El sol alumbra las montañas altas,
cae,
se desliza entre la bruma,
¡Abriéndola!
Sin embargo
allí,
en la quebrada, en el cañón,
el río avanza
mientras el cóndor
se eleva por vientos cálidos,
que brotan de lo más profundo.
Allí, sí allí también,
en el valle, los árboles frutales
se erigen como centinelas,
con sus brazos cargados,
llenos de vida.
Eres tú, soy yo,
el que ve, el que camina,
recogiendo en palabras
al paisaje,
a la vida, a la tierra, al sol
al hombre, al animal.
El fruto.
Karigüe
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