lunes, 1 de marzo de 2010

Libro “El Alma” – Capítulo 9

SER ALLÍ

El alma es así como un cuerpo, con órganos, con sistemas, y por qué no, con una especie de cerebro, de órgano capaz de coordinar funciones, roles y almacenar experiencias, conocimientos. No debemos dejar pasar que no es como el cuerpo físico, que su parte, que una parte de él es la que hace la introspección, el análisis, para verlo.
Con qué podríamos ver al cerebro del alma. Sí es virtual el alma, existe, nadie lo niega, pero nuestros sentidos no la pueden ver. ¿Cómo entonces podríamos ver esa especie de cerebro del alma?
Tal vez uno de los caminos es el Budismo, ese camino metafísico que no sólo nos hace meditar sino que permite, aunque en realidad se espera que la iluminación llegue; que esa manera de comprender, de aceptar llegue y se vuelva otra vez a respirar en esa atmósfera que ya nos está siendo hostil, como es el mundo real, el de todos lo días.
Nadie puede negar la evolución, pero acordémonos cuando algunos animales acuáticos quedaron atrapados en un charco, en los charcos cuando el mar se retiraba; y de una manera u otra tuvieron que crearse los pulmones, deben haber desaparecido muchos, pero algunos lo lograron, lograron tener pulmones, respirar, y así seguir viviendo en ese nuevo medio hostil.
La distancia del tiempo no es nada en el universo, algo tal vez en lo que es vida y muy poco en lo que es hombre. Veamos entonces que hace solo un poco más de 2500 años han pasado desde que un grupo de hombres: Esioso, Heráclito, Parménides, Soroastro, Lao Tze, Buda, comenzaron una vida de introspección, se comenzaron a ver hacia adentro. Tal vez en Sócrates se hace visible con la frase: ”Solo sé que no se nada”. Comenzamos adentrarnos, a saber que existía un conocimiento, un alma, algo almacenado que se fue destilándose, hasta abrirse como una rosa en estos nuestro tiempo y tener el arte, la cultura, el conocimiento aplicado.
Se formo primero el cuerpo del animal, con sus sentidos, los cuales fueron tomando, capturando, del medio: cosas, sonidos, imágenes, sabores, olores etc., hasta lograr formar un alma, una mente, una conciencia, memoria aún más expandida.
Podemos ver en la naturaleza al capullo de la mariposa, desde donde la mariposa se abre y sale, brota algo que se estaba formando adentro de ese capullo.
Además basta mirar los restos de caparazones de caracoles, valvas, en un museo, y después ver los que existen, es realmente maravilloso. Es la concha, las formas de las conchas, parecería que evolucionaron de tal manera que se fue formándose como una columna vertebral, exterior, ósea; y en algún momento, que es como el eslabón perdido, es invirtió, lo de afuera paso a lo de adentro la larva, la valva, cubrió a la columna vertebral y ésta paso adentro. Debe haber sido un cambio maravilloso, que todavía no lo hemos estudiado.
¿Qué pasa si en nosotros, como el mono que piensa, nos está pasando lo mismo? El cuerpo que tenía adentro al alma, ahora está quedando a dentro, el alma lo cubre. Para cortar camino, podríamos decir que es el alma del mundo, el mundo en sí. ¿Pero no es así como lo habíamos pensado? De que hay un ser ahí como hay también un ser allí, afuera.
Tal vez lo hemos estado tratando bien al ser ahí; y el budismo ha sido uno de los caminos. Aunque ha tardado en llegar a occidente, ello se debe a que nuestro ser ahí se ha convertido en un crisol, una caldera, que realmente sino la dejamos salir, nos puede fundir, necesitamos una especie de poros, de volcanes, para qué esa lava salga para afuera.
El hombre lo hace a través de la obra, obra; lo vemos al mundo como una de sus obras, otra al arte.
Todas estas cosas como arte, mundo, belleza, plenitud, felicidad, alegría, tristeza, si bien brotaron de nosotros, y lo siguen haciendo, están uniéndose afuera, afuera hay un centro catalítico, de y hacía donde confluyen la obra del hombre.
Dijimos que la cultura es la que hace útil a la naturaleza, es verdad, pero también la pule, la perfecciona.
Es decir tenemos ya la masa para ponerla en el horno y ver que sale. Hay una leyenda que dice que Dios preparó tres masas modelo de hombre, luego las puso en el horno, se apuró y saco uno antes de tiempo, ese es el blanco; luego saco uno de tez morena, el cual a Dios lo gusto mucho, y se olvidó por un tiempo del tercero y salió el de raza negra.
Estas leyendas nos llevan a pensar que hay una creación, que hay un intento, no es que sea un plan que no falle, que no puede fallar hay errores inclusive en la creación. Un dar dos pasos adelante y a veces es conveniente retroceder uno.
Lo nuestro fue el otro, el próximo, la próxima choza, la próxima aldea, el próximo pueblo, la próxima ciudad, el próximo país, por último el mundo y ahí paramos, porque de lo que conocemos ese es nuestro cielo, nuestro límite.
Es decir tenemos como un techo al mundo. Y ahora si recordemos al caracol, se va haciendo su casa a medida que crece, a media que comienza a vivir. No nos debe extrañar que la casa que está construyendo el hombre es el mundo, su mundo.
Es como cuando se formó el animal, necesitaba un cerebro y lo tuvo que fabricar, porque lo exterior se lo reclamaba y las partes también.
Salgamos un poco y veamos las familias, los barrios, las ciudades, los países, y por último un incipiente gobierno de la humanidad, que se llama Las Naciones Unidas, algo todavía está en formación.
No podemos decir que esas, sea el alma del mundo, la columna vertebral. El cerebro somos cada uno de nosotros; pero más que el cerebro, el alma de cada uno de nosotros. Comparémonos a una neurona de ese cerebro; y una de las sinapsis el leguaje por ejemplo; más aun podría decir que es como el líquido encéfalo raquídio, que inunda todo el cerebro. Creo que es mejor verlo así al lenguaje.
Las sinapsis podrían ser las tareas, las relaciones, los intereses, etc., podría seguir así, suponiendo las partes de ese cerebro del mundo.
Y su alma, he ahí nuestro tema, no la podemos ver ni presentir porque hasta ahora no tenemos formado ese cerebro, está en formación, pero que el alma existe sin lugar a dudas.
Vendrá nuevamente otro grupo de hombre a continuar la tarea, de los antes nombrados, y como una ola nos inundaran de su sabiduría, porque nada esta hecho desde siempre, todo se está haciéndose.
Pero no nos quedemos con las manos vacías, adelantémonos algo de esa alma.
Tal vez Esquilo sembró la primer semilla con su Prometeo, lo siguió Hölderlin con su Hyperion y lo continuo Nietszche con su Saratustra. Ello es como cuando la naturaleza fue creando piedras similares a los órganos, antes de crear a los órganos en sí del cuerpo del hombre.
Pero es la vida espiritual tal vez uno de sus órganos, la belleza otro, la alegría, la plenitud, la eternidad, lo infinito. Otro rastro importante nos dejo Heráclito, cuando contemplaba al mundo desde afuera, miro al universo desde afuera, aunque sea solo con su imaginación.

Karigüe

PRÓXIMO CAPÍTULO: lunes 8 de marzo

Si ha leído este capítulo, me gustaría escuchar sus comentarios, enviando un mail a pensamientos@karigue.com.ar.
Gracias. Karigüe

No hay comentarios: