lunes, 9 de noviembre de 2009

Libro “El Mundo” – Capítulo 3

LO ABIERTO

Encrucijadas, manejos, intereses, deseos, temores, angustias, esperanzas, odios, venganzas, etc., son tantas cosas las que habitan en el alma del hombre; muchas, con muchas de las cuales, está hecho, está construido el mundo.
Basta ver un poco nuestra historia para darnos cuenta que los vicios mueven al mundo; la ambición, la ambición de poder, el tener derecho, derechos, sobre los otros, ya sea de una manera sutil o directa, el poder por el poder mismo. No es redundante decir lo que nos dijo Nietzsche: “El poder vuelve estúpidos a los hombres” Nos vuelve en la medida que perdemos los estribos.
Pero tal vez en el fondo está el placer, el sentir placer por las cosas que hacemos, que realizamos, que planificamos. Es como si hubiera una escala de placeres, del placer.
El hambre, la sed, el aire, el sol, la naturaleza, son elementos necesarios para vivir, para existir; luego se van agregando cosas, como las bebidas, las mujeres, el sexo en sí, el placer del goce por medio del sexo, las comidas, el alcohol, los viajes, las comodidades, como son los artefactos de una casa, la casa misma, el auto, la ropa; las cosas, las benditas cosas que nos dan placer.
Si a todo eso le sumamos que tenemos que estar juntos, convivir, compartir; bueno ahí está otro milagro: el mundo.
Como es posible ahumar dichos intereses, el miedo tal vez, la necesidad de contar con el otro, con un amigo, con un medico, un abogado, un mecánico, un maestro; la educación para nuestros hijos, el prepararlos para que compartan cosas, compartan ésta morada invisible llamada mundo.
Si seguimos viendo a través de la historia, desde la primer manada, la primera tribu, la aldea, el pueblo, la ciudad, el país, es como se debe de haber ido aglutinando las células, los órganos, los sistemas, para llegar a ese organismo maravilloso que es el cuerpo humano; y si además le agregamos esas cosas que hemos descrito mas arriba, bueno ahí tenemos al hombre y su obra: el hombre mismo.
Pero, pero no debemos de dejar de hacer notar que el hombre, ese organismo tan sutil, tan complejo, tan especial, dentro del universo, es creador del mundo.
Un pequeño big bang, pero al revés. Una cierta voluntad, un espíritu que se ha ido erigiendo, para tomar la forma de un gen, de una célula, de un organismo, de un alma, para llegar a ser mundo.
Pero dijimos al revés del big bang, porque esta voluntad misteriosa va tomado cosas del exterior, va aglutinándose, creciendo y formándose con cosas que ya existían, que estaban en el exterior; y además creando cosas nuevas.
Podríamos hablar de obras; un auto por ejemplo, es una creación del hombre, como una institución, como es la iglesia, como es una fábrica o una teoría. Las ciencias son creaciones del hombre, de ese ser que está aquí en la tierra y que por si mismo crea cosas, cultiva, deduce, comparte.
Una empresa como otro ejemplo, podríamos decir que es una célula del mundo. Un grupo de personas que se dedican a descifrar el genoma humano, es otro ejemplo
Una familia es la base de un pueblo, de una sociedad; pero hay una diferencia con respecto a los demás organismos, aquí el hombre es múltiple, sin bien lo adecuado es que en una fábrica haya un contador, un ingeniero, un personal de contaduría, de ventas, de fabricación; también está la posibilidad de que una persona cambie de tarea.
Porque si hay diferencias entre el hombre y los animales, es que el hombre no es un ser especializado, en último caso puede cumplir, dentro de un determinado campo, cualquier tarea.
No es especializado el hombre; porque si bien hay una especie de savia que avanza convirtiéndose mundo, esa savia no se especializa, deja en el camino especialistas y ahí los determina, como ha sucedió desde la ameba al mono, siendo el mono ya un especializado, capaz de trepar, de romper huesos con su mandíbula.
Mientras el hombre no; y pareciera que a medida que avanza, que progresa esta evolución; si bien ésta voluntad se abre camino, va a la vez dispersándose, abriéndose, separándose.
Nos debe servir el árbol como ejemplo; sabemos como absorbe la savia, ella se eleva por el tronco siendo rama, fruto y flor. Vemos también como se abre siendo flor, pero lo que no captamos con nitidez es como se convierte en éter, en perfume por ejemplo.
En belleza, esa belleza como la que tiene una rosa que nos impresiona y se inserta dentro nuestro, dentro de nosotros vive la rosa, está presente desde que la vimos, desde que la pudimos observar, conocer, hasta hacerla inmortal en un poema por ejemplo.
Es decir eso que llegó desde afuera (para no ir mas lejos) que fertilizó a la tierra, que fue planta, animal, hombre, sigue su camino de una manera casi invisible.
Si ponemos atención, podríamos decir que ahora eso es mundo, está ahí como lenguaje, como forma de pensar, de ver, de conversar entre los hombres, es decir ya está afuera del hombre, aunque por supuesto necesita todavía de él, como el hombre necesita de la tierra.
Podría verse que ahora esa savia está superando al mundo, se está yendo más arriba todavía, no es que salga del planeta tierra, sino que es idea, es inteligencia artificial, es máquina, son por ahora tentáculos; como era de la tierra las plantas, y después se desprendieron para formarse el animal.
Así del mundo ya se está desprendiéndose la idea, a través de la inteligencia artificial, a través también de algo más sutil y más de nosotros, a través de la espiritualidad.
No nos debemos poner más éticos o respetuosos de éste animal que piensa; pero la espiritualidad es lo más sutil que brota del hombre; pero a la vez a través del arte, que es la base, el pedestal de la espiritualidad, vemos ya a un ser, mejor si decimos a un ente llamado hombre convertirse en ser, comenzando a ser para llegar a algo superior.
Es decir que hemos partido de algo que quiso ser, y lo estamos viendo o percibiendo ahora convertirse en una unidad aparente llamado ser.
El Ser es lo abierto.

Karigüe

PRÓXIMO CAPÍTULO: lunes 16 de noviembre

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Gracias. Karigüe

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