Estamos frente a la nada; sino partimos de ahí nos va a ser dificultoso continuar, crear algo nuevo. Hemos repetido desde hace mucho tiempo, lo mismo, de tal manera que ahora siendo hijos de Platón y Aristóteles, nos hemos empantanado; la razón ya no es suficiente, necesitamos nuevas respuestas, tal vez las deberíamos buscar en los Presocráticos y tal vez antes ó re - pensar de nuevo.
Y no es que vamos a partir desde cero, desde cero frente a la nada, sería muy pesado remontar; pero los caminos ha hacer, debe comenzar desde donde hemos llegado.
Mal o bien nuestras técnicas, nuestras ciencias, avanzan sin preguntarse sobre el ser, sobre la razón básica, ellas actúan y después se preguntan. Nosotros los que queremos encontrar un camino por donde explicarnos, por donde comprendernos, tenemos que partir desde donde estamos, no podemos volver a atrás.
El hombre ya es lo que es, tal vez lo podemos describir, interpretar desde el punto de vista Antropológico, desde el punto de vista físico – químico; pero tal vez lo interesante y útil debería ser, en qué nos hemos convertido; ese animal que comenzó a pensar, a intuir, a reflexionar; describirnos tal vez, pero describirnos desde un punto de vista poético, desde un punto de vista en el que este animal está sólo, busca respuestas en el universo, no las encuentra, entonces imagina, crea fantasías, y nos guste o no, salvo excepciones, ninguna nos satisface.
Pero no por ello hemos dejado de caminar, de avanzar en todos los sentidos, inclusive desde el punto de vista metafísico.
El dios como pregunta, no ya como un refugio. Si bien muchas veces necesitamos un hombro sobre donde llorar, sobre donde lamentarnos de nuestra situación de desamparo en la que nos encontramos, no es malo, es bueno tener a un dios para ello.
Pero el dios que buscamos con afán, desde cuando creímos haber comenzado a pensar es otro. El dios de la pregunta que tiene como respuesta otra pregunta, es un camino de cabras cubierto de niebla.
Tal vez nuestras ciencias nos muestran ahora, que estamos compuestos de células, de genes, que tienen memoria, que guardan dentro de sí lo vivido, lo experimentado; así que no debemos sentirnos solos, ya que seria un desagradecimiento, una ingratitud; por la que el Dante con su padre Virgilo, no pondrían en el fondo del infierno.
Considero que es el conocimiento lo más seguro, más firme, mas real, desde donde podemos partir. Y no es que vamos a llamar a una asamblea y nosotros como lideres, como lo más acabado, como un rey podemos guiar, podemos encontrar una camino, una respuesta.
Por otro lado, sabemos que la cantidad de células, del cuerpo del hombre, es casi igual que la cantidad de galaxias, de las que hasta ahora conocemos. Que en el universo haya agujeros negros, que nuestra alma tiene galerías en donde habitan los recuerdos, las aspiraciones, los sentimientos, los pensamientos y porque no una especie de motor llamado espíritu.
Son ya muchas cosas, algunas materiales, otra reales pero invisibles a nuestros sentidos; pero eso sí, no tenemos ninguna duda que existen, como son las cosas del alma.
Un cerebro maravilloso, con neuronas que están unidas por sinapsis, desde donde parecería que el universo y el cerebro del hombre están en un contacto más directo del que podemos imaginar: los fotones.
Son pequeños destellos, que se pueden admirar dentro de esos tubitos llamados sinapsis, también los vemos afuera en la luz, en el espacio, en la naturaleza, son como luciérnagas, pero más diminutas. Para un fotón una luciérnaga debe ser como un universo.
Por otro lado, si viajamos arriba de un quartz o de un fotón, miraríamos al universo como un conjunto de corpúsculos, que giran unos alrededor de otros. Algo físicamente maravilloso
Pero por otro lado están la formas, los genes, las células, los órganos, los organismos, los sistemas, los cuerpos, los astros, las personas, las plantas, los animales.
Algunos maman desde la tierra, otros son astros que se alimentan así mismos, como es el animal que tiene un corazón.
Es decir de cualquiera de las direcciones que tomemos, nos van indicando un sentido, una evolución desde esos corpúsculos, fotones o quartz, hasta el espíritu, hasta una obra de arte, una melodía, una poesía, o el amor.
Qué podemos extraer de este conjunto de rayas, de puntos, de curvas, de lo que está compuesto lo existente, el universo con todas las cosas que tiene adentro, como son las personas, por ejemplo.
Tal vez una figura, un rostro, una palabra; algo que sea, por lo menos para nosotros, concreto; sí, si un nombre por ejemplo, un árbol, un nombre de una persona, de un animal, de una planta, de un astro. Es decir al nombrarlos lo introducimos en nuestra alma, en nuestra mente, y creamos así otro mundo, un mundo representado, un mundo, como una especie de laboratorio, en donde increíblemente experimentamos y damos resultados, damos ideas, opiniones, conceptos, pensamientos, que ellos después irán a ordenar a ese mundo, otro mundo, al exterior.
Pero lo interesante es que vamos encontrando cosas que ya están afuera, como existentes, que tal vez era necesario primero interpretarlas, entenderlas, comprenderlas, dentro de nuestra alma; para luego si verlas en el exterior como existentes.
Es decir un camino experimental de lo ya conocido, mejor si decimos de lo ya existente.
Tal vez ese es el camino para conocer, entender, comprender al dios. El dios existe afuera, pero es necesario que lo encontremos dentro de nuestro corazón, para luego si aceptarlo después, como el cosmos, como la serena oscuridad, como el respetuoso silencio.
Es decir que somos alguien al cual y con el cual, se está jugando a las escondidas, salimos y tenemos que ir encontrando a cada uno de las cosas escondidas, solo para que las encontremos y así volver. Es decir un agradable y no tan agradable entretenimiento, parecería que es nuestra existencia.
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Gracias. Karigüe
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