lunes, 15 de febrero de 2010

Libro “El Alma” – Capítulo 7

FLAMEAR

Lo creado, lo pensado, lo deducido, es decir lo que es ahora el hombre; si bien ha sido creación de él, no podemos negar que una parte fue la casualidad y la otra algo que está ahí, que como un centro catalítico, como un agujero negro, nos tiene sostenidos, mantenidos.
Si todo fuera azar, el cosmos, el universo, la vida, no se hubieran sostenido tal como son. Estamos pensando que la vida, tiene como unos tres mil millones de años, cifra no tan despreciable como para negarla.
El solo verlo, estudiarlo, al Genoma Humano, nos damos cuenta, que estos pequeños seres diminutos, los genes; que saben, conocen, cómo multiplicarse, cómo tener memoria; han venido, han llegado, desde muy lejos; como para estar aquí hoy formándonos, creándonos, cuidándonos. Ésta palabra cuidar, que normalmente la pasamos de largo, tiene un valor inconmensurable, en realidad no cuidan, como nosotros estamos cuidando al mundo, cultivándolo, como en éste momento estoy haciendo, tratando de saber un poco más, investigar como es esto lo del alma.
Que los animales tienen alma, por supuesto que la tiene, los vegetales también. Alma es como un recinto en donde almacenamos experiencia; si bien la parte importante la heredamos, pero nosotros aportamos constantemente para que este recinto sea cada vez más importante, más inmenso, más llenos de cosas que sirvan, que permitan el cuidado de la persona y de los demás y por qué no de todo lo que nos rodea, en lo cual está incluido el mundo.
Parecería esto algo aséptico, algo así como un recinto o deposito. Por nuestras ciencias sabemos que dos plantas afines, familiares por así decir, tratan de juntarse, de estar juntas, de crecer juntas, lo hace a través del aire, por ahora se puede suponer que emiten olores capaces de ser interpretados; y tienen algo como un yo, que ordena dirigirse hacía lo familiar, lo semejante, aquí podemos hablar de algo químico.
En nuestro cerebro pasa algo similar, pero las reacciones en nuestras neuronas y sinapsis son físicas, químicas, eléctricas y vaya a saber de qué otra manera se relacionan, se crean, se multiplican, etc.
Hasta ahora hablamos de recinto; pero sucede que en ese recinto se ha fermentado como se fermenta la uva para ser vino, algo de este recinto se ha convertido en una especie de otro cuerpo. Así como los genes fueron evolucionando desde la ameba hasta llegar a la planta, al animal; bueno en el cuerpo de estos seres formados y creados, lo almacenado fue incrementándose, evolucionando, experimentando.
Y hoy nos encontramos que estamos formados, los hombres, por dos cuerpos, no nos debería sorprender, ya que tenemos dos manos, dos pies etc.
Es una realidad, pero dos cuerpos algunas veces bien integrados y otras no. Es como si hubiera otra separación, no nos debe costar mucho rememorar cuando fuimos hermafroditas, hoy ya no lo somos hoy necesitamos de la pareja para fecundar, nuestra naturaleza evolucionó en éste sentido.
Por qué no entonces creer, pensar, suponer, imaginar, que el cuerpo mudo se dividió, no totalmente hasta ahora, en un cuerpo físico y el alma.
Pero no nos quedemos aquí, el alma se dividió en un yo y en tu. Una parte la que pregunta, la que parece un niño inquieto y preguntón; y otra parte que mantiene lo almacenado, el administrador de lo almacenado; pero, pero no preguntemos desde cuándo, por que nos perderemos en los orígenes del tiempo; y ya sabemos que el tiempo no tiene morada, el espacio en sí es como un posta solamente.
Hasta aquí hemos llegado bien, ahora tenemos que sumergirnos en ese cuerpo que tiene el alma, sus partes, sus constituyentes.
Ya hemos estudiado el Genoma, mejor dicho lo estamos comenzando a estudiar, lo mismo hacemos con los genes, sus relaciones, las células, las neuronas, las sinapsis, los quartz, los fotones; y si llegamos a lo más diminuto y con un poco de imaginación nos metemos adentro de eso, y viajamos por el universo, lo que veremos son elementos que giran unos alrededor de otros, en órbitas, saltan de órbita en órbita, ya sean órbitas de elementos materiales e inmateriales. Con seguridad será así porque aún las ideas y los pensamientos tienen algún tipo de masa, de peso, están formados por elementos. Nuestro elemento elegido sería aún más pequeño.
Bueno y si salimos al mundo del universo de los universos, veremos algo parecido, pero en este caso elementos más inmensos.
No olvidemos que hasta ahora sabemos que el número de galaxias es cien mil millones, igual número de células tiene el cuerpo de un hombre.
Es decir que tendríamos que volver ha la tarea que nos proponía Platón. En la primera lección que daba, les entregaba a sus alumnos un papel en blanco y lápices de todos los colores. Les preguntaba que color tiene la hoja, blanco profesor le contestaban. Luego ordena pintar con todo los colores y volvía a preguntar y ahora, nuevamente blanco profesos, le respondían los alumnos. Bueno así es la vida – decía Platon - ella nos da ciertos colores, no todos, y con eso tenemos que hacer un buen cuadro.
Nos quedamos sin palabras para continuar.
Pero intentemos un paso más. En todo esto que vimos, hay algo que se repite, como si fuera una onda básica, un elemento de base; el que hacia lo diminuto no hay limite, y hacia lo inmenso tampoco.
Se siente como si uno fuera andando sobre barro, nos hundimos a donde quisiéramos hacer pie; pero por otro lado esto está, están aquí todas esas cosas que estamos hablando, están presentes ahora.
Pero, pero lo que hemos hecho es una interpretación, representación, como las que comenzaron ha hacer los trágicos como Sófocles. Dentro de nuestra alma hemos interpretado a la vida, al universo, a lo más diminuto como a lo más grande.
Bueno, bueno lo hemos hecho en el alma, en ese recinto que hoy es un escenario, como un teatro en donde le yo es como la luz que sólo focaliza nuestra atención.
En el alma, en la mente, hemos hecho ésta maravillosa representación real o ficticia, yo creo que uno poco de las dos.
No hay duda que el alma es lo que flamea hoy, de esa catedral que hemos o estamos llegando a ser.

Karigüe

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Gracias. Karigüe

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