La vida, como un escalonamiento espiralado. Sin ir muy lejos: la vida de la tierra, la vida de la naturaleza (la planta, el animal) y por ultimo la vida del hombre.
Si lo vemos así, no deberíamos sentirnos solos en el universo porque nadie se parece a nosotros; consideremos la vida de eso dos seres superiores y tendremos que sentirnos acompañados.
Eso sería como un eje, como un río, como un sentido, que nace en la profundidad del tiempo y se pierde nuevamente en el espacio del tiempo futuro.
Pero veamos un eje vertical; porque de eso se trata, tenemos que hacer una representación geométrica de lo que nos está sucediendo, una representación espacial.
Ante todo sabemos qué es la vida en si, ésta que discurre a través del tiempo, es como una luciérnaga, aparece y desaparece, a eso llamamos nacimiento y muerte, vida o muerte; ante todo ese ser llamado vida no muere: transcurre.
Aquí podemos decir que la luz, la presencia en si, es solo una manifestación, como es la palabra en el hombre.
Cuando el hombre habla, se manifiesta, se da a conocer a sí mismo y a los demás, quién es, qué es lo que tiene dentro de sí, aquello que se va formando por copia, metáfora, o simplemente un cultivo.
Pero así como la tierra era algo incandescente, es decir no había desiertos; fue el tiempo, el transcurrir del tiempo lo que permitió relacionarse la tierra con lo demás, y a través de los golpes, las rocas se fueron convirtiendo en arena. Inclusive la relación con el agua que todavía la podemos ver, hace que en ella, parte de ella misma se convierta en arena, desierto; en donde con su relación con el agua, esa arena, esa tierra, esos desiertos, se conviertan en campos cultivables.
Así paso también con el hombre, su alma, su mundo interior se fue formando a través del vivir, de sus relaciones con lo otro, con el universo, con los demás; su alma fue convirtiéndose en algo cultivable; la arena de la tierra en el hombre se llama experiencia, lo vivido, lo experimentado.
Llegamos así, que esa alma del hombre, de ese animal que piensa, de ese barro pensativo, como lo llamaba Vallejos, comienza a tener un mundo, un mundo interior, cosas almacenadas, pero ahora fecundadas por el espíritu. Y ¿cómo aparece aquí este espíritu? Porque se produce una separación, esa alma ya no es más hermafrodita, es bipolar, hay una separación en el yo y el tu; en el que piensa, dialoga consigo mismo; pero con el tiempo el tu se convierte solamente en lo almacenado, mientras el yo se eleva de sí, como el colibrí emprende su vuelo y ve, comienza a ver, a experimentar otras sensaciones como la de ver al tu y asombrase, reconoce lo vivido, lo experimentado como su alimento, pero quiere más; tiene ambición a ser, quiere ser algo más.
Esa sensación la sentimos, cuando nos largamos a la aventura, nos atrevemos a experimentar eso almacenado; y, como un alquimista, creamos otras cosas, como el mundo por ejemplo, como el arte, como la poesía.
He ahí que el yo al separarse se convierte en espíritu.
Ese espíritu imagina, sueña, inventa, sueña despierto, es decir crea fantasías; y, ellas son como flechas lanzadas al vacío, que de vez en cuando dan en el blanco, he ahí un poema, he ahí una obra, sobre las cuales el hombre se eleva de sí, son sus pedestales.
Ese istmo, ese vino consagrado, ese incienso que se pierde dentro del templo que es el hombre, el cuerpo mudo del hombre, es lo que avanza como una flecha, pero en sentido perpendicular al de la vida.
Llegamos pensar así, que si bien el hombre es vida, pero una vida desprendida; se produce también aquí una bifurcación, una división de lo mismo siendo lo mismo; pero ahora está parte emprende otro camino; por ello el hombre, en estos nuestros tiempos, se atreve a manipular a la vida, a través de sus genes, a través de sus células madres. Comienza a verla desde otro lado, desde donde tenerla enfrente y la ve, la comprende, la estudia, como hace un Cirujano con el cuerpo mudo ayudado por un bisturí, en este casi el bisturí es el espíritu que inclusive analiza y trata de comprender, de ver, al tu, a aquello milenario, aquello que está mas cerca ya del cuerpo mudo que del espíritu.
He ahí ahora un plano formado por la vida y el espíritu; la obra de la vida y la obra del espíritu. Como obra de la vida está el espíritu, como obra del espíritu está el mundo.
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Gracias. Karigüe
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