domingo, 20 de julio de 2008

Libro “Mi amigo el Poeta” – Capítulo 9

JULIÁN.- El tema que quieres tocar es un tema que a ti en particular, que eres hombre de acción, te molesta, y tratas de encontrar por lo menos una explicación. Más aun, como tú dices, conseguir una reivindicación.
En primer lugar considero al hombre como parte de Dios; y además, en el fondo de su ser comparte con lo divino su existencia. Una de las partes o facultades compartidas es la de la creación; y es realmente una facultad de la cual hacemos poco uso.
Querido amigo, una de las actividades más importantes para los hombres es el trabajo; y uno de los placeres más hermosos es el del trabajo bien hecho, sea cual fuere la actividad que estés realizando.
Normalmente, la competencia es lo que te impulsa, pero a la vez te da una satisfacción mezquina y transitoria, la de ganar, la de triunfar. No descarto este tipo de satisfacciones, pero a la vez sirve de obstáculo para ver la más importante faceta del trabajo.
El aspecto conocido del trabajo es el de ganar suficiente dinero como para asegurarse una vida sin sobresaltos ni privaciones, base para un futuro tranquilo.
Por su parte, el cristianismo en particular nos ha repetido hasta el cansancio: ‘’Te ganarás el pan con el sudor de tu frente’’. Esta frase bíblica sirvió tal vez en una época en donde era necesario el rigor para animar al hombre hacia el trabajo. Esto ha llevado a considerar el trabajo como un sacrificio.
Aunque de una manera inconsciente, el trabajo es y seguirá siendo para el hombre una actividad creadora, desde el trabajo más humilde al más ejecutivo (como el que tú desarrollas), del trabajo más manual al trabajo más intelectual que tú conozcas. Está en nuestra naturaleza, no solamente la satisfacción por un trabajo bien hecho sino la alegría que ello nos da.
La razón por la que quieres reivindicar el trabajo, es por una insatisfacción profunda y oscura que habita en personas como tú, que ya no encuentran la satisfacción que en sus primeros años sentían por el trabajo diario; esto te lleva a buscar una respuesta, una explicación razonable y una cierta solución a lo que te está pasando.
Estimado amigo, debemos encontrar en nuestro trabajo, en nuestra tarea diaria, una satisfacción adicional, una satisfacción verdadera, la alegría del trabajo bien hecho, que sólo la encontraremos en hacer lo que la vida nos ha dado para hacer. Es la forma que encontró Nietzsche cuando se preguntó ¿cómo agradecer al Dios o a la razón básica, el regalo de estar vivos?
El tema se convierte en encontrar lo que la vida nos ha dado para hacer; bueno, esa respuesta es personal.

RUBÉN.- Qué clara es tu explicación sobre una tarea en la que pasamos la mayor parte de nuestra vida. Lo que tú planteas podría cambiar nuestra forma de sentir al trabajo. Cuando me veo y veo a mí alrededor, ¡cuánta insatisfacción habita en cada una de nuestras existencias! Es realmente triste; acepto que en estos tiempos hay gente que vive con necesidades elementales insatisfechas, pero también soy consciente de que la mayoría nos creamos necesidades, o la sociedad de la cual somos parte nos las crea; pero casi todas son necesidades materiales superfluas.
Considero que no vivimos la fiesta que tú propones. Hemos perdido la alegría de los primeros años en nuestra vida individual, como la de nuestra vida en comunidad. Recuerdo aún la alegría del primer trabajo. Lentamente se fue desvaneciendo, se fue perdiendo cada vez más hasta convertirse en obligación; tengo fe en que es posible recuperar esa alegría temprana.
Tal vez, algún día encontraremos con más nitidez el placer del trabajo bien hecho, pero igualmente en este momento a ello lo siento muy lejano.
Hemos sido envueltos por la niebla oscura de la necesidad material, y esta no tiene límites, como todo vicio que se apodera de nosotros.
Pero no hay duda que primero, debemos encontrar aquello que nos ha dado la vida para hacer.


