El deseo de la sangre
de la carne
es tan fuerte, que no hay
muralla que la pueda detener.
Se une
el desierto y el mar
en esa fraga húmeda
por donde sueles y te gusta
caminar,
El aire que respiras es
la franja que une
el mar con el sol,
El mundo es la franja
entre la naturaleza y
los dioses que nos
circundan,
Y tú, si tú
eres la franja
que el espíritu construye
como morada
para habitar
con la nada.
Karigüe
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