a esa morada llamada soledad
allí en lo alto de las montañas
azules
desde allí miraba al mundo de
diferente manera, me miraba
aún mis estados de animo, de
alegría, dolor y furia
todo como si un viento pasara
por el pueblo, a veces era solo
brisa en otras eras tormenta;
pero siempre pasaba como
el tiempo
luego veía el rostro de la
gente, sus gestos y aun sus
palabras
parecía como si bebieran al viento
lo retuvieran como aliento
para luego aso sí, hablar.
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