lunes, 17 de diciembre de 2012

Libro "Z" – Capítulo 15


VERDADERA MORADA
Caminando entre mis propias sombras, entre esos álamos que crecieron a lo largo de ese mi camino, que fui abriendo paso a paso. Cómo desde siempre fui temeroso, miedoso tal vez de que algo sucediera, que algo malo como un terremoto ó como una sorpresiva golpiza a correazos de mi padre.
Miro hacia atrás y todo quiero comprender, perdonar. Miro hacia adelante y no quiero mirar, ya que vuelve ese miedo infantil, que desde siempre me ha tenido en sus manos.
Pareciera que no pudieses retobarte, revelarte, quejarte, de aquello que tu considerar injusto; pero que la vida te lo dio. No puedes ni quejarte porque la vida en si te vuelve a golpear, tienes que mantenerte atado a la proa del barco, aún cuando las olas te golpeen, tienes que soportar, resistir a cuanto embate te dé ó te presente la vida.
Pero, ¿Quién es este señor, este dios, este ser vida del cual solo soy un transmisor? ¿Por qué, por mi sangre transita odios, miedos, rencores, deseos, deseos de ser feliz? ¿Por qué no ser como la piedra inmóvil, en cuanto nadie la mueve, en cuanto nadie la alza, la tira, o la hunde, allí en donde nadie sepa mas de ella?
Nosotros queremos ser recordados, queremos que nos amen, nos respeten, nos quieran, nos aprecien; pero no es así en cuanto te hayas descuidado, en cuanto te hayas dormido por un poco más de la cuenta asignada, de lo normal. Veras como te devoran los otros, animales, los fenómenos, los movimientos puros inclusive.
Cada uno con su función, aún el yo atento siempre, despierto, gozando con lo asignado, con lo dado, ya sea talento o terreno ganado, al final es lo mismo llegaremos a estar confundidos con el barro.
Pero es que pienso, he pensado: ¡quiero revelarme! pero no se contra quién; todos los rostros cambian, pueden ser hasta amados como odiados casi un instante después.
Acaso la vida no se mira en el otro, así ella sabe que está, ¿no es la manera de estar ella siempre atenta, ya sea en uno u otro, en una persona, en un animal, en una cosa, en un ser, en una palabra, en una idea?
Todo un mundo de ideas, de conceptos, de preceptos, de dogmas, de miedos, de anhelos de felicidad, nos habitan; moran como cuervo arriba de nuestras arterias, de nuestras venas, como si ellas fueran ramas de un árbol que eres tú.
Desde allí se lanzan en picada cuando te has aflojado, cuando te has caído ó tropezado. Después de mucho tiempo tratas de ver, de verte y solo encuentras arrugas, pieles deshechas, huesos roídos por ese animal que nos devora, que no nos deja de devorar ni un instante: el tiempo.
El tiempo allí constante, golpeándonos como olas sobre nuestro rostro, en nuestro rostro; carcomiéndonos célula a célula, gen a gen, intención a intención, sacándonos, socavándonos las fuerza dadas, donadas, en el tiempo primero, en un tiempo en el cual comenzamos a caminar, respirar, pensar.
¿Qué hubiera sido si no hubiera pensado? Tal vez hoy hubiera estado en animales microscópicos, como partes, como partes de ellos o tal vez hubiera estado feliz ignorando, suspendido en las olas que las cosas tienen, contienen dentro de sí.
Algunas bien otras no tan bien y en otras mal o muy mal, no se podría saber, sin embargo estoy ahí viendo lo que soy, lo que he llagado a ser; y tengo miedo de describirme porque tal vez a la vida le resulte ingrato.
O no es que nosotros, a través de ese soñador de castigos que fue el Dante, no puso a la ingratitud como el último escalón del infierno, acaso él con esa religiosidad que aun resuena en nuestra alma, en nuestro espíritu como pecado. Acaso el no inventó el purgatorio para ser más lenta nuestra agonía.
Creamos sueños, cosas, herramientas, con las cuales creemos que manejamos a las cosas; pero por lo general terminamos manejadas por esas herramientas; acaso en nuestro tiempo no es así la computadora.
Tenemos que saber. Un hombre normal sabe aprovechar las herramientas que inventamos, porque a toda cosa le debemos de sacar la utilidad, porque hasta la cosa más mala tiene dos caras buenas, tantas maneras de sacar alguna conclusión, algún provecho de lo que nos sucede. Bendice todo lo que te pasa y se propenso a la alegría.
Siempre tratándonos de contentar, de no desilusionarnos de la vida, de respetarla, de amarla, de conocerla.
En ultimo caso la vida o la tierra, es la mama pacha, desde donde hemos brotado, acaso no se debe respetar a la madre, al ser desde donde hemos brotado, hemos salido, hemos nacido.
En ultimo caso es el ser por el cual estamos aquí y si en realidad no nos gusta tenemos alternativas, nadie nos ata las manos, ni menos la mente y la imaginación.
