre, para que de esta forma pueda ser más sencillo para tu entendimiento lo que pretendo explicarte.
El hombre es portador de una fuerza invisible, aséptica, potente, a la cual hemos llamado espíritu. Ella nos lleva a retornar al paraíso perdido a través del mejoramiento permanente, la perfección, la creación de un mundo espiritual.
Además de esta fuerza que impulsa nuestra existencia, existe otro elemento que no tiene movimiento, que no busca la perfección porque en sí él ya lo contiene. No es una fuerza, sino una fuente, un espacio, eterno e infinito, que habita en nuestro corazón.
El hombre desde siempre ha recurrido a este páramo en donde viven el amor, la fe, la esperanza, el sueño y todo lo que lo hace realmente feliz. Se podría decir o pensar que esto también es una conquista del hombre, pero no lo es. Lo que ha hecho el hombre desde que es hombre, en este campo, ha sido traspasar o llevar desde su corazón hasta su conciencia. Como su nombre lo dice, con ciencia, es decir, por medio de su ciencia.
Dos potencias de las que estamos hechos. Una en movimiento hacia su verdadero origen a través de la vida y otra en quietud, en paz, en armonía, como si todo lo divino viviera ya en ella.
Ahora sí trataré de dar respuesta a tu pregunta: Así como el pensamiento humano nos ha llevado a ver o a sentir al ser humano o persona como una unidad, así también la familia o un pueblo o un país es una unidad con sus propias características que la diferencian de las demás.
Se puede ver a través de la historia, y particularmente en los últimos siglos, que todos estos entes tienen una vida muy corta. Tienen un tiempo determinado de existencia.
Comencemos por la familia. Toda familia tiene su personalidad, su forma de ser. Normalmente nace del amor, de la creación de una vida compartida.
En los últimos tiempos nos hemos quedado solamente en la pasión; aunque ella fue el centro catalizador de la familia; esto ha tenido como consecuencia que cuando se terminaba la pasión con la pareja, se terminaba la relación y muchas veces la familia también.
Uno de los elementos importantes del ser humano y tal vez el más necesario, en estos tiempos de penuria, es el amor. A él sólo se lo conoce, se lo aprehende, a través de la familia. El amor es como la savia que circula desde la raíz del origen del hombre, y avanza a través y por el centro de todo lo sólido que rodea el alma del hombre. Esa savia bendita es la que se convierte en flores y frutos. El amor es la manifestación bella del espíritu en el alma del hombre.
Esto que te paso a describir es válido para la persona, para la familia, para una comunidad. Imaginemos un cuerpo humano. Vemos que está compuesto de diferentes partes, y cada una cumple una función diferente de las demás. Es decir, el ojo no se puede comparar con el estomago ni el estomago con el oído. Creo que los seres o familias o pueblos somos así, cumplimos una función que hace al conjunto.
Pero no son funciones temporales, fijas sino funciones que tienen movimiento, que se van desarrollando, transformándose a través del tiempo; funciones que son a la vez manifestaciones de algo que se esta haciendo presente.
No se puede dejar a un lado la importancia de la voluntad de una persona o de un pueblo, en el cambio o mejoramiento de su existencia o destino. He aquí un rasgo, una característica de la presencia del espíritu.
Él no sólo está en la manifestación del mundo natural, del mundo exterior, sino también en el mundo interior del hombre, de una familia, de un pueblo. Esto es lo que lo hace al hombre particular, diferente de los demás seres existentes sobre la tierra.
Vive en el hombre la necesidad de crear, elaborar, formar un mundo en donde su existencia sea más plena, que esté más de acuerdo con aquello que constantemente brota de su corazón. La belleza del amor puede tomar forma, puede manifestarse, en el amor fraterno, en el amor entre los próximos, en el amor creador de una familia.
La belleza del amor es esa luz divina, alejada de la razón, que ilumina nuestra existencia y abre nuestro corazón; riega el valle de lágrimas donde crecen y se alimentan las flores humanas.

RUBÉN.- Estoy de acuerdo contigo, Julián, vivimos en un mundo lleno de cosas, aunque no disponibles para todos. Nunca tuvimos tantas cosas materiales como ahora; creo que esta abundancia ha llevado al hombre a un abandono o una despersonalización.
Comencemos por un tema que está cerca de mí. Cuando comenzó el desarrollo industrial se formaron las empresas que por lo general eran del tipo personal o familiar. En nuestros días las grandes empresas son por lo general anónimas. Salvo excepciones, los dueños de la mayoría de estas empresas son accionistas a los que lo único que les interesa es la utilidad; ellos nombran un presidente para el manejo de la empresa, el cual les tiene que hacer rendir utilidades; si no es así, muy simple: lo cambian. Es interesante notar aquí que el dueño ha desaparecido, prácticamente ha quedado en su lugar el señor utilidad.
Por supuesto, de ahí en más todos los trabajadores; desde el presidente al último empleado, se manejan por estos mismos principios. Lo que quiero resaltar, Julián, es lo siguiente: el hombre está creando entes que ocupen el lugar que antes él ocupaba.
En estos casos, el análisis solamente sirve para darnos cuenta de lo que está pasando en el mundo. Es bueno profundizar este tema. Yo vi hace muchos años, en el extranjero, una granja donde se criaban pollos. A los pocos días de salir del huevo eran colocados en un espacio o, mejor dicho, un pequeño nicho donde el animal pasaría el resto de su existencia. Allí tendría comida, bebida, hasta música funcional, además de calefacción, luz artificial, es decir, todo el confort que un pollo moderno requería (desde el punto de vista, por supuesto, del hombre). El pollo cumplía su función, que es la de alimentar bien, barato y rápido a su criador o dueño. Por supuesto, cuando digo aquí alimentar, no solamente me refiero al alimento del cuerpo, sino también a alimentar de dinero, que es el fin último de todo negocio.
Si viésemos la vida desde el punto de visita del pollo, elevaríamos una plegaria al cielo y diríamos: ¡Dios mío, cómo es posible este horror!
Con los medios y herramientas de trabajo que tenemos disponibles hoy en día, los que somos empleados no tendríamos que movernos de nuestras casas Ya que desde ese lugar se podría cumplir de una manera muy eficiente la tarea ( por supuesto, solamente algunas tareas, pero presiento que es sólo el comienzo). Además nuestro empleado moderno podría, comprar por Internet, por teléfono; y como si faltara algo, hasta los ejercicios físicos los puede llevar a cabo en su casa.
Por supuesto, con aire acondicionado, luz artificial y música funcional, podemos cumplir excelentemente nuestra función, que los entes que hemos creado han determinado para nosotros. Pero estamos tan mutilados en nuestros pensamientos que no seríamos capaces de levantar una plegaria al cielo por ello. Por supuesto, estamos lejos del drama de los pollos. De lo que no estoy tan seguro, es cuán lejos.
Karigüe

PRÓXIMO CAPÍTULO: Lunes 9 de Junio

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Gracias. Karigüe

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