Juegas y te alegras
porque te hace bien.
Las palabras son aves que
brotan y tu sólo
las capturas y las pones
sobre el papel.
Luego, lees
y ellas te dicen lo
que son.
Comparas y dices,
pero ese soy yo;
y ellas te contestan,
es así.
Pero además,
ves otro rostro,
más profundo,
casi olvidado.
El rostro de tu corazón.
¡Ay corazón!
Creo que solo escribo
para conocerte.
Karigüe
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