Aquellos
árboles, pinos
eucaliptos, álamos;
por donde caminaba en mi
niñez
parecían guardianes, centuriones
del campo abierto, de los sembradíos
que se ondulaban al paso del viento
solía sentarme a descansar
a estudiar, bajo
sus sombras.
El cielo azul, las nubes
el sol, las montañas
formaban un paisaje tal
con los árboles y el campo
que hacían latir mi corazón
con tal fuerza
que parecía
que los respiraba.
Karigüe
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