entre los árboles, como luz; como
si el mismo sol cada mañana
quisiese que estemos vivos, que
vivamos ésta nuestra existencia
aún la noche, abre al cielo y
nos entrega ese racimo de estrellas
que titilan, como alguien que
duda o teme
pequeño Atila, ya estas despertando
levantaste tu mirada al cielo
y no viste el infinito que tiene
el horizonte
es como aquellos racimos de
uvas que colgaban de tu
glorieta
sabias ya de niño que algún
día las devorarías.
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