¡Hay que llamar a la cosas
por su nombre!
y pensar que solo nombrábamos
para no perdernos, como aquel
que marca un árbol para no
perderse
luego olvidamos,
nos perdemos en las calles que el
mundo a abierto para
ordenarse
así vamos de tumbo en tumbo
de ola en ola
por el mar del tiempo
de tanto repetir se ha vuelto
automático
de tanto amar hemos comenzado
a odiar lo diferente
¿por qué no solo estamos?
Karigüe
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