Bajo del monte,
recorro las calles vacías
de noche,
y llenas de muchedumbre
durante el día.
Escucho como en los mercados
se intercambian bienes y sueños.
Los bares abarrotados en el
atardecer;
se conversa tanto que no
se llega a escuchar de qué.
Luego volvemos cansados
y sólo basta una buena
comida y una cama
para descansar.
Por las noches me despierto
y encuentro que quiero hablar;
lo extraño y tal vez el milagro,
que hay alguien que escucha.
Soy yo – digo
Sí, sí... el olvidado
aquel mutilado
y que sin embargo,
aún quiere estar a mi lado.
Pero él es,
yo sólo
su sueño.
Karigüe
No hay comentarios:
Publicar un comentario