Sin embargo por más que reneguemos, por más que nos quejemos, debemos admirar, debemos reconocer a nuestros padres, al esfuerzo que ellos han hecho, para que estemos en este momento leyendo lo que se ha escrito o escribiendo lo todavía no escrito.
Células, genes, cromosomas, elementos que desde la nada, o mejor dicho desde la casi nada ha hecho, ha fabricado, al hombre.
Acaso tu en tú corazón no siente esa agradable nostalgia o ensueño, que te hace escribir, que cuando escribes piensas que tal vez uno de los hijos de tus hijos que vendrán, leerán esto que escribes, esto que piensas, esto que odias, esto que temes, y ellos seguirán como tú estas siguiendo hasta ahora.
Hay algo, un reloj, una especie de cosas que están dentro de todas las cosas, entre y dentro de todos los seres, que hace de ellos la durabilidad.
Es como si fuera un salmón que nada contra la corriente, contra la corriente del tiempo desafiándolo, consumiéndolo.
Quien dirá que el hombre puede consumir tiempo, pero es así, el tiempo es algo que esta ahí, estemos o no estemos está allí para pasar de un punto a otro, para el movimiento, para el riesgo, para el desafío, como si fueran el agua de un mar, como si fuera el aire, están allí para aplacar nuestra sed, nuestro hambre y a nuestro espíritu.
Porque en si él se repliega sobre sí, como una serpiente, se arrolla, se arroba, solo para permitir que el tiempo se extienda como una presa cerca nuestro, entonces damos el salto, el salto atrevido de crear, de pensar, de desafiar lo establecido entonces volamos, pensamos, creamos un mundo de ideas, de sueños, de seres ausentes, de recuerdos que ya no están dentro del tiempo, están afuera de él.
Nuestro yo aquel que imagina puede viajar a velocidades inimaginables, a velocidad en donde el tiempo es cada vez más diminuto, cada vez más cerca de vencerlo, de superarlo, de pasar para el otro lado en donde el tiempo es negativo, en donde el tiempo no quita, sino entrega. Es el mundo de lo eterno, de los dioses que no podemos todavía crear, ni menos imaginar.
Pero están allí adelante, como sueños agazapados, entumidos, solo porque todavía no es tiempo de salir, de dar el salto.
Un sueño en algo nuestro, que viene desde los tiempos remotos, en casi un instante podemos sentir lo que sucedió hace miles de años, hace algunos instantes, y algo que sucederá, más aun que podrá suceder.
¿No es así que nuestro yo profundo, es el que trata de y con el tiempo diferentemente que el yo presente, el de la conciencia?
Luchamos contra el tiempo y algunas veces lo vencemos, el nos da, nos entrega el aliento, pero nos cobra, nos quita vida. Una vez afuera en la intemperie, somos presa del tiempo, él nos cultiva para luego devorarnos, como nosotros hacemos con los animales domésticos.
Que no lo veamos, que no lo podamos ver, eso ya es otra cosa, eso ya es nuestro problema.
El equilibrio, la plenitud, es algo especial, es algo nuestro, que como seres que piensan pueden lograr, no aturdirnos, ni quedarnos quietos esperando que la vida pase, como pasa un transeúnte.
Un punto medio, un punto tal que nos imagináramos como un colibrí que revolotea, sin que aparentemente los demás vieran que nosotros movemos las alas tan rápido que no se ven. Las que las hemos vuelto invisibles.
No es acaso así la idea, el gesto, la palabra, cosas tan sutiles, pero a la vez tan reales, que solo el que puede ver, el que puede escuchar, el que puede pensar, sabe de su existencia.
El pensar en la sima. Nadie ve que piensas, hasta que al pensamiento lo pones dentro de la palabra y lo dices, lo trasmites. Un libro es algo que contiene vida, en forma de pensamiento, de ideas, palabras escritas que al leerlas, al entenderlas se instalan como vida nuevamente dentro de nosotros.
Cosas que se crean, que se envasan, que se guardan, para que alguien la instale dentro de sí nuevamente, y sea vida nuevamente, ¿no es así, acaso una semilla?
Estamos buscando formas de lidiar con el tiempo, de buscarle la vuelta, de hacer que el no nos devore, ¿no es acaso el escribir un libro, algo que supera al tiempo? lo esquiva, o vence digamos de alguna manera.
Pero el tiempo es inflexible, es un dios superior a la vida joven, adolescente niña, y nosotros sus ojos, su espíritu compartido con todo lo que es ella, en la tierra, dentro de la tierra.
Vida como ser que llegó a la tierra, al vientre de una madre, se instaló, se multiplicó, y ahora trata de emprender vuelo, viajar nuevamente entre las estrellas, su verdadera morada.
Karigüe

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Gracias. Karigüe

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