Las razas.
Ese conjunto de riachuelos,
que bajan de las montañas,
se sumergen en los desiertos
y brotan como valles en las quebradas.
Se los ve alegres en las ciudades;
intercambian bienes y sueños.
Luchan como si fueran enemigos
irreconciliables;
pero luego el tiempo
los mece en sus cunas
y se despiertan niños.
Ya adolescentes
bailan y juegan en los parques,
sobre las orillas del mar.
Y
Vuelven a mirarse a los ojos.
No solo no se reconocen,
sino que se vuelven a
trenzar en luchas inútiles.
¡Civilización!
Karigüe
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