Hay tempestades, siempre, es parte de la forma de la tierra, de su atmósfera; los vientos son aire en movimiento, se mueven por diferencias de presiones; ellos mueven las nubes, las veleros, el agua del mar, los planeadores, los árboles; soplan por las montañas, bajan a los ríos, los ondulan. Uno de los más agradables movimientos, es cuando el viento mueve las aguas de un lago, sin ser olas llegan a elevarse de sí lo suficiente como para reflejar los rayos de sol y brilla el lago, parecen como escamas del lago.
Lo mismo pasa cuando el viento mueve las hojas de los álamos, de los eucaliptos, como los hace vibrar, brillar con la luz de sol.
Es en realidad un movimiento del aire que cubre a la superficie de la tierra, a la cual llamamos atmósfera.
La tierra se mueve alrededor de sí misma, oscila, se mueve alrededor del sol y todo el sistema solar acompaña al movimiento de su galaxia; y a la vez tanto el aire como el agua son atraídos por los astros vecinos y no tan vecinos, pero frente a ello la madre con su propia fuerza, la de la gravedad, los atrae hacia sí, hacía si misma; pero he aquí que ni los otros astros ni la tierra misma son uniformes, por lo tanto las fuerzas tampoco lo son.
He ahí las olas del mar, el viento; y si a esto le agregamos el calor del sol, de la tierra; bueno tenemos las nubes, agua y aire entremezclados, moviéndose, girando de sí, arrastradas por los vientos, por las fuerzas; y bueno a veces hay zonas o puntos en donde confluyen varias de estas corrientes, por así decir, y se producen los tornados, los huracanes, el rayo, el trueno, la luz y la lluvia.
La atmósfera, por ser como la piel, algo que limita, y es intermedia, es una zona de encuentro, como la plaza principal de un pueblo. Allí confluyen, allí se conversa, se comercia, se trueca, y además está la municipalidad, la iglesia.
Bueno así es el cerebro del animal y el alma.
El alma es como la atmósfera de la tierra, allí confluyen fuerzas, cosas, el pasado, lo almacenado, las esperanzas, los sentimientos, las fobias, etc. Una plaza de pueblo, una zona de encuentro, piel en donde se producen los mayores cambios, es un lugar abierto como un claro en el bosque.
Así como la atmósfera es como un casco de la tierra, una envoltura; así el alma es un casco del cuerpo, una envoltura; en donde se producen los cambios más fuertes, más claros, porque es una zona de encuentro, de reunión. Allí como en los tiempos primeros cuando nos sentábamos alrededor del fuego, si allí se reúnen todas las partes todavía no vistas, no comprendidas, que viven todavía en la oscuridad, se reúnen.
El alma es como una zona de blanqueo, en donde ponen a la luz, en donde se encuentran con lo otro, los otros paisanos, los otros miedos, esperanzas.
He ahí el alma fuente de tormentas, fuente de conflictos, reunión de los desconocidos en ese claro del bosque.
En el pueblo, que tiene esa plaza en donde reúnen los vecinos a charlar, se crea, se forma, una comunidad, una común unidad, además de ser una zona de encuentro es una oportunidad de intercambio de cosas, de ideas, un trueque, que poco a poco se hace, se crea, la necesidad de un acuerdo; algo cuerdo, sensato.
He ahí la conciencia, eh ahí el alcalde, la comuna, las autoridades, las leyes, la bandera, el escudo, la banda de música, la policía, los curas, la fiesta, el velorio, todo un pequeño mundo compartido.
¿Uds. no creen que así como se formó el pueblo, a través de esa plaza, de ese fogón alrededor del cual nos mirábamos el rostro, también se formaron nicroclimas tan agradables, una superficie tan agradable al ser respirada, cómo el alma también? Ese lugar en donde el yo, no siempre, se siente agradable allí, si allí en ese lugar, en esa atmósfera alrededor, no del cuerpo del hombre sino de su cerebro.
Porque el cerebro se asemeja a lo que sucede en la atmósfera, con la diferencia que su atmósfera, la del cerebro, está encapsulada, está dentro de ese recinto cráneano, está atrapada esa atmósfera. En ella brillan o saltan las ideas como rayos, y los truenos son palabras con ecos y esos ecos es el lenguaje.
Así como el casco, la caparazón de un valva encerró a la valva y después la valva salió y cubrió la parte ósea y formo la columna vertebral, los huesos quedaron adentro; así también la superficie que estaba afuera, ahora en el hombre quedó adentro atrapada en esa cavidad craneana, en esa cueva; por eso llamamos galerías del alma, porque el alma está adentro de cerebro.
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Gracias. Karigüe
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