Estaba tan cansado
que me senté sobre una piedra
que había rodado de la montaña,
Era mediodía,
por la altura
el sol quemaba
pero hacia frío.
No había nadie,
excepto el río que no dejaba
de bajar y gruñir entre
las piedras.
El cielo azul, casi oscuro,
lo veía asomarse
entre las montañas.
Tenía unos mechones blancos
esponjosos y trasparentes,
que pasaban tan rápido,
¡qué parecido eran a la gente de la ciudad!
Contrarrestaba estas nubes
y el río,
con el respetuoso silencio del lugar
Pensé, pero más que pensé
Sentí
Que las cosas se mueven
a diferente velocidad
y del roce
brota la vida,
De ello,
mi corazón es testigo.
Karigüe
1 comentario:
Si... las cosas se mueven a diferente velocidad...
Y algunas de cosas dependen de nosotros,
me dejaste pensando...
Saludos desde Buenos Aires
Luis
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