La alegría de un niño
es, como cuando en
un amanecer fresco,
ves, las gotas de rocío
meciéndose en esas manos abiertas
que son las hojas.
Luego ves al hombre,
al árbol,
frondoso en primavera,
seco, casi
en otoño.
Entonces, piensas
que la vida es savia
que brota de la tierra
para ser fruto, flor
y éter.
¿Por qué entonces
no puedes olvidar
tu niñez?
Karigüe
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