Los campos abiertos,
las pampas inmensas
en donde el horizonte
es un círculo.
Cielo y tierra
unidos
en esa raya horizontal.
Como si ella, la tierra
se arrobara a sí misma,
como un puño cerrado,
duro.
Como si allí no estuvieran
los pulmones por donde respira,
sino sólo
la piel.
La piel tierna y suave
de un niño recién nacido.
Karigüe
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