Muchas veces nos encontramos con un estado desolador, sin olas, sin vida; porque con frecuencia nos enredamos; sí, si como si fuera un ovillo de hilo, de lana, que no tiene orden, que no tiene forma.
Nos sorprendemos cuando vemos algo deforme, sin forma conocida. Ello es la base de la segregación, del separarse de lo que no es como uno, de lo diferente; así como lo hacemos con las personas, con mayor frecuencia lo hacemos con los hechos, con las cosas, con las ideas.
Una idea bella, un pensamiento agradable, un poema, una melodía, una pintura, son cosas que nos agradan porque ya tenemos un canon, un estructura heredada, lograda, pulida, por nuestros antepasados y por nosotros mismos.
Hay un dicho Ingles que dice: “Big changes are not good changes” “Grandes cambios no son bueno cambios” Por otro lado nos dicen lo Griegos Clásicos que la madre de todas las virtudes es la prudencia.
Todo este trabajo, toda esta experiencia cementada, tamizada, es la que nos lleva a vivir un poco mejor, a tener una calidad de vida cada vez mejor.
Pero, a la vez, tenemos que dar un paso más adelante, pequeño tal vez; tenemos que avanzar, tenemos que crear nuevas cosas, nuevas ideas; por placer y porque vida es una ola que no puede detenerse. El ánimo, el entusiasmo, la alegría; la aceptación de reglas, de cánones, que tiene ésta vida, tienen que ser respetadas también.
Adentrarnos ¡Qué palabra! Es así, como caminar en punta de pie sin hacer olas, sin despertar a nadie, sin que inclusive los demás se den cuenta; avanzamos, conocemos, nombramos, escarbamos. Cómo quién planta un árbol, tenemos que cavar un agujero, no tan profundo, suficiente como para que entren las raíces y después dejarlo, cubrirlo, regarlo cuando no llueve, ponerle tutores cuando es pequeño, aunque algunos no los necesitan.
Y dejar, dejar que la madre naturaleza se encargue de ello. Ella hace realmente su trabajo; nosotros, se podría decir, somos los ayudantes, los parteros en último caso.
¿No es así también, con la obra, con las ideas, con el talento? Podría decir que sí. Uno lee; leer es como sembrar la semilla, cosas, ideas, pensamientos, conceptos, figuras, metáforas, sentimiento, etc. Son muchas cosas las que entran por los sentidos y luego las digerimos, las plantamos, y la madre naturaleza nuevamente se encarga, hace el trabajo. Ahora le podemos decir; cuerpo, mente; pero es solo nombres de aquello que somos, de aquello que ya somos.
El agua, la bendita agua. No sabemos sí es femenina ó masculina; es ella cuando nos alimenta, nos riega; pero otra, cuando nos causa placer, el placer de apagar la sed. Somos casi agua, salvo por un 30% que es la tierra arrastrada, llevada, sostenida, suspendida.
Deberíamos imaginarnos como un río que lleva en suspensión materia, algunos troncos, barro, tierra, maleza, pescados; pero ese río es circular. Bueno, el agua recorre la tierra en círculos: el mar, la nube, el viento que la lleva a las montañas y la deja ahí, como si fuera solo un medio de transporte, luego cae y es río, río que vuelve al mar. Así en nuestro cuerpo, ésta agua bendita es sangre, es liquido encéfalo raquídeo también.
Y es una cosa muy especial, miremos por qué. Una gota de rocío es algo maravilloso; más aun, cuando el sol de la mañana brilla en ella. Los rayos del sol se dispersan en tantos colores como el arco iris, parece un diamante, un diamante flexible, delicado; rueda cuando se forma sobre una hoja y el viento la mueve, cae; cae como si fuera una lágrima, una gota de agua que se pierde rápidamente en el suelo sediento.
Una lagrima, es causada por lo general por el dolor, es como si el mismo dolor se condensara, como si nuestro corazón que sufre se expresara por medio de las lágrimas, es o debe de ser como un idioma para él.
Este río, tiene brazos sumergidos tan profundamente que se vuelve invisibles para los sentidos del hombre; no sólo los del cuerpo sino los del alma, e inclusive los del espíritu.
Se maceran, maduran, se fermentan en las galerías más profundas de nuestro ser, como sí esas profundidades fueran la tierra; y algo, algo así como pelos absorbentes, extraen, chupan, los minerales; pero el vehículo, el vehículo es el agua, es la sangre, es algo más profundo en el hombre: el dolor.
Si aquel tan mentado, pero poco conocido, y que pasa desapercibido; hasta que un hecho lo vuelve nítido, lo viste, lo presenta en sociedad, y no es eso otra cosa que una lagrima, el dolor hecho realidad a través de una lagrima, la más sana de las formas de presentarse
Una lágrima vendría a ser como una flor, como un fruto, hasta tiene la forma de una pera, de ahí tal vez viene la palabra esperanza.
El origen de toda palabra, son varios, no sólo el etimológico, el deducido, sino aquellos nombres que se vuelven a nombrar nuevamente, no repetir sino recrear; porque si cambia el mundo, cómo vamos amordazarnos con las mismas palabras de siempre y más aun con los mismos significados.
Toda palabra es viva y por lo tanto tiene que renovarse constantemente.
Sigamos con lo nuestro. Aquello oscuro que es la tierra y de la cual sabemos tan poco; pero sí es por la savia, por la vida, sabemos solo que la planta, el árbol, tiene pelos absorbentes que le extrae la leche, el alimento, usando como vehículo el agua.
Pero vemos otra cosa interesante; más arriba dijimos que, la nube que se elevó del mar, es llevada, es transportada, por el viento hasta la tierra, hasta las montañas, en las cuales tras un poco de reposo, casi como un beso que le dan a las montañas, caen y es lluvia.
El agua transporta los alimentos; pero no es agua sólo el alimento, está mezclada, en eso que llamamos savia. Lo mismo la nube ella si bien es agua, pero es agua cargada con electricidad, como si llevaría la espada en alto y luego se enredan en luchas inútiles, y es luz, trueno, fuego, que inclusive encienden a los árboles secos, como quien enciende una vela, un tea.
Qué agua bendita, estas nubes; pero el viento es como otra vida, creada por la variación de presiones, temperaturas del aire; ese aire está formado por Oxigeno, por Hidrógeno, Helio, y lo más importante: Nitrógeno, aquello que es tierra, tierra.
El Oxigeno es el alimento del hombre, es aquello que entra en sus pulmones y purifica ese otro río de vida que es la sangre, la limpia.
Este bendito aire es el vehículo de transporte de las nubes, es como el agua de la savia.
La agua y el aire, la tierra, el fuego, podemos compararlas, podemos decir que son los elementos primeros y en realidad lo estamos diciendo desde hace mucho tiempo
Pero, qué es lo nuevo, ese otro nivel, un nivel superior, otra órbita: la savia, el viento, la vida.
Y si nos seguimos adentrando, podremos ver a la planta, al animal, al hombre.
Y si seguimos más aún, podremos ver la obra, la maravillosa obra del hombre: el mundo.
Si ha leído este capítulo, me gustaría escuchar sus comentarios, enviando un mail a pensamientos@karigue.com.ar.
Gracias. Karigüe
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