“Estamos aquí, tal vez solos” - Solemos decir así; pero si miramos a nuestro alrededor vemos vida. Tomamos un trozo de tierra y si lo analizamos bien, veremos millones de bacterias, microbios, etc.; es decir la tierra en sí está llena; más aún podríamos decir que está compuesta de vida.
Somos producto de una evolución, ha esta altura de nuestra existencia ya no deberíamos dudar de ello.
Pero es necesario a diario, que nos digamos, que nos diéramos cuenta que no estamos solos, que estamos rodeados de vida; más aún que nuestra existencia es vida.
Nuestra bendita soledad, nos dice que por mas que estemos separados del mundo, alejados, en el aislamiento más extremo siempre tendremos la posibilidad de pensar, de dialogar con nosotros mismos: no podemos concebir que ya no puede estar solo el tu sin el yo, ni el yo sin el tu.
Dialogamos es cierto, pero lo hacemos a diario, ya que pensamos, razonamos, reflexionamos, concebimos ideas que después las analizamos, las purificamos; en nosotros se producen varias cosas, nos referimos a la mente.
Ya la mente es un organismo, no sólo un sistema como el digestivo, el respiratorio, el circulatorio; nuestra mente tiene sistemas, órganos, se alimenta, se nutre y a la vez se purifica; tal vez digo solo tal vez el yo y el tu solo son algunos de sus órganos; la reflexión, el pensar, pareciera que ya son sistemas, sistemas que son a partir del yo del tu; y, de eso que es superior, eso por lo cual no podemos mentirnos a nosotros mismos; podríamos decir que es la conciencia. Un tribunal, un parlamento, en donde se debate y se elige lo mejor para cada uno.
Se pude ver en las distintas culturas, en los distintos estratos sociales; en los que cada hombre es diferente a otro, tiene diferentes facultades, diferentes tipo de parlamentos, formas de dialogar, de analizar y de elegir las soluciones más acabadas, más humanas, más posibles para cada pueblo, para cada grupo, para cada persona.
Es decir no sólo hay distintos grupos de personas, distintas personas, sino que hay en cada uno de nosotros diferentes maneras de pensar, de elegir, diferentes tipo de sistemas de digestión de ideas, de pensamientos.
Si analizamos la vista, pero no la vista de los ojos físicos sino la del alma, la de comprender, la de entender, veríamos ahí, los distintos niveles de personas, de culturas de países, de grupos sociales.
Ya no nos es difícil ver como son los gobiernos de los países desarrollados, los del segundo mundo, los del tercero; pero a la vez vemos el salto, la diferencia abismal entre un chimpancé, un delfín, una horca (para nombrar a los animales más avanzados) y el hombre.
Se habla mucho del eslabón perdido, de ese eslabón que une a los animales y a los hombres; tal vez se ha perdido, se ha desvanecido; por el gran desarrollo de la conciencia, de la mente, de ese sentido, de ese otro sentido del hombre que es el pensar
Genéticamente no hay mucha diferencia entre un chimpancé y el hombre: solo el 2%; pero ¿cuál es en sí la diferencia, lo que hace abismal la diferencia mental? Tal vez el desarrollo del cerebro, pero este órganos es el hardtware, es lo físico, el sostén, para la mente; como es el cuerpo mudo del hombre para el alma.
No es difícil ver la diferencia o mejor dicho sentir en cada uno de nosotros la diferencia del alma con el cuerpo; pero está ahí; está como un vaho perceptible, no lo podemos medir, porque todavía no tenemos los instrumentos pare ello; pero con seguridad debe tener peso, masa.
Es como si habláramos de la niebla, del aire; no los vemos, pero los sentimos, los respiramos. El oxigeno tan elemental para la vida está ahí, no lo vemos, pero sabemos ya que tiene peso; así debe ser con los pensamientos también, tienen peso, son energía, podemos hasta decir que es una energía oscura, simplemente porque no la registramos físicamente, pero sabemos que existe, sabemos que está.
Este es un punto de suma importancia, estamos rasgándonos las vestiduras en encontrar la materia, la energía oscura; pero no nos damos cuenta que estamos formados, estamos construidos, de ella.
Nacemos con un ánimo, un espíritu (no lo analicemos todavía); bueno a través del tiempo, a través de alimentación vamos construyendo un cuerpo, de eso nadie duda; pero vamos construyendo una mente también. Los alimentos para el cuerpo, sabemos cuáles son, los de alma también: la educación, el cariño, la confianza, la lectura, todo tipo de enseñanza y de aprendizaje.
Llegamos a adultos, y ya con el cuerpo hecho, lo hacemos funcionar adecuadamente, hasta que cumple su ciclo como todo aparato, como toda maquina; y luego se va, desaparece, es polvo nuevamente.
Pero la mente si bien pareciera que cumple un ciclo también; pero además, por ejemplo, puede un hombre escribir un libro y deja su enseñanza, lo que su mente logró fabricar, crear; lo deja para alimento de los demás; pero he ahí una obra como la de Sófocles, de la Shakespeare, son además de ser alimento para los demás es base, pedestal, para formar lo que podemos llamar mundo, sus ideas todavía persisten, mucho más que el cuerpo físico, por mucho tiempo más.
Es a veces como la tierra, en donde pensadores nuevos plantan sus propias ideas y crecen, se fortifican y hasta dan frutos, nuevos frutos, que dan semillas también.
Lo que quiere decir, que hay una energía viviente que hace posible ésta durabilidad mayor; y ¿cuál es esa? La que no vemos, la invisible, la que malamente decimos energía oscura, simplemente porque no la vemos.
Quién puede negar que el mundo está lleno de ideas, de pensamientos, de reflexiones, de percepciones, etc., están flotando como el aire; y, tienen además cuerpos perceptores, tienen tierra en donde son y pueden ser fértiles, pueden florecer y hasta dar frutos, como es por ejemplo la humanidad, la espiritualidad, el hombre nuevo: el Prometeo, el Hyperión, el Saratustra y por qué no todos los hombres que vendrán.
Por dios, cómo podemos negar ésta energía, aunque aún no la vemos, aunque no la podemos pesar; pero está allí, está aquí.
Ahora nos debemos preguntar, porque no queda otra salida: el big bang ¿fue la conversión de esa energía oscura, de esa energía que no vemos, en energía visible como los astros y las estrellas, en masa?
Es decir, hemos sentido alguna vez el amor ¿No es una fuerza poderosa? ¿No nos cambió el ánimo, la vida? ¿Podemos negar qué es energía?
No, indudablemente que no, ahora otra pregunta ¿No es nuestra existencia, el hecho de estar aquí presentes, la existencia, mejor si decimos la realidad del hecho de hacer presente esa energía invisible, tal vez solo por un tiempo?
Si ha leído este capítulo, me gustaría escuchar sus comentarios, enviando un mail a pensamientos@karigue.com.ar.
Gracias. Karigüe
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