Las palabras alimentan el alma, cuando uno las recibe, ya sea por una conversación, por una lectura o simplemente por escuchar; somos como cuando esas enormes ballenas azules de 30 metro de largo y algunas toneladas de peso, abren su boca y los cardúmenes siguen su marcha hasta encontrarse dentro de la ballena misma, una cuantas toneladas de cardúmenes que sirven de alimento por unos meses.
Es en realidad el alimento para el alma. Tal vez el espíritu, es decir la estilizada forma de ser de cada uno, selecciona, lo que es alimento y lo que se debe descartarse.
Como la ballena a puro instinto y conocimiento real, sabe por donde andan los cardúmenes; vive allí porque desde tiempo inmemorables lo hicieron sus ancestros. Las relaciones ecológicas de supervivencia de las especies, lo han hecho posible; así como el organismo de la ballena incluyendo su instinto, se desarrollo como una unidad; también el medio lo hizo. Toda esta unidad ecológica, en este microclima, logró la existencia de este otro organismo superior. Imaginemos una zona en el pacífico cerca del polo.
Podríamos a caso preguntarnos ¿cuál es en sí esa zona? ¿Cuántos metros cuadrados? Los limites, como tiene una ciudad o un país. Sabemos que eso no es posible, que los límites lo saben ellos, no solo los animales que allí habitan sino las plantas, las corrientes, el agua, la cuenca en sí.
¿No es así acaso una cultura? Sí lo es así, no conocemos los límites.
Pero en nuestro caso el sistema es amplio, tenemos dos tipos de animales uno de los cuales es alimento del otro; pero una ballena ¿de quién es alimento? Es un pez tan poderoso, que tal vez es solo alimento como carroña, es decir cuando deje de existir, el cardumen no, él es el alimento, para alimentar a otro.
Podríamos decir bueno, pero todos tenemos que morir algún día. Debemos de olvidarnos por un momento ésta cortada de camino y andar por el límite, es decir tenemos ante nosotros a los dos tipos de animales, mejor si decimos a la ballena y al grupo de peces, que no miden más de 15 centímetros de largo, que la única forma de sobre vivir es estar en grupo y ser muchos. Debe ser como las células de nuestra piel que perdemos millones por día, ellas solo se desprenden.
No son así las culturas, los pueblos, las guerras; no tiene que trabajar algunos diez horas al día, para que otros zánganos, vivan de ellos, no hace falta decir quienes son, pero son miles.
El gran numero frente a algunos pocos, no me refiero a la parte social sino a la supervivencia.
Dentro de la nobleza o alrededor de ella, han surgido los hombres que llevaron al mundo a donde está hoy, es decir el estado de un mundo que es cada vez mejor, más fuerte, más desarrollado y que con seguridad nos está dando protección, basta para ello ver los medicamentos, la diversión.
Deberíamos hablar de especies dentro de los humanos; pero ya las libertades son cada vez mayores, y así dentro de las sombras que somos tratamos de no hablar de ello, que siga, debe seguir sin ninguna duda esto.
Pero ¿cual es el motivo de planteárnoslo, entonces? Esta bien que pasamos de ver a la ballena y al cardumen, eso ya está, y además nos sirvió para ver que en las ciudades, los hombres somos así, a regañadientes podemos aceptarlo; pero para lo que sirve es la disgregación a la que vamos y tendemos.
Sigamos; nuestras ideas también son así, algunas se devoran a otras, abrimos los ojos y los oídos, y entran cardúmenes en nosotros; y nosotros tenemos un estomago virtual más grande que el de la ballena, nuestra alma tiene también ese volumen virtual.
Es decir que hay un sentido, la vida, los animales, el hombre, el mundo, las ideas van en un sentido, como puede un río tener una dirección y sentido, también lo tiene ¿quién?
Hemos llegado a la pregunta ¿qué es lo que tiene sentido?
Podría ser el Ser, es decir un enorme organismos, en el cual el cuerpo, el mundo, las ideas, están como parte de él, el universo también.
Si por esas cosas divinas, podríamos mirar desde arriba de ese ser, veríamos a otro organismo que nos incluye, así de inmenso es el camino que tenemos por andar; por lo menos demos un paso, lo demás vendrá después, pero no acortemos camino con prematuras conclusiones.
Si ha leído este capítulo, me gustaría escuchar sus comentarios, enviando un mail a pensamientos@karigue.com.ar.
Gracias. Karigüe
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