Aquellas tardecitas, era como
si el tiempo se detuviese, mi
Padre leyendo el diario
sentado en esa silla de color
madera
parecía que toda la luz, la
poca que quedaba aún, se
sumiera en el, adentrándose
para ser noche
leía lentamente para que no
se agote pronto aquello que
estaba escrito, aquello que no
era trascendental, eran las
noticias de todos los días
era algo simple y hasta aburrido
sin embargo cómo lo recuerdo
cómo a la distancia lo he
llegado amar.
Karigüe
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