viernes, 14 de diciembre de 2007

Reflexiones Celebres - Czeslaw Milosz

Czeslaw Milosz de su Libro “Abecedario”

Milagro
Ser un hombre y vivir entre hombres ya es un milagro, incluso si conocemos las vilezas y crímenes de los que somos capaces. Cada día construimos un enorme panal de millones de celdas en las que guardamos la miel de nuestros pensamientos, descubrimientos, inventos, obras y vidas. Incluso esta comparación es poco acertada, demasiado estática para referirnos a nuestra obra colectiva, pues eso que llamamos sociedad, civilización o, en griego, polis, cambia sin cesar y adquiere todos los colores, sometidos al tiempo, a la historia. De nuevo, la definición es insuficiente, ya que omite el aspecto más importante, el hecho de que esa obra colectiva se alimente del más primitivo y secreto combustible de las aspiraciones y decisiones individuales. Lo extraño de la vocación excepcional del hombre probablemente consiste es gran parte en que siempre permanece como un ridículo, inmaduro, de tal manera que un grupo de niños que pasa de la risa al llanto muestran su falta de seriedad. Pasan unos cuantos años y de repente se convierten en mayores, discuten y supuestamente están preparados para dar sus opiniones sobre asuntos públicos, incluso. ¡quién lo hubiera pensado!, son capaces de asumir los papeles de padre y madre, aunque la verdad es que necesitarían una vida entera para prepararse para esta tarea.
Y son justo ellos los que ponen al mal tiempo buena cara, los que caen prisioneros de la sospecha que su vecino sabe algo, mientras ellos solo fingen que lo saben; esos seres vacilantes y torcidos son los portadores de la gracia del carácter y el talento, ellos mantiene la cadena de las generaciones.
Sí se trata solo de una especie de animales que viven, mueren y desaparecen sin dejar huella. En ese caso sería posible repetir las palabras de Eclesiastés: “Vanidad de vanidades, y todo es vanidad”. Pero alguien dijo: “En la inteligencia del hombre hay algo sobrenatural”, o, dicho de otro modo, la divinidad es inherente al hombre. ¿Acaso el arquetipo de hombre, el Adam Kadmon de los cabalistas, no reside en el mismo seno de la Eternidad?¿Y acaso el Evangelio de Juan cuando se refiere a la encarnación del Logos – “Al principio fue Dios, todo ocurrido en él” – nos da una respuesta satisfactoria a la pregunta de para qué fue creada esta especie?.
Una tribu asquerosa de monos que se entretienen con estúpidas gesticulaciones, que copulan, vociferan y se matan unos a otros. ¿Cómo se puede alabar esta tribu después de la enorme cantidad de muertes humanas a manso de otros hombres? Sus actos no coinciden con la imagen de unos niños inocentes que repasan la clase, ni con esa otra capacidad humana para alcanzar los logros más altos del espíritu. Aunque al parecer la contradicción es una parte inseparable de la misma condición humana y eso ya es suficiente para que de ella surja un milagro.

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