JULIÁN.- Aunque parezca pesadumbroso decirlo, así se va y así se seguirá construyendo el mundo. Un ser humano pone alguna idea o pensamiento sobre el tapete, como en este caso particular, el trabajo, luego cada uno va dando su opinión, su pensamiento, y así lentamente se va clarificando la idea original.
Nuestro mundo exterior lo vamos conociendo por la observación de los hechos o las cosas materiales e inmateriales que lo componen. A nuestro mundo interior lo vamos conociendo al observarnos con relación a los hechos que nos ocurren.
Vamos a ver este problema desde otro punto de visita. Hemos encontrado que la primera dificultad es la insatisfacción que produce en la mayoría de nosotros el trabajo. Pero solamente las dificultades son las que han hecho, las que han permitido que los hombres puedan crear, puedan prepararse para enfrentar dificultades superiores.
De alguna manera el intercambio de ideas y de puntos de vista hace que intentemos acertar de una forma más precisa en el sentido que tiene el trabajo. No es muy difícil imaginar las distintas etapas por las que ha pasado el hombre hasta llegar al sentimiento que tenemos ahora de él.
Como un caso utópico, imaginemos que en este momento llegamos a tener una idea acabada de lo que es trabajo. Con seguridad, amigo, que ya estaríamos pensando en otra idea sobre lo mismo. A lo que quiero llegar es a que si bien estamos discutiendo o conversando sobre este tema, no es que vayamos a encontrar el sentido del mismo, sino que esta actividad nos lleva a edificar nuestra estructura mental, que no solamente sirva para interpretar lo que hacemos y lo que nos rodea, sino que también sirva para crear en nosotros la capacidad de pensar.
Es notable como el pensamiento ha recuperado su valor a partir de Descartes, de Hume, de Kant, de Vico, ya que se había perdido desde la desaparición de la gran cultura griega clásica. Estos hombres comenzaron a cuestionarse si había algo dentro de nosotros, dentro del sujeto, algo capaz de edificar el mundo, o si lo que producía dicha edificación era la evolución natural del hombre.
Desde que el hombre ha pensado, desde esos tiempos remotos, el hombre ha ido edificándose; pero no solamente desde el punto de vista material, que sin duda no se puede negar, sino que ha ido edificando esa estructura invisible que es el alma.
Si observamos al Universo, encontraremos una serie de astros que giran sin una aparente ley universal. Hombres como Galileo, Copérnico, Newton, Einstein descubrieron leyes a través de las cuales creemos interpretar las relaciones entre las cosas del Universo; pero todas ellas son de aproximación, las nuevas superan a las viejas. Se cuenta con más información, más datos, mejor puntería para centrar la forma o fórmula de estas leyes, pero nunca podremos determinarlas.
Las leyes del Universo son las mismas tanto para los astros como para los hombres. Si bien todo lo exterior lo consideramos Universo, tenemos que considerar Universo también al mundo interior del hombre, es decir, a su alma.
Imagínate el Big Bang en el Universo. Te va a costar un poco más, pero imagínate ahora el Big Bang del pensamiento humano; realmente no hay diferencia.
Además, cada hombre tiene su capacidad de pensar, pero es un ser limitado no sólo por la capacidad, sino por el tiempo disponible. No así la humanidad; su límite es otro, es superior.
Podríamos decir entonces que el Big Bang que se ha producido en el hombre se está repitiendo en la humanidad, en el alma de la humanidad, que no es otra cosa que ese espacio invisible en donde se unen un conjunto de almas humanas formando un cuerpo superior.


RUBÉN.- Cambiando un poco de tema, me gustaría que conversemos sobre la comunicación entre los hombres. Nosotros, cuando queremos comunicarnos, lo hacemos hasta con los dientes, con los gestos. Lo que promueve la comunicación entre los hombres, ¿es el interés?

JULIÁN.- El Hombre ha nacido para vivir en comunidad y la comunicación es, por así decirlo, la placenta, el aire, la sangre de la civilización. No queda lugar a dudas de que una buena forma de vivir está relacionada con una buena comunicación con el medio en el que se vive. El verdadero significado de la comunicación es el de comunión de ideas, la acción de compartir pensamientos, intereses. El compartir nuestro mundo interior es el verdadero sentido de la comunicación. En nuestra época hablamos y hablamos; hemos perdido un poco del gran placer de compartir ideas.
En nuestro tiempo hablar es simplemente aturdirnos o tratar de que los demás reparen en nosotros, o simplemente parlotear como gorriones en bandada. La palabra hablada o dicha tiene que ser más rica que el silencio.
La conversación debe ser como un banquete en el cual los distintos participantes aportan partes de ese banquete. En las conversaciones o diálogos es donde uno va alimentando su alma, su mundo interior. Este mundo interior lo habitamos constantemente, aún cuando uno cree estar completamente absorbido o alienado por el mundo exterior.
Este alimento tan directo e indispensable se ha ido perdiendo en el tiempo, sólo participamos como profesores o alumnos. Cuán bueno sería para nuestro tiempo si recobráramos el placer, el verdadero placer del dialogo. Lo triste de nosotros es que nos estamos convirtiendo en pollos de invernadero, nos lo dan todo servido.
El pensar, el acto más sublime con el que el hombre ha construido el mundo, se está perdiendo. Más aún, está como condenado a muerte veladamente. Tú sabes que en muchos lugares o actividades se lo prohíbe. Y sabes por qué, amigo. Es porque saben que puede volver y desenmascarar a los brujos de nuestros tiempos, aquellos adoradores del poder a través de la ignorancia.
El hombre tiene dos derechos fundamentales: su libertad y su derecho a pensar.
Karigüe

PRÓXIMO CAPÍTULO: Lunes 28 de Julio

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Gracias. Karigüe

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