Creemos, pensamos, emitimos opiniones, discutimos, etc., y cuando no hay soluciones solemos ir hasta la guerra. Siempre el hombre ha sido así, un ser que va hacia delante, tratando no sólo de imponer sus ideas, sino esperando y porque no a veces huyendo. Eso es el hombre, eso es lo que somos cada uno de nosotros.
Hay de todo, tenemos de todo; pero tal vez una diferencia entre nosotros, entre cada uno de nosotros, es el espíritu, el ánimo que nos anima. Muchas veces decimos, es e fuego interior que lleva cada uno dentro de sí. Vemos a seres apáticos, cuya desidia a carcomido hasta sus entrañas o huesos; como vemos también a otros, que son fuego puro, que muchas veces son consumidos por él.
Emprendedores, ambiciosos, luchadores; no los detiene nada ni nadie; son los hacedores, los que llevan en sí, cualquiera sea su rubro, su rama, su tarea, el don de obrar, de realizar cosas, que nos guste o no, nos llevan para adelante.
Decía Tralk: “Un vaho, un aliento, es nuestro espíritu, algo por lo cual obramos, nos lleva a realizar cosas” Bueno eso es el espíritu, la pregunta ahora es: ¿Ello es algo que nos llega desde afuera? Ó es algo que como un vaho, se levanta como niebla de lo que somos, de lo que ya somos, de lo que hemos heredado, algo netamente natural, como una destilación; pero una destilación que se eleva, como se elevan las nubes, para luego ser rayo, trueno, lluvia.
Tal vez es algo que brota de los dos. Lo sangrado está, está en todos lados; pero la herencia, lo heredado es con lo que nacemos y por lo que nacemos así, de esta manera, con una determinada forma de ser.
Es el mismo espíritu el que mueve tierra y cielos, el de las tormentas, el de los animales, el de mismo universo. Es una presencia constante que trata de hacer cosas, como el de construir un reino soñado, olvidado tal vez, pero que anida en el fondo de su corazón, en el fondo del corazón de todo hombre, también.
Tal vez somos una imagen, una metáfora del dios del universo, tal vez en nosotros él habla, él dice; y, nosotros decimos nuestro ser, el Ser.
Si tal vez cuando pensamos, él lo está haciendo a través nuestro; nosotros ahora en el Siglo de Platino, le decimos Ser; pero seguro de aquí a uno tres mil años, nuestros descendientes se reirán, como nosotros lo hacemos cuando los primeros hombres le decían, al Sol, a la Luna, dioses.
Tal vez es un camino de vuelta el que estamos realizando, que está realizando el dios a través nuestro; pero una vuelta recordando, volviendo a sí, encontrado dentro de sí el camino de vuelta. Reconstruyendo ese paraíso desde donde salió o desde donde lo echaron.
Camino de cabras, con piedras, en donde solemos tropezar y muchas veces caemos; pero nos volvemos a levantar.
Así como la tierra tiene atmósfera, el hombre tiene alma. La atmósfera es solo un vaho, es agua que se quiere ir y tierra que la retiene, es una franja, una capa en donde respiramos ese aliento, ese alimento, permanente.
Así también es el alma del cuerpo mudo del hombre, es algo intermedio, algo en donde respira eso que somos, ese espíritu que recuerda volver, que está volviendo a su origen; para ir avanzando, es como un tirabuzón, que oscila, que va y viene, pero igualmente va hacia delante.
En nosotros es ese animo. Es como un niño cuya madre ya no es la tierra, en último caso sería la abuela; la madre, su madre es el alma, el alma de un ser llamado: hombre.
No hay mas que ver al hombre sobre la tierra, para comprender al espíritu que anima las cosas, al espíritu de este universo; así como a su espíritu, al espíritu del hombre; aquel ánimo que lo anima a ser, a emprender ese camino sin retorno, el que ahora se llama: mundo.
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Gracias. Karigüe